Itai Hagman es una de las apuestas jóvenes del Frente de Todos en la Ciudad. Tercero en la lista de diputados nacionales, el referente de Patria Grande habló con parlamentario.com sobre las causas de corrupción kirchnerista, el drama de la pobreza y la gestión del oficialismo porteño. “No doy por sentado que Larreta vaya a ganar la elección”, afirmó.
Por Carolina Ramos
“No doy por sentado que (Horacio Rodríguez) Larreta vaya a ganar la elección, y no es por optimismo de campaña”. Itai Hagman tiene argumentos para creer que “esta vez la elección en la Ciudad va a ser distinta”, y los despliega en una entrevista con parlamentario.com, mientras toma mate en las oficinas del CEDESU, su centro de investigación, a pocas cuadras del Congreso Nacional.
Con 36 años, Hagman es una de las apuestas jóvenes del Frente de Todos. Tras haber participado junto al dirigente Juan Grabois de la construcción del Frente Patria Grande el año pasado, el economista accedió al tercer lugar de la lista de diputados nacionales por la Ciudad.
“El de Larreta es un gobierno que tiene deficiencias fuertes. Tiene muy buen marketing, hace obra pública, pero no puede resolver temas elementales. No hablo de megaobras: hablo de un hospital y de vacantes en las escuelas públicas”, advierte Hagman.
En otro tramo del reportaje, coincide con Grabois en cuanto a la ausencia de “pobres” en las listas de candidatos. “La política excluye a determinados sectores. O más bien reproduce lógicas de exclusión que están presentes en la sociedad”, explica. Además, sostiene que “si en Argentina la riqueza estuviera un poco mejor distribuida, podría ser un país con menos pobreza”.
-¿De dónde venís y cómo fue que llegaste a integrar la lista del Frente de Todos en la Ciudad?
-Vengo de una militancia social que empecé desde muy pibe, haciendo laburos en barrios populares, y cuando entré a la universidad fui presidente de la FUBA (Federación Universitaria de Buenos Aires) en 2010. Recién en los últimos seis, siete años empezamos a meternos un poco más en política institucional, pero por una cuestión generacional de los que empezamos alrededor del año 2001, siempre con cierto rechazo a la política tradicional. Hicimos ese proceso, fui candidato varias veces, y el año pasado conformamos el Frente Patria Grande. Ya veníamos de un acercamiento al kirchnerismo, sobre todo a partir de que ganó (Mauricio) Macri. No fuimos kirchneristas ni fuimos parte de su gobierno, pero a partir de que ganó Macri empezamos a acercarnos un poco más. Para nosotros el Frente de Todos era la consecuencia natural, era lo que había que hacer para tratar de evitar que Macri siga gobernando. Ya en el balotaje de 2015, si bien no fuimos parte del Frente para la Victoria, llamamos a votar a (Daniel) Scioli, porque entendíamos que un gobierno de Macri iba a ser devastador para la Argentina. Pero lo que pasó finalmente fue peor de lo que esperábamos. La Argentina no aguanta cuatro años más así, y por eso somos parte del Frente de Todos, que para nuestra satisfacción no es solo la reunificación del kirchnerismo y el peronismo, sino que es más amplio, porque incorporó sectores que no fueron parte del gobierno anterior. En la Ciudad esto se ve más claro: estamos nosotros, “Pino” Solanas, Matías Lammens… es un frente muy plural y diverso.
-¿Cuál es tu posición sobre las causas de corrupción que involucran a la expresidenta y a funcionarios de su gobierno?
-Sería necio negar que existieron hechos de corrupción. También sería necio asociar a la corrupción con un espacio político en particular, porque se podría hablar de la corrupción que atravesó a todas las fuerzas políticas de la historia argentina. El propio presidente es hijo de la patria contratista. Lo que nosotros cuestionamos es que se ha utilizado al Poder Judicial para entrometerse en la disputa política, y eso se ha instrumentado a través de un entramado que ahora se puso en evidencia, de jueces, espionaje y medios de comunicación, con objetivos claramente proscriptivos. Cuando nosotros salimos a defender a Cristina por lo que entendimos que era un intento de proscripción, lo hicimos por eso y porque confiamos en que Cristina es una mujer honesta. Querían hacer en Argentina algo parecido a lo que lograron en Brasil. Dicho esto, no significa negar que haya habido hechos de corrupción que merecen ser investigados, y que todos los funcionarios que hayan cometido delitos que sean demostrados, tienen que ser condenados. En los gobiernos populares, que quieren hacer políticas en favor de las mayorías, el daño que producen los hechos de corrupción es todavía mayor, con lo cual hay que ser implacables. Creemos que hacia adelante, en este nuevo contrato social que propone el Frente de Todos, el tema de la corrupción tiene que estar. Y si la sociedad siente que hubo connivencia, que se miró para otro lado, que se relativizó la gravedad de los hechos de corrupción, hay que demostrar otra actitud. Las candidaturas principales del Frente de Todos tienen una trayectoria intachable en ese sentido. Tanto Alberto Fernández como Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, más allá de que gusten más o menos, fueron funcionarios y nadie los cuestiona por hechos de corrupción. Ellos pueden liderar un gobierno que hacia adentro sea implacable en la lucha contra la corrupción.
