El peronismo se enfrenta a una de las mayores crisis de su historia. No me gusta comparar momentos históricos ni coyunturas, pero hoy el peronismo tiene dos caminos: aprovechar la oportunidad que brota en las crisis o sucumbir ante líderes mesiánicos que solo muestran la luz del tren que viene de frente en el túnel.

Tampoco soy fanática de hablar de la “reconstrucción del peronismo”, ya que hoy lo que debería imperar es una reconstrucción en la forma de hacer política. Guste o no, Cambiemos puso la vara alta en este sentido.

Si dividimos grosso modo entre los dirigentes jóvenes del peronismo y los que ya están en un período consultivo, podemos decir que la expresidenta es lo mejor y lo peor que hay en este momento en sus filas. Lo mejor, porque aunque no alcanza y en cada elección son menos, tiene caudal de voto propio; y lo peor, porque su figura y sus formas no dejan crecer otros liderazgos mucho más adecuados para este momento de resurgimiento.

El peronismo está perdido, no encuentra un rumbo, hablan de reconstrucción pero son los mismos. Hablan de una fuerza, un movimiento pero hoy solo quedan pequeños pedazos que no hacen un todo.

¿Hay salida? Depende de muchos factores, entre otros la de generar una fuerza con masa crítica parecida a Cambiemos pero distinta, o sea con Justicia Social pero con dirigentes jóvenes, libres de sospechas de corrupción, con éxito mostrarle de gestión y más pendientes del futuro que del pasado.

Hay tiempo, ya que el 2019 no parece a priori ser el año de la alternancia, de todos modos el tiempo pasa rápido y hay mucho por hacer.

Tom Peters, Peter Drucker y Philip Kotler reconocidos gurúes del marketing hablan del axioma de la necesidad de la destrucción para poder reinventarse y es perfectamente extensivo al peronismo.

Peronistas llegó la hora del Cambio. ¡Peronistas Cambiemos!

Daniela Aruj es consultora de imagen