Arrancó la jornada con ganas de dar la nota. Fue cuando cerca de las 13.15, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, llamó a los legisladores a tomar asiento para poder arrancar la sesión, y él pidió la palabra para que se procediera a dar por caída la reunión, pues había concluido el tiempo de espera reglamentario. El titular de la Cámara lo ignoró e inmediatamente estuvo el número necesario para arrancar la sesión.

Así y todo, el salteño Alfredo Olmedo insistió en que él había estado desde temprano para la sesión y el tiempo había concluido.

Pero sobre el cierre de la sesión, cuando pasada la medianoche se votó la Ley Micaela, que había generado una amplia adhesión en los discursos –mayoritariamente femeninos-, la unanimidad imaginada no fue tal. Hubo 171 votos a favor y solo uno en contra. Ese voto negativo fue del diputado Alfredo Olmedo, autoproclamado precandidato presidencial que por lo visto tiene decidido llamar la atención en cuanta oportunidad esté a su alcance.

Durante el debate no había hablado para especificar su postura.