-En la Ciudad, Larreta parece tener la elección ganada, ¿cómo están haciendo para seducir a los votantes porteños?
-La Ciudad tiene una particularidad: es la primera vez que la elección a jefe de Gobierno se va a hacer de manera conjunta con la elección nacional; y es la primera elección a jefe de Gobierno que va a enfrentar el Pro luego de haber gobernado el país cuatro años. Por lo tanto, creo que esta vez la elección en la Ciudad va a ser distinta. De todos modos, si uno quiere tomar un parámetro, hace cuatro años, cuando Larreta fue electo jefe de Gobierno, lo hizo en un balotaje en el cual ganó por escaso margen, en un contexto donde la carrera presidencial de Macri estaba en pleno ascenso. Casi la mitad de los porteños votó por una alternativa. Por eso, yo pongo en discusión la idea de un macrismo invencible. Si a eso se suma que en el medio Macri gobernó cuatro años la Argentina y el resultado fue desastroso incluso para la mayoría de los porteños, que viven peor que hace cuatro años, y que vamos a una elección pegada a la presidencial, es perfectamente razonable que la elección de la Ciudad de Buenos Aires esté abierta. No doy por sentado que Larreta vaya a ganar la elección, y no es por optimismo de campaña. Además, la otra novedad es que del lado de la oposición se conformó un frente muy plural y diverso, con un muy buen candidato como Matías Lammens.
-¿Cómo influye que Lammens todavía sea poco conocido y que no provenga de la política?
-Que sea alguien de afuera de la política es algo que suma. A veces cuando uno hace campaña en la calle y habla con los vecinos, siempre está la demanda de gente nueva, y después cuando aparece alguien nuevo dicen ‘¿Y a este quién lo conoce?’ (se ríe). Mi sensación es que la recepción es buena, que Matías está creciendo mucho en conocimiento. Tiene buena capacidad de gestión y la gente lo va a ir conociendo a lo largo de la campaña. Se está instalando. La campaña es larga, porque entre las PASO y las generales son muchos meses de estar en la tele, de hablar con la gente, entonces hay oportunidad. Y está haciendo una campaña inteligente en la cual está tratando de instalar los temas de los cuales se habla muy poco en la Ciudad.
-¿Cuáles?
-Las enormes deficiencias de la gestión de Larreta, que supuestamente es un gestor eficiente que nadie discute. La Ciudad tiene el presupuesto más grande de la Argentina y la menor dependencia de recursos nacionales, y sin embargo no puede garantizar que todas las familias que inscriben a sus hijos en escuelas públicas tengan vacantes. Tampoco puede garantizar, más allá de los cambios positivos que hubo con el Metrobus, un sistema de subte de calidad; o que la comuna más pobre, que es la 8, la de Villa Lugano y Villa Soldati, tenga un hospital público, cosa que prometieron hace doce años. Todo esto habla de un gobierno que tiene deficiencias fuertes. Tiene muy buen marketing, hace obra pública, pero no puede resolver temas elementales. No hablo de megaobras: hablo de un hospital y de vacantes en las escuelas públicas. La eficiencia no es tan real como la imagen que construyó Larreta.
-Grabois, referente de tu espacio, se quejó de que en las listas de candidatos “faltan pobres”, ¿coincidís?
-La política excluye a determinados sectores. O que más bien reproduce lógicas de exclusión que están presentes en la sociedad. Hace no mucho tiempo atrás, las mujeres estaban excluidas de la política. Hubo que sancionar una ley de cupo, y ahora la paridad, porque lamentablemente sin esas leyes que obligan a los partidos políticos a incorporar mujeres a las listas, eso no pasaba. Lo que Juan plantea es por qué los sectores populares, que no tienen título universitario y que según el prejuicio de muchos sectores no están calificados o preparados para ejercer cargos, no pueden ocupar lugares en las bancas. Yo estoy de acuerdo. Un modelo ideal de democracia sería un modelo en el cual los Parlamentos se parezcan lo más posible a la población que representan. Si la mitad de la sociedad son mujeres y la otra mitad son hombres, lo ideal sería que el Congreso se parezca lo más posible a eso. Y esto pasa también con los distintos sectores sociales. Si hay cuatro millones de argentinos que viven en villas, ¿por qué no hay ningún villero en el Parlamento? Estamos hablando de aproximadamente el 10% de la población. Lo que está evidenciando Juan es que esos sectores no acceden a la representación, y eso es por prejuicios, por pensar que la única forma de acceder a un cargo público o ejercer un lugar de representación es a partir de pergaminos académicos. Nosotros promovimos algunos compañeros que quedaron en las listas, por ejemplo, de la provincia de Buenos Aires, pero no en lugares expectables.
-¿Y cómo se hace para terminar con la pobreza?
