Esa es la convicción de Mario Negri, que remarca que la Argentina debe crecer para poder salir de la crisis. Confía en las posibilidades electorales de Cambiemos porque los argentinos “no quieren volver al pasado”. Sus planes para el caso de que sea electo gobernador de Córdoba.
Por Agustín Alvarez Parisi
Ganador por segundo año consecutivo del Premio Parlamentario (tercero para su currículum, también lo obtuvo en 2015), Mario Negri tiene ahora como objetivo a mediano plazo la gobernación de Córdoba, provincia de la que se confiesa enamorado. Como presidente del interbloque oficialista en la Cámara baja, admite los problemas actuales, pero recuerda que el Gobierno anterior dejó un país en default, con un mercado cambiario que estaba en casi un 50% y un déficit fiscal “casi récord”.
De cara al futuro, admite que la coalición gobernante debe dar “un salto cualitativo” y remarca que “Cambiemos debe ser algo más que un espacio electoral”.
Entrevistado por Parlamentario, obviamente su primera referencia es al premio que acaba de recibir como el diputado nacional más destacado de 2018. “Más que una buena noticia para mí, es un reconocimiento que sintetiza en una persona el trabajo colectivo de un bloque”, sostiene. Y agrega: “El mejor equipo no es adonde se destaca uno, sino que uno se destaca como consecuencia de tener un buen equipo, y el bloque del radicalismo como el interbloque de Cambiemos, siendo oficialista y minoría ha demostrado homogeneidad, equilibrio y capacidad para saldar las diferencias e insistir en los momentos más difíciles en la búsqueda del acuerdo parlamentario, que es una asignatura pendiente en la Argentina”.
- El último año realmente no hubo muchas sesiones en la Cámara de Diputados. ¿Cuál es su balance legislativo de 2018?
- En realidad, si fuera por los números, se sancionaron 66 leyes entre ambas cámaras… Pueden ser muchas, pueden ser pocas, van al compás del año parlamentario y de la naturaleza de los temas, y algunos de ellos muy controvertidos en la sociedad, que llevaron mucho tiempo de discusión. Pero también hubo leyes importantes; trabajar en el consenso del acuerdo fiscal llevó mucho tiempo, lograr un acuerdo, siendo minoría, para tener el Presupuesto, llevó también su tiempo. Hay que tener en cuenta que cuando uno es minoría es menos la cantidad de leyes que vienen del Ejecutivo que se aprueban que las que nacen en la propia Cámara, porque uno debe hacer concesiones. Hubo 19 iniciativas que vinieron del Poder Ejecutivo y 13 leyes importantes que tuvieron sanción definitiva. Si uno mide la productividad por la cantidad de leyes que se aprueban, los números fríos pueden determinar que fue un año con menor intensidad en cuanto a cantidad de sesiones; pero si uno lo mira en el contexto de la complejidad política y económica que ha vivido la Argentina, siendo minoría en ambas cámaras, ha sido un esfuerzo más que importante. Por supuesto que a uno le gustaría que fuesen más, pero la cantidad no siempre determina la calidad; peor hubiese sido tener cerrado el Parlamento, cosa que no ocurrió, y además hay que resaltar que el trabajo en comisiones este año fue más intenso que en otros años.
- También se aprobó la Ley de Defensa a la Competencia de la cual usted es autor junto con Carrió.
- No hay sociedad en el mundo moderno donde no haya necesidad de defensa a los consumidores que evite los oligopolios que no la tenga, aun en los países capitalistas, y la Argentina era una asignatura que tenía. Ahora es una asignatura pendiente todavía comenzar a aplicarla con más asiduidad y que la sociedad sepa que esta ley es en defensa de la gente y no en contra de la sociedad. Creo que eso fue un paso gigantesco que se venía frenando en el país.
- Dicen que Macri gobierna para los ricos, ¿qué les responde?
