El 17 de Octubre del 45 marcó sin lugar a dudas dos cuestiones fundamentales: una, el encuentro de un pueblo con su líder… Dos, el nacimiento de un movimiento nacional, de una filosofía política y de una doctrina internacional…

El pueblo argentino, desde los orígenes de su independencia de los “maturrangos”, enfrentó claramente una “GRIETA”. Por una parte, los partidarios del naciente liberalismo anglo-sajón, a saber, Saavedra, Liniers, Rivadavia, Sarmiento, Mitre, Roca, etc… por la otra, Moreno, Belgrano, Rosas, Alem, Yrigoyen…

Aquellos predicaban la supremacía de la filosofía europea, y de la libertad de comercio, y de empresa, la propiedad privada, y una curiosa denigración de todo lo argentino y americano…

Su máxima expresión ideológica, sin dudas, es Sarmiento. Treinta siglos antes, los romanos se designaban a sí mismos como “Civiles”, integrantes de la Civis, o ciudad, es decir, “civilizados”… y a los extranjeros como “bárbaros”. Pero el sanjuanino en uno de esos raptos de presunto talento con que los serviles de los imperios suelen adornar la historia, invirtió los términos. Y llamó Civilización a todo lo que viene de afuera, y Barbarie a todo lo nuestro, los gauchos, los indios, los criollos.

En ese marco, la derrota de Rosas, el triunfo del liberalismo, el régimen de explotación de los sectores populares que ilustra entre otros testimonios el Martín Fierro, cede ante la revolución radical de Alem e Yrigoyen, que lleva a la clase media al poder, al voto universal y la instalación de los principios de la democracia.

El golpe contra Yrigoyen, y la década infame, donde se conculcan todos los derechos del pueblo argentino, preanuncian el glorioso 17 de octubre, cuando el pueblo salió a buscar a su líder, preso en Martín García.

Perón no hizo sino recibir la devolución de sus esfuerzos por organizar a cientos de miles de trabajadores, a quienes defendió desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, y a una intelectualidad, cuyo mayor exponente era el grupo radical Forja.

Le escuché contar a don Arturo Jauretche que el 1 de octubre de madrugada se dirigía a La Plata en un micro de la empresa “Río de la Plata”, porque deseaba ver qué pasaba en los frigoríficos de Berisso y Ensenada, que el día anterior habían sido tomados por los trabajadores, cuando advirtió que columnas de cientos de trabajadores iban de la Plata hacia Buenos Aires.

Dijo que prestamente ordenó al chofer que detuviera su marcha, se bajó del micro, y, “por la puta pudiere”, se puso a la cabeza de la primera columna de trabajadores que pasó por el lugar. “Ese día, se hizo peronista”.

“¡¡¡Queremos a Perón!!!… Queremos a Perón!!!”… Quería decir: Queremos salarios dignos, queremos vacaciones y aguinaldo, queremos derechos de la niñez, queremos derechos de la ancianidad, queremos el voto femenino, queremos el voto y el enrolamiento de ls pueblos aborígenes, queremos la Independencia económica, la Soberanía Política y la Justicia Social…. Queremos una nueva Constitución que consagre la función social de la propiedad,… y al trabajo (no al capital), como el gran ordenador social. Y a la solidaridad como la virtud que unifica el entramado social. Y todo esto y mucho más les dio Perón.

Y dejó para el mundo una filosofía y una doctrina política, que constituye una categoría universal del pensamiento filosófico político, aun no superada.

El Peronismo o Justicialismo, en lo nacional, es una doctrina simple, popular, sencilla, profundamente humanista y profundamente cristiana. Y en lo internacional, concibe la evolución de la humanidad, como un tránsito hacia el universalismo, en el cual los países emergentes o subdesarrollados no tienen otra alternativa que implementar una tercera posición, que pasando por un continentalismo, permita a sus pueblos garantizar una mejor distribución de los bienes de la tierra.

Todo esto significa el 17 de octubre…

Y para los militantes peronistas, con Evita en el Corazón, por Perón, por Néstor, por todos los compañeros que murieron en la lucha por la Liberación Nacional, el recuerdo se sintetiza en nuestra frase histórica. “PRESENTES MI GENERAL”.