En el marco de una nueva audiencia del juicio por el fallecimiento de la periodista y legisladora porteña, Débora Pérez Volpin, la instrumentadora quirúrgica Miriam Frías expuso ante los jueces y complicó aún más a la anestesista Nélida Puente, quien está acusada de ser responsable de esta muerte junto al endoscopista Diego Bialolenkier.

En ese sentido, Frías recordó que fue la encargada de solicitar ayuda a la cardióloga de turno Agustina Ramos, cuando la intervención médica empezó a presentar dificultades. Y si bien mantuvo casi todo el relato que le había dado a las autoridades en etapa de instrucción, durante la audiencia modificó algunos puntos de su declaración.

Así, en primer instancia, había asegurado que cuando Pérez Volpin entró en paro cardíaco, le avisó a Claudia Balceda -la jefa de turno- lo ocurrido y que posteriormente se dirigió a la farmacia y tomó por su cuenta un tubo endotraqueal. Después regresó a la sala y en el camino le avisó a sus compañeras que llevaran la torre de paro -el carro que se usa para las reanimaciones- al quirófano.

Pero durante la declaración en la ocasión del juicio, la instrumentadora aseveró que fue a la farmacia a buscar una nueva dosis de propofol, la droga que usó Puente para anestesiar a la difunta legisladora. Asimismo, señaló que cuando volvió Puente le estaba realizando “masajes cardíacos” y que intentó colocarle la máscara laringea, aunque no pudo hasta la tercera vez.

“Además de intentar intubarla aspiraba y como no lograba colocar el tubo endotraqueal, le colocó la máscara laríngea”, remarcó Frías e insistió en que comenzó a hincharse luego de que la anestesióloga intentara colocarle la máscara. “Se notaba sobre todo en los ojos y la garganta, no fue algo abrupto, se fue hinchando de a poco mientras los terapista intentaban reanimarla”, concluyó.