Por Edgardo Néstor De Vincenzi
Argentina sufre el mal del facilismo en lo social, el cortoplacismo en lo económico y la falta de profesionalización en campos científicos vitales.
El mayor desafío en este sentido será definir qué perfil de hombre queremos en nuestro país, para trabajar esas bases desde hoy a dos generaciones posteriores, ya que el mal que se ha hecho es irreversible generacionalmente. Hay que remontar la falta de educación y el facilismo de cobrar sin trabajar, que se instaló como endemia. El esfuerzo por luchar por un progreso individual no es un valor que se enaltezca en nuestra sociedad.
También resulta vital que los políticos, quienes manejan el campo más importante de todas las ciencias, ya que cada una de las decisiones tomadas en ese ámbito tiene un impacto inmediato en millones de personas; reflexionen respecto de la diversidad educativa, para ayudar a construir sociedades cada vez más interculturales e inclusivas.
La construcción del ser humano se inicia en el hogar. En las aulas es donde se realizan las epopeyas. Podemos hacer grandes diseños de propuestas educativas, pero ese trabajo solo será efectivo, si partimos de una base sólida de valores, al igual que sucede con la calidad de los frutos de los árboles, será absolutamente dependiente de la calidad de sus raíces. Y las raíces son las aulas en lo sistémico y el hogar en lo vital del ser humano.
Debemos apuntar al futuro, a poblar la Argentina de personas éticas, morales, reflexivas y críticas. Esa es la idea de formar Ciudadanos del Mundo. Porque quien no lo sea será un discapacitado social, ya que cualquiera, en pocas horas, puede venir de cualquier otra latitud, cultura o nación y hacer lo mismo que nosotros en mitad de tiempo.
El subdesarrollo no es un problema económico. No es un problema de falta de acceso a la educación por el nivel socioeconómico, sino que la brecha es axiológica: son los valores. El subdesarrollo de las personas y de las instituciones es pedagógico y político. Esta baja calidad de formación acarrea consecuencias sociales y económicas que son las que hoy padecemos.
El Estado y la Nación en su conjunto deben priorizar la educación como eje de cambio y desarrollo del ser humano y de la sociedad. Las decisiones definidas en el marco político, tendrán un efecto sobre las instituciones educativas a la hora de planificar cómo llevar a cabo sus planes. Es vital entender que la educación debe preparar para la vida, lo que significa asumirla en su complejidad y diversidad, con la capacidad de mantener los rumbos o direcciones esenciales, pero con la flexibilidad y apertura a las nuevas alternativas, por lo tanto creativamente, a través de la resiliencia. Igual de importante, es promover en nuestra sociedad, el