El recambio legislativo que se producirá luego de las elecciones generales tuvo su hipotético adelanto en las pasadas elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Ese mapa, aunque con mucha cautela, disparó diversas acciones tanto de oficialistas como de opositores.

Los cuerpos colegiados necesitan de acuerdos para poder funcionar con cierta previsión, de forma tal que puedan realizar su contribución positiva al proyecto político en curso, aunque está claro que el acuerdo puede servir para ser el famoso “palo en la rueda” al que tanto se alude en el discurso político.

Muchos entienden que el 10 de diciembre de 2017, cuando se produzca el recambio legislativo tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado de la provincia de Buenos Aires, el acuerdo de “gobernabilidad” que selló la gobernadora María Eugenia Vidal con el diputado nacional y líder del Frente Renovador, Sergio Massa, habrá terminado.

Pero, en rigor, no se trata de la finalización de tal o cual acuerdo sino que todos los acuerdos terminarán, los internos al oficialismo y los externos, como sería el caso del FR. Y el interrogante principal que se impone en la agenda legislativa es que será del destino massista.

El resultado de las elecciones y cómo queden compuestas ambas cámaras determinarán por lógica los futuros acuerdos y también los desencuentros. Cambiemos avizora un futuro próspero, que se traduce en más bancas.

Si las PASO fueran el termómetro y dándose un resultado similar, el oficialismo podría quedar con 43 de 92 escaños en la Cámara de Diputados y 25 de 46 en el Senado. No faltan quienes estiran esos números; tampoco quienes los achican.

También está claro que el acuerdo parlamentario tiene, en principio, al menos dos instancias, en su planteo general. El quórum propio es un buen punto de largada porque además implica mayoría absoluta en las votaciones, pero también hay que ver cómo llegar a los dos tercios, algo que Cambiemos bajo ninguna circunstancia podría alcanzar. Así, la necesidad del entendimiento vuelve a tener vigencia.

Tiempos

Pero antes de llegar al 10 de diciembre y luego de las elecciones legislativas hay una buena cantidad de días donde podrían pasar algunas cosas. Que sucedan o no, depende también de cómo evolucione el actual entendimiento.

Por lógica, la composición legislativa 2015-17 ya aprobó, por caso, los dos presupuestos generales que corresponden al período legislativo, los del 2016 y 2017, pero no hay norma escrita que impida que antes del recambio se apruebe el Presupuesto correspondiente al año 2018.

Se sabe que el jefe de Gabinete de ministros, Federico Salvai, está trabajando para tener definido el presupuesto general para inmediatamente después de las elecciones presentar la ley de leyes que por Constitución debería haber sido elevado antes del 30 de agosto, es decir 90 días antes del final del período ordinario de sesiones, el 30 de noviembre.

De hecho, en las últimas reuniones que los funcionarios del Ejecutivo mantuvieron con intendentes y legisladores prácticamente quedaron definidas dos cuestiones presupuestarias fundamentales.

Por un lado, se sondea la posibilidad de tomar nueva deuda para encarar obras de infraestructura hídrica para paliar las inundaciones que afectan a gran parte del territorio provincial. Algo que requiere de un gran acuerdo legislativo.

Por el otro lado, los jefes comunales que desfilaron por la gobernación en estos últimos días para evaluar la marcha de la ejecución de las obras del Fondo de Infraestructura Municipal (FIM), pidieron por la continuidad del programa en el Presupuesto 2018.

Ambas filtraciones de las conversaciones entre los dirigentes bonaerense están dando cuenta que se está discutiendo y definiendo cuestiones que tiene que ver con el próximo Presupuesto general, que más temprano que tarde verá la luz.

Pero la idea de apurar el tratamiento del Presupuesto no cosecha una reacción pareja en toda la Legislatura, más bien queda claro que es bien recibida, al menos por ahora, en la Cámara de Diputados y no tanto en el Senado. Además podríamos decir que entusiasma más a ciertos sectores opositores que a los oficialistas. Pero está claro que el entusiasmo de sectores de la oposición rápidamente puede contagiar al oficialismo.

También hay que tener en cuenta que no solo se trata del Presupuesto también hay otras cuestiones muy importantes que se deben considerar en la Legislatura como es la renovación parcial del directorio del Banco Provincia, la vacante de la Suprema Corte de Justicia y las dos vacantes en el Tribunal de Cuentas.

Los que alientan la alternativa “ansiosa” entienden que antes de fin de año la cuestión estaría terminada, pero todos saben que sería una mala forma de arrancar el futuro período legislativo. No obstante, la tensión está instalada y emite mensaje hacia ambos lados, hacia los viejos y hacia los hipotéticos nuevos.