- Esta es la Argentina de las etiquetas. A contrario sensu, decían que el kirchnerismo gobernaba para los pobres y los que están enjuiciados son los que se hicieron ricos... Creo que la Argentina de los encasillamientos es un país color sepia. En realidad, lo que hay que analizar son las políticas públicas que se llevan adelante, y en materia social aun en los momentos de mayores dificultades, los presupuestos de este Gobierno reflejan hacia la seguridad social una de las mayores atenciones. Tanto la ampliación de la AUH, en la protección infantil, en la atención a la tercera edad, por supuesto no en los términos que uno quisiera… Lo que hay que pensar cuando uno hace política y está en el gobierno es que el desafío no es pelearse ni declararle la guerra al sector privado, sino tener presente el interés público, que es lo que define la calidad de un gobierno democrático; por supuesto, con errores y con aciertos. Me parece que es muy antiguo y muy retrógrado un discurso de esa naturaleza y de una enorme simplificación.
- La realidad nos indica que hay una inflación muy alta, de más del 40 por ciento; que aumentó la desocupación; que aumentó la pobreza, todo eso de cara a un año electoral. El Gobierno está preparando un manual para que usen los candidatos en campaña. Pero más allá del manual, ¿cómo hará el Gobierno para revertir esta situación en menos de un año que queda para las elecciones?
- No conozco lo del manual, pero hay que persistir en dar la batalla para resolver los problemas. En realidad no son problemas que hayan nacido hoy, y esta no es una disculpa, sino que es la recurrencia de problemas que no se han podido resolver hoy, y eso hay que reconocerlo. El modelo que vivimos durante doce años con el kirchnerismo es imposible que retorne. Solamente en la memoria de sectores de la sociedad que lo disfrutaron y que están convencidos, algunos de buena fe, que es posible. Pero ese es un modelo inviable, porque era un modelo donde había un nivel de ingreso de dinero -consecuencia de los precios internacionales- que le permitió hacer un populismo donde se repartía dinero a mansalva sin generar riqueza en forma proporcional. Lo que sucede es que el Gobierno anterior se fue con un país prácticamente en default, un mercado paralelo cambiario que estaba casi en un 50%; el déficit fiscal -nos olvidamos- hace dos años era casi récord, y había un récord de gasto público, había trepado a un 45% y estábamos con una pobreza trepando el 30%, con los mejores precios internacionales…
- ¿No considera que la situación económica está muy mal?
- Obviamente que el Gobierno no ha podido resolver los problemas centrales y estructurales de la economía, pero esa en todo caso es una agenda que atraviesa a toda la política del país en todos los tiempos, porque lo que es déficit fiscal, inflación, falta de crecimiento, persistente caída de la balanza comercial, es un menú que le ha hecho “goles” a todos los gobiernos. La falta de una política inflacionaria, la falta de un acuerdo común en políticas de Estado, ha sido la constante cíclica que ha caracterizado en los últimos 40, 50, 60 años de la Argentina. Por supuesto que eso no es un consuelo para el que gobierna, en todo caso tampoco lo pudo resolver este gobierno. Y cuando pintaba hasta abril que el camino tenía alguna idea de crecimiento, se desató la crisis que todos conocimos y que tiene muchas concausas, no solamente una sino varias y algunos errores del Gobierno... Entonces no hay otro camino, no hay magia en la Argentina.
- ¿Cómo se sale de esta crisis?
- No hay forma de salir de la crisis sino con un acuerdo básico y político importante que nos refleje el estado del país que tenemos y la demanda que hay en un futuro tan complejo. La Argentina tiene que crecer, no se resuelven las desigualdades, ni la pobreza, si no se crece, y no se crece si no reducimos la inflación.
La política argentina tiene un enorme déficit, y es que no ha podido ponerse de acuerdo en una política inflacionaria. Con la inflación se han ido gobiernos, con la inflación se han ganado elecciones, con la inflación se ha empobrecido más la gente. Entonces, que en este ciclo todavía entre oposición y Gobierno no podamos encontrar un común denominador para una política antiinflacionaria que nos saque de estar entre los tres países con más inflación en el mundo, decididamente hay que proclamarlo como un fracaso de la política y no solamente como un problema económico.
- A pesar de todo esto, ¿Macri irá por la reelección?
