En el siglo XIX, la religión era el opio de los pueblos, en el siglo XX, el opio empezó ser la religión de muchos gobiernos, y en este siglo XXI, la droga es la primera dama de varios narcos presidentes. El diplomático francés Jean Nicot (1530-1600), desde su embajada en Lisboa, escribió a la reina Catalina De Médicis, esposa de Enrique IV de Francia: “Esta planta (tabaco) produce un estado de quietud y sumisión, ideal para someter a la plebe”. El alcaloide conocido como nicotina, le debe su nombre a él, que se lo podría señalar como el primer “Narcopolítico”, en cuyo honor la nicotina, se convirtió en su compañera broncopulmonar, hasta su muerte a los 70 años. La segunda droga geopolítica, fue la cafeína. El religioso, político y diplomático francés Charles Talleyrand (1754-1838), decía que el café debía ser negro, como el infierno. Caliente como el amor y sabroso como las mujeres. La tercera droga favorita de los narcopolíticos fue el alcohol etílico y quizá su más conocido representante: George Bush (II). Pero la gran dama de la geopolítica postmoderna es doña cocaína y su amante más famoso: Pablo Escobar Gaviria, el rey del narcoterrorismo en Colombia.

Estos tres verdugos (cigarrillo café y alcohol), formaban el cuerpo diplomático de la narco política, que entre todos, han matado más seres humanos que todas las guerras habidas en la historia universal. América Latina aprovecha la depresión espiritual colectiva y crea sus propios carteles en Colombia (Medellín-Cali-Bogotá), infiltra los partidos políticos. Quita y pone presidentes. Controla el Congreso Nacional y multiplica la producción de coca. Nacen así los narcopresidentes con sus narcoestados, desarrollando una impune economía criminal que controla más de US$ 500 mil millones al año y el 60% de ellos proviene del mercado norteamericano. La culta Europa es heroinómana, y un 1 gramito de Heroína 100% de pureza, cuesta US$ 1.000. En México hoy es casi imposible acabar con el narcotráfico porque ha penetrado en todas las esferas de poder.

El mercado mundial de la narcopolítica cuenta con unos 50 millones de drogadictos en el mundo, la mitad de ellos en USA, distribuidos entre los suburbios del Bronx y Beverly Hills. Sólo el 10-15% de las ganancias del comercio de estupefacientes es reciclado a los cocaleros. El 90% se va a las arcas secretas de la Banca Internacional en los paraísos fiscales, y los gobiernos narcos locales, destruyen el aparato productivo nacional, con demagogia fanática, falsificando las banderas nacionales, allanando, sobornando, aterrorizando con expropiaciones, invasiones, confiscaciones, mientras levantan una economía de puertos y aeropuertos exportadores de drogas. Venezuela en apenas 4 años, cuadruplicó la exportación de cocaína, y Bolivia ha incrementado la producción de Coca en un 112%, hoy sólo necesita una salida al mar, para inundar de droga a todo el continente americano. Un graffiti boliviano lo resume: “Marxismo-leninismo-cocainismo”.

Las redes de los narcos estados tienen impunidad absoluta y cuentan con una estructura piramidal blindada, que es tan efectiva y escandalosa que solo es incautado un 10-15% de la droga, gracias al acuerdo secreto entre los narcos y autoridades. El restante 90% de la droga, tiene pasaporte diplomático en el mundo y viaja en aviones privados. Nunca se encuentran a los grandes capos, solo a los perejiles y si se los halla, un ladrillo de US$ 10.000, afloja hasta al policía más duro, dejando escapar al presunto. Una pintada de la oposición venezolana lo sintetiza: “Que narcoeficiente es la revolución bolivariana!”

Ningún producto ha generado tantas ganancias como el narcotráfico. Nadie produce tantos muertos anónimos. Nadie provoca tantos asesinatos. Nadie destruye tantas familias. El PIB de la droga es inauditable e incontrolable. Por cada millón de dólares invertidos en el narcotráfico, quedan cien mil niños sin escuela y sin comida. Aparte de las ganancias, el narcotráfico sirve a muchos políticos para esconder el gigantesco desempleo, los salarios de hambre, la ingobernabilidad, la desconfianza de inversionistas y “los arreglos de partidos por la sucesión presidencial”.