-Obviamente la pobreza aumenta cuando las condiciones generales empeoran: si cierran empresas, aumenta el desempleo y caen los salarios, hay más pobres. Si hay un modelo económico que prioriza al sector financiero sobre el productivo, que cree que la concentración del ingreso es buena y que la rentabilidad empresaria es más importante que el salario, y que considera que hay que flexibilizar las condiciones de trabajo, ese modelo económico siempre va a generar más pobreza. Pero el otro enfoque que nosotros promovemos si pensamos en pobreza cero es que hay que empezar a discutir la riqueza. Argentina no tiene altos niveles de pobreza porque sea un país pobre: tiene recursos naturales en forma abundante y extraordinaria y tiene un nivel de producto per cápita medio en el mundo. Es decir que si en Argentina la riqueza estuviera un poco mejor distribuida, podría ser un país con menos pobreza. Nosotros hicimos estimaciones sobre el nivel de concentración del ingreso que dan resultados interesantes. La indigencia ahora está en el 7%, y si uno mira los recursos que le faltan a esa gente para llegar a la canasta básica alimentaria, esos recursos los concentra el 0,04% de la población. Es decir, lo que le falta al 7% de la población para morfar lo concentran solamente 14 mil personas, y lo que le falta al 35% de personas que son pobres, solamente lo concentra en términos de ingresos el 1% de la población. Es una forma de pensar el problema: a lo mejor una política de distribución del ingreso nos permitiría terminar con la pobreza. No digo que tenga que ser la única política, pero la plata que mucha gente perdió de su bolsillo, no es que se esfumó, sino que hay otros sectores que ganaron, y siempre en las crisis económicas hay sectores que ganan. No es cierto que todos pierden. En el macrismo, el sector financiero, el sector energético y el sector agroexportador mejoraron sus ingresos y sus ganancias a costa del resto.
-¿Qué leyes vas a impulsar?
-Tenemos proyectos vinculados a los movimientos sociales. Uno es el de urbanización de los barrios populares. La ley sancionada en 2018 creó el RENABAP (Relevamiento Nacional de Barrios Populares) y a partir de ese registro los movimientos sociales armaron un proyecto de integración urbana de los más de cuatro mil barrios populares que existen en Argentina. Ese es un proyecto a doce años, que cuesta mucha plata, y yo voy a pelear para que sea ley. La Argentina puede, en una década o más, dejar de tener villas. También voy a promover una ley de envases, vinculada al sistema de reciclado, ya que el tema del medioambiente no lo aborda casi nadie. Esta ley también tiene un costado social, porque existe una vasta población organizada en cooperativas -y en algunos casos, de manera informal- de recicladores urbanos, los llamados cartoneros, a quienes hay que formalizar. La ley busca financiar un sistema de reciclado social con cuidado del medioambiente y al mismo tiempo la creación de puestos de trabajo a partir de la experiencia de las cooperativas de reciclado. También quiero trabajar sobre la juventud. Mi generación es una de las que más sufre los problemas de la Argentina. El caso del empleo es el más evidente: es la población donde se concentra la mayor cantidad de empleo precario. Tenemos un proyecto de empleo joven sobre cómo hacer para que el Estado ayude a ejercer esos trabajos precarios en condiciones dignas, financiando los aportes sociales y garantizando un piso de ingresos. También quiero trabajar sobre el tema de ciencia y tecnología, desde el punto de vista de la cantidad de jóvenes profesionales que hoy se están yendo del país porque el Conicet está desfinanciado y porque no hay financiamiento para que puedan desarrollar una carrera académica. El tercer tema de juventud es el de los alquileres. Hubo un intento de sancionar una ley que quedó a mitad de camino, y nos parece importante que el Estado empiece a regular. Independientemente de que muchos tenemos el sueño de la casa propia, la realidad es que podemos estar décadas y eso quizás no va a pasar. Por eso en el mientras tanto tenemos que empezar a pensar el tema del alquiler no como algo temporal, sino como algo que forma parte del horizonte de vida de generaciones enteras. Hay gente que probablemente sea inquilina toda su vida, o por lo menos treinta años de su vida, por eso hay que tener políticas para que el alquiler no le represente el peso que hoy representa en los ingresos, que no sea tan complejo alquilar por las condiciones que se exigen, y sin la incertidumbre que genera, porque los contratos duran dos años y es un período muy corto.
-¿Puede haber una definición electoral en primera vuelta?
-Sí, porque el escenario electoral es de fuerte polarización. Para la elección de octubre imagino un clima más parecido a un balotaje que a una primera vuelta. Es más: aspiro a que sea así, porque en el balotaje de 2015 se despertó una consciencia ciudadana muy fuerte de gente que salió a la calle a militar para tratar de evitar que ganara Macri. No alcanzó, pero fue algo muy fuerte. Yo deseo que eso pase en octubre, porque me parece que más allá de lo que hagan los candidatos y los partidos, para ganar esta elección también necesitamos una energía ciudadana, un pueblo que se movilice para tratar de garantizar un triunfo del Frente de Todos. Ojalá que en primera vuelta se de ese escenario y que se pueda definir a favor del Frente de Todos.