- En nuestro país estamos acostumbrados a que los vaivenes electorales han ido acompañados siempre de los vaivenes económicos, pero creo que la sociedad ha ido comprendiendo algunas cosas más inteligentes que los dirigentes. Si el Gobierno puede demostrar en este tiempo muy difícil, a pesar de ordenar las cuentas, a pesar de la recesión, a pesar del aumento de la pobreza, tiende a estabilizar los primeros síntomas del incendio que fue la corrida cambiaria, que la inflación comience a ir a la baja aunque sea todavía muy alta, y que comencemos algún signo de recuperación y de confianza que nos permita a nosotros salir de la incertidumbre, creo que la sociedad no solo va a votar por acompañar, sino que lo que tiene claro que no quiere volver al pasado. Y en eso se vota no solamente con la economía, sino que se vota con muchas otras cosas que también han mejorado en la Argentina.
- ¿Por ejemplo?
- A veces no nos damos cuenta de que en la Argentina de hoy hay arrepentidos, porque hubo una Ley del Arrepentido que permitió ver la connivencia del Estado con sectores que hoy fueron y se animaron a confesar que se había convivido haciendo negocios en forma ilegal. Y eso definió también un paso enorme de la credibilidad que tiene la Argentina frente al mundo para poder atraer inversiones.
Bajar el costo argentino, ser previsible, que funcionen las instituciones, que haya justicia independiente, es un esfuerzo gigantesco que el Gobierno, con errores y con aciertos, está intentando hacer y que demuestra a todas luces, por más que se quiera decir lo contrario, que es la contracara de la Argentina que dejamos atrás.
- Hasta ahora las encuestas indican que hay mucha paridad entre Macri y Cristina. ¿Usted cómo lo ve?
- Las encuestas son una fotografía del momento, me da la impresión que la gente no quiere volver atrás, y cuando dicen no quiero volver atrás, no es que estén aplaudiendo al Gobierno. Es como un grito desesperado para que hagamos las cosas rápidamente mejor para que esa tentación no exista. Otra es que las sociedades por lo general tratan de no suicidarse después de una mala experiencia como la que ha pasado, porque fue un país de ficción en el que vivió durante un tiempo prolongado, que es imposible de recrear hoy. Me parece que el desafío está ahí, quizá alguien podría decir que hoy la discusión electoral está planteada en los términos de que se ha traído al presente lo que fue derrotado en el pasado, y eso podría decirse que es responsabilidad de Cambiemos. Bueno, a lo mejor la realidad ha configurado esa esencia que no es la que nosotros imaginamos y es la que deberíamos tener, tenemos que tratar de superarla y salir rápidamente de ahí.
- ¿Si hubiera una segunda vuelta cree que el peronismo se va unir con el kirchnerismo?
- ¿Qué peronismo? Lo digo respetuosamente: creo que la vigencia de Cristina está atada a que ningún dirigente del peronismo se anima poner el mismo énfasis en lo que dejó el kirchnerismo en el pasado, pero le pega alaridos de oposición al Gobierno actual. Las críticas a la década ganada son el uno por ciento de las críticas al Gobierno actual. Es decir que en los que se dicen no kirchneristas pero que fueron socios o hijos del kirchnerismo, y que hoy toman distancia, no hay nadie todavía que haya demostrado la envergadura de poder superar lo que ayudó a crear y lo que heredó. No he visto dirigente alguno en el peronismo hoy que sustituya el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner. En el peronismo siempre hay alguien que está llegando y siempre hay alguien que no tuvo nada que ver con el pasado, y creo que eso también define parte de la crisis de la Argentina.
- ¿Cuál es hoy la situación dentro de Cambiemos?
- Después de Gualeguaychú, y al cabo de dos años, supe decir que este era un prototipo que evitó que el país terminara con los bolsos de (José) López en un despacho y los terminara tirando en un convento para poder evadir la justicia. Pero en realidad es un prototipo que había cumplido la mitad de los kilómetros, que estaba en boxes y que tiene que dar un salto cualitativo. Somos una coalición que ha sido más fuerte parlamentariamente que la expresada en el propio Gobierno y que por la diversidad de la misma cada uno de sus actores debe pensar y replantearse si ese mismo modelo de coalición es el que debe asumir el nuevo desafío de una Argentina inconclusa. Si esa coalición tiene fortaleza por sí sola de la manera en que fue creada, o si necesariamente tiene que buscar mayor legitimidad en la discusión adentro sobre las políticas públicas y los problemas más centrales que tiene el país. Cambiemos debe ser más algo más que un espacio electoral y tiene que profundizar un espacio de prioridades de la Argentina inconclusa que tenemos.