Las posibilidades

La idea de que la política tendrá que hacer el ajuste deslizado por la gobernadora Vidal en una entrevista, también circula por los pasillos. Vidal dijo que “para reducir el déficit fiscal tiene que haber un violento ajuste de la política en cargos y asesores”. Además agregó que se debe “ajustar el tamaño de la Legislatura”.

La traducción más directa de estas expresiones parecería ser que la Cámara de Diputados debería dejar de tener una vicepresidencia jerarquizada que en rigor funciona como contralor de las decisiones de la presidencia, a partir de ese sistema de doble firma que se ideó en épocas de Eduardo Duhalde, cuando Osvaldo Mércuri comandaba los destinos de la casa y el acuerdo de los bloque del Frepaso y la UCR imponían a la primera minoría, el PJ, las autoridades del Palacio. Pero, además, no necesariamente tiene que ser un lugar ocupado por un miembro de la oposición, tal como funcionó la mayor parte del tiempo desde su existencia.

Pero hay un tema histórico que se pierde a la hora de evaluar el gasto de los legisladores o de la Legislatura, que su presupuesto en gran medida está atado, más que el resto de las otras áreas del Estado, a un tope presupuestario, que es el 1,5 % del Presupuesto total de la Provincia.

Así los $ 6.464 millones presupuestados para el corriente año dividido en $ 3.686 millones para Diputados y $ 2.778 millones para el Senado, efectivamente representa el 1.24 % de un Presupuesto general de 520.000 millones de pesos que corresponde a toda la Provincia.

No son pocos los que piensan que se puede suprimir la vicepresidencia jerarquizada y disminuir o no aumentar el presupuesto de la Legislatura para el próximo año, pero al mismo tiempo sostienen que los aportes serán limitados, por no decir insignificantes en lo concreto. Más bien se ven como una forma de seguir “vapuleando a la política”.

In-conclusión

De las muchas variantes que circulan por la Legislatura de la provincia de Buenos Aries lo que aparece claro para el oficialismo es que el FR o 1País es un aliado del cual no puede prescindir, en principio. Pero lo que sucede es que nadie sabe qué será de ese colectivo tras las elecciones, cuál será su existencia y como articularán los distintos actores.

Una cuenta rápida nos indica que en el Senado el bloque de 1País, tal el nombre que ya adoptó allí, con dos, cuatro o seis miembros siempre será necesario para el bloque de Cambiemos en el recinto, a la hora de conseguir los dos tercios necesarios. La cuenta siempre da 31, porque lo que podría perder 1País en las elecciones lo ganaría Cambiemos.

Pero el panorama en Diputados es mucho más complejo, además allí intervienen otro bloques como las dos bancadas filo randazzistas, con futuro incierto. Pero también el futuro es incierto en el bloque del FR con una existencia hipotética futura de unos 15 miembros, más restos del randazzismo que en una mala cuenta acula 6, pero al menos dos estarían más cerca de UC y pasaría a integrar un bloque de 30 de UC que sería el límite respecto de los dos tercios, 62.

Pero dos episodios suman incertidumbre en la bancada que queda como potencial aliado del oficialismo, en el supuesto que hoy campea, de una oposición cerrada de lo que sume UC, más los 11 diputados del FpV que se suman a la cosecha electoral, pues tienen mandatos hasta 2019, haciendo aquel bloque de 30.

Por un lado los episodios ocurridos en la última sesión de la Cámara baja donde el FR esbozó un bloque desequilibrado y anárquico que voto dividido y con mayoría de ausentes. El otro dato es la posición antagónica que la bancada de diputados sostuvo respecto de la adoptada en el Senado en relación a la adhesión a la nueva ley de Riesgo de Trabajo. Sucede que Jorge D’Onofrio que preside la bancada de senadores sería a partir del 10 de diciembre diputado.

En definitiva, el massismo que funcionó estos dos años, más allá de los dimes y diretes, con cierta disciplina y estabilidad está perdiendo la línea y se vuelve impredecible por estas horas.

Por ello, en el oficialismo, no terminan de resignarse sobre la posibilidad, hoy remota, de encontrar un entendimiento de gobernabilidad, con intendentes de UC, que en principio perdieron la primera estocada, a la hora de la conformación de las lista, donde no muchos intendentes, digamos con cierta independencia de la conducción, pudieron imponer sus candidatos. Empero, algunos pasaron.

En Cambiemos también hacen bien ese conteo, pero todo sigue siendo muy finito y los números son hipotéticos, por ahora.