Además de observar gratamente una civilidad manifiesta de todo un pueblo colombiano que terminó de votar en el día de ayer sin casi ningún tema de violencia de relevancia, en un territorio que suele haberlas en demasía, me gratificó ver cómo aquella persona que dirigió los destinos de Medellín entre 2012 y 2016 era elegido por el voto popular como el nuevo gobernador de Antioquia (cuya capital es justamente Medellín), con casi el 39% de los votos.

A Aníbal Gaviria Correa me refiero, elegido en dos oportunidades como el mejor servidor público de Colombia luego de su primer paso como gobernador en proceso anterior, y por su administración como alcalde de la que fuera la ciudad más peligrosa del mundo y hoy luego buenas gestiones con matices, la más innovadora del mundo, Medellín.

Aníbal es un gran maestro, que cree fuertemente en la presencia del estado moderno en todos los rincones del territorio, y tiene más que claro, porque sus éxitos así lo muestran, que se debe trabajar para la vida y por la gente, para llevar salud, educación, trabajo, cultura y educación, teniendo entre sus premisas la Seguridad Pública en su territorio, librando en cada uno de los puestos en los que se desempeñó junto a su equipo, una lucha directa y dura de verdad sobre narcos y bandas criminales.

El y su equipo fue el lugar donde hace años vine a abrevar y absorber conocimiento en esa materia y fueron muy generosos al compartir conmigo. Y no solamente lo compartieron, sino que me dieron un mensaje para llevar a mi país en tema de lucha contra el narco que decía algo así como “hagan algo ahora, luego será demasiado tarde…” Tal cual transmití. Pero los años de inacción y los pocos en los que no se alcanzó a tener políticas claras y más fuertes y decididas sobre la materia hicieron que esa advertencia siga aún muy vigente.

Aníbal alejó con su discurso los extremos políticos y centró sus palabras ciertas, claras y sin rencores, en él mejorar la vida de sus conciudadanos.