En una breve pero fuerte intervención, la diputada respaldó un proyecto del massista Daniel Arroyo para ampliar las líneas de microcrédito. El cruce con Leopoldo Moreau y el “lapsus” de las coimas.
La Cámara de Diputados fue escenario de un múltiple cruce desatado por la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, quien en una breve pero fuerte intervención -que incluyó un “lapsus” insólito- insistió con su reciente pedido de dar propinas y lanzó: “El progresismo estúpido no sabe lo que son los pobres”.
El origen de la discusión fue un apartamiento del reglamento del diputado Daniel Arroyo (Frente Renovador) para tratar un proyecto de su autoría que crea un “plan estratégico de microcrédito” para elevar el fondo a 12.500 millones de pesos.
“Este proyecto tiene que ver con la gravedad de la situación social. Si hay algo claro que está claro en Argentina es que está aumentando la pobreza y la desigualdad y que todo el mundo está endeudado”, contextualizó Arroyo.
El legislador explicó que “la ley de microcrédito actual permite sólo la puesta en marcha de créditos a tasas subsidiadas hasta 140 millones de pesos, que es menos de una aspirina para el contexto social”, y destacó que, de aprobarse su propuesta, beneficiará a 500 mil personas a tasas de hasta el 5% anual para adquirir máquinas y herramientas.
Fue entonces que Carrió pidió la palabra para respaldar la iniciativa y pedir que se trate en comisiones, aunque tuvo un acto fallido cuando intentó ratificar sus recientes declaraciones acerca del imperativo de dar propina.
“Cuando dije que era necesario que se mantengan las propinas y coimas…”, arrancó la legisladora, y desató murmullos en el recinto. De inmediato, se dirigió al jefe del bloque del Frente para la Victoria-PJ, Agustín Rossi: “Lo miré a usted y me acordé del hermano de Rossi y me vino el lapsus de las coimas”.
Carrió enfatizó que “los cartoneros trabajan, las manicuras trabajan y mucha gente que corta el pasto trabaja”, por lo que insistió en que dar propina “es una forma de solidaridad en momento de crisis”. Y remató: “El progresismo estúpido no sabe lo que son los pobres”.
En medio del alboroto, Graciela Camaño, jefa del bloque massista, salió en defensa de su par de la Coalición Cívica. “Es impropio que cuando una diputada habla, la abucheemos. Debemos tener consideración a nuestra propia investidura. Lo peor que podemos hacer es no respetar la manda que representa cada uno de nosotros”, dijo.
El jefe del interbloque Cambiemos, Mario Negri, intentó dar por terminada la discusión y expresó el compromiso del oficialismo para tratar el proyecto de Arroyo en comisiones. Sin embargo, Carrió no se quedó callada y volvió a pedir la palabra.
“Esto no me ha sucedido nunca en 22 años de ejercicio de mandato de diputada. Si para decir tres palabras no se puede hablar, esto es violencia”, se quejó, y agregó: “Se me dijeron todas las formas de discriminación de la mujer sin que yo jamás presentara una cuestión de privilegio”.
La diputada observó que “no es la primera vez que hay una especie de ira inexplicable”, y agregó: “No es de mi interés hablarle a un público cautivo. No hay una sola televisión”. De paso, aprovechó para reclamar una reforma del reglamento de la Cámara, con el fin de evitar que los debates se extiendan hasta la madrugada.
Quien recogió el guante fue el kirchnerista Leopoldo Moreau. “Es la primera vez que una colega dice que somos público cautivo. Somos ciudadanos que hacemos política y tenemos derecho a expresarnos a las 8 de la mañana, a las 6 de la mañana o a las 4 de la mañana, y hacerlo en el marco de un reglamento que la diputada tiene la costumbre de no respetar”, disparó.
Moreau le reprochó a Carrió que “aparece (en el recinto) a la hora que se prenden las cámaras de televisión, como fue en el caso de la ley de interrupción del embarazo”. En efecto, la legisladora pidió la palabra en esa oportunidad cuando el proyecto ya se había votado y habían pasado casi de 23 horas de sesión, pero Emilio Monzó se la negó.
