Por Federico Masso. Una mirada negativa del diputado de Libres del Sur, para quien el Gobierno debería asumir su responsabilidad y atender la “situación acuciante” de millones de argentinos.
Los últimos datos del INDEC confirman una realidad angustiante, 12,5 millones de pobres, 2,5 millones de indigentes. Si bien puede haber un descenso en la tendencia son cifras que debieran preocupar al gobierno nacional y que lo deben hacer reflexionar.
El Gobierno en el último tiempo ha tratado de menospreciar el conflicto social, el de los docentes, la CGT, la CTA, los movimientos sociales. Dicen que detrás de las inmensas movilizaciones que vivimos en las últimas semanas se oculta el inicio de la campaña electoral. Que todos estos son sectores desestabilizadores, que buscan volver al pasado. Sin dudas comenzó a escribir su propio relato.
Puede ser que lo digan por recomendación de su jefe de campaña, pero si realmente piensan eso no están interpretando la realidad angustiante de millones de compatriotas que no llegan a fin de mes, que no les alcanzan los ingresos para afrontar el inicio de clases. Son las familias sacudidas por los tarifazos, por las restricciones cotidianas debido al alza incesante de los precios.
A eso hay que sumarle el desprecio del presidente Macri por la Escuela Pública, a la que para él sólo se puede acceder cayendo, o el desconocimiento de una de las cifras que se ha convertido en un ícono de la realidad social de las últimas décadas: la jubilación mínima.
Jubilación mínima que no llega ni al 50% del límite de la pobreza establecido en $13.155,83. Jubilación mínima que perciben 3 de cada cuatro jubilados, a los que los recortes en el PAMI los vienen afectando sistemáticamente.
A los movimientos sociales la ministra Patricia Bullrich les viene prometiendo represión, cuando lo que debieran hacer es poner en marcha la emergencia social votada en el Congreso con un gran consenso de los distintos bloques.
Nuevamente tenemos un gobierno que frente a la realidad se empecina en anteponer su propio relato. Esa receta la conocemos, es la negación de los problemas, muchos de los cuales son de propia generación, no atribuibles a la herencia recibida.
El Gobierno debería asumir su responsabilidad y prestar atención a una situación acuciante para millones de argentinos e interpretar los reclamos que llevan a la a la difícil situación social por la que estamos pasando. Ya tendrá tiempo de lanzar su campaña electoral.
