La discusión en torno a la designación del Defensor del Pueblo de la Nación se ha postergado durante ocho años, esto nos obliga a reflexionar sobre las candidaturas y los requisitos en los que se enmarcan.

El piso de idoneidad, la trayectoria profesional y académica, y la legitimidad moral de los candidatos a Defensor del Pueblo, son fundamentales frente al actual escenario que vive nuestra sociedad. Sin embargo, esto no debe servir como plafón para desconocer la participación femenina, altamente calificada y con los mismos derechos, en un Estado que debe ser ejemplo y promover la igualdad de género en todas sus instancias.

El acceso a los puestos jerárquicos de poder, es cada vez más reducido para las mujeres. En marzo de 2016 presenté el proyecto S-488/16, que pretendía ordenar el procedimiento de selección de miembros de la Suprema Corte, a fin de fortalecer el sistema republicano, incrementar la calidad institucional y garantizar la representación femenina.

Lamentablemente, desde el año pasado el alto tribunal está integrado por cuatro hombres y una sola mujer. Hoy estamos frente al mismo paradigma en la designación del Defensor del Pueblo, ya que de los 20 postulantes, sólo cinco son mujeres.

Por ello estamos esperando que en la terna que defina la Comisión Bicameral de Defensoría del Pueblo, se garantice al menos una candidata mujer.

El artículo 86 de la Constitución sostiene que la Defensoría “es un órgano independiente instituido en el ámbito del Congreso de la Nación, que actuará con plena autonomía funcional, sin recibir instrucciones de ninguna autoridad”.

La importancia de la misión del cargo exige que el mecanismo para su selección sea transparente y contemple la participación ciudadana; es decir, que realmente se circunscriba a una real representatividad de las situaciones que atraviesan las mujeres y los varones.

Resulta trascendental garantizar candidaturas que expresen los principales problemas que enfrenta hoy la sociedad y, en este sentido, la perspectiva de género en la Defensoría del Pueblo es fundamental para avanzar hacia la igualdad de género.

Como decía Juana Azurduy: “¿Qué justicia proclamáis si continuáis esclavizando y excluyendo a la mujer de todo ideal?”. Es inadmisible que las tres candidaturas que lleguen al recinto excluyan a la mujer, por ello apelo a la voluntad y la perspectiva de género de mis pares.