Por Ivana Bianchi. La diputada considera que las exigencias de la modernidad, los avances tecnológicos, y presiones sociales han llevado a la necesidad de ampliar aún más los derechos de las mujeres en diferentes ámbitos cotidianos y de poder.
La historia de nuestro país ha dado muestras de la flagrante discriminación que sufrían y enfrentaban las mujeres argentinas antes de que Evita tomara las banderas de la igualdad.
Muchos pensaron que lanzar a la mujer a la vida política, era fomentar la disolución de la familia y que esto ayudaría a disminuir el poder marital. Mientras que otros, más conservadores, decían que el Estado debía garantizar este derecho privado solo a los hombres y que el voto fuera optativo para la mujer. Pero, algunos fueron más allá y hablaron de músculos, huesos y tamaño del cerebro con características diferentes a la de los hombres.
Esto fue dicho por el senador Armando Atille, a lo que el senador Gómez del Junco le respondió: “Si se hace el examen histológico de un cerebro de hombre y otro de mujer, se observa que las neuronas son exactamente iguales, tienen la misma constitución química y las mismas funciones biológicas y fisiológicas… Efectivamente, se encuentran cerebros de mujer que pesan menos, pero hay cerebros de mujer que pesan el doble que los de algunos hombres, porque el peso del cerebro no está en función de la biología sino en función de su ejercitación mental y de la talla de los individuos”.
Finalmente, el general Juan Domingo Perón, dejó a un lado estas discusiones o apreciaciones particulares de algunos sectores sobre el rol de la mujer argentina; y fue así que el 24 de Junio de 1946, en sesiones ordinarias asumió el compromiso por el voto femenino. El 19 de octubre de ese mismo año envío a las Cámaras el primer Plan Quinquenal que contenía el proyecto de ley de Sufragio Femenino y argumentó que “los derechos políticos de la mujer constituían un acto de Justicia y no se la podía seguir manteniéndola apartada de la defensa, de sus intereses y sus derechos”.
Meses siguientes, Evita comenzó con la promoción a favor de esta iniciativa llegando a diferentes sectores sociales manifestando un claro mensajes:
“Se quienes me oyen, los latidos de esa masa que sufre, trabaja y sueña, son los míos, el voto femenino será el arma que hará de nuestro hogares, el recaudo supremo inolvidable de una conducta pública, el voto femenino será la primera apelación y la última, su voto será el escudo de su fe.
Su voto será el testimonio vivo de su esperanza en un futuro mejor, la mujer del presidente de la República, la compañera Evita, esta luchadora por la reivindicación de millones de mujeres injustamente pospuestas”.
Con una clara bandera en alto a favor de la igualdad de derechos, miles de mujeres argentinas se movilizaron apoyando esta iniciativa; era la primera oportunidad en que las mujeres de tan disímiles sectores se unían entre sí y con un objetivo en común: reclamar por la igualdad de derechos, deberes y oportunidades.
Eva Duarte no claudicó su lucha y en el marco de una sociedad conservadora, fue una pionera en América Latina en alzar la voz por y para las mujeres. Unidas frente al Congreso de la Nación, la frase “uno, dos, tres, que se vote de una vez”, se mencionó en cada mujer que acompañó con carteles y pancartas a su compañera que con 39º de fiebre se mantuvo de pie en las galerías del recinto fiel a sus convicciones.
Finalmente, esta larguísima y accidentada tradición de lucha, se plasmó el 9 de septiembre de 1947 al sancionarse la Ley 13.010 de Sufragio Femenino. La lucha, la militancia y la difusión habían dado su resultado.
La mujer argentina de la mano de María Eva Duarte de Perón había logrado acceder a elegir democráticamente a sus representantes y la plena participación política. La Ley 13.010 consagró la igualdad de derechos políticos entre la mujer y el hombre. Y es así que el 23 de septiembre de 1947, Eva Perón anunció el otorgamiento del voto femenino, que hizo su debut en las elecciones nacionales de 1951.
Concurrieron MEDIO MILLON DE PERSONAS, cuando Perón firmo el decreto, el pueblo de la plaza estalló y lo ovacionaron por varios minutos.
Gracias a este progreso democrático, impulsado por un Gobierno Peronista, el 11 de noviembre de 1951 la mujer votos por primera vez y como estandarte de muchas actividades, el Partido Peronista llevó mujeres en sus listas. En tal sentido, en 1952, 23 Diputadas y 6 Senadores ocuparon sus bancas por primera vez en la historia de nuestro país.
La sanción de esta ley tuvo un significado especial para el peronismo, coronando a Evita como la propulsora indiscutida del ingreso de la mujer en la política.
De esta manera y a partir de este avance en la sociedad argentina, la vida de la mujer cambió notablemente a raíz de dos hechos especiales: el Sufragio Femenino y la creación del Partido Peronista Femenino.
Fue así, que Evita, tras su extensa y ardua lucha por la igualdad de los derechos entre el hombre y la mujer, le dijo a su pueblo: “Alcemos, todas juntas, esa fe, e iluminemos con ella el sendero de nuestro destino. Es un destino grande, apasionado y feliz. Tenemos para conquistarlo y merecerlo, tres bases insobornables, inconmovibles: una ilimitada confianza en Dios y en su infinita justicia; una Patria incomparable a quien amar con pasión y un líder que el destino moldeó para enfrentar victoriosamente los problemas de la época: el general Perón. Con él y con el voto, contribuiremos a la perfección de la democracia argentina. Nada más….”
Si bien ha sido una conquista invaluable, considero que las exigencias de la modernidad, los avances tecnológicos, cualitativos, culturales y presiones sociales han llevado a la necesidad de ampliar aún más los derechos de las mujeres en diferentes ámbitos cotidianos y de poder. La necesidad de amplificar la participación de las mujeres en el espacio legislativo llevó a la promulgación de la Ley de Cuotas, que, más allá de objeciones válidas a su implementación, permite el acceso de mujeres a cargos legislativos y, con el correr del tiempo; mejorar la calidad institucional.
Hace varios años que muchos países, Francia y Chile, por ejemplo, están discutiendo e implementando una reglamentación sobre la paridad en todos los poderes de Gobierno, tanto Ejecutivo, Legislativo como Judicial. Esto, en la Argentina, es una deuda pendiente.
Por ello, emulando los postulados de la compañera Evita y por los que tanto lucharon con el General Perón en este glorioso movimiento peronista, voy a citar una frase que refleja la realidad actual de nuestro país, pese a haber transcurrido 69 años desde la sanción de la Ley del Sufragio femenino: “Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora ínfima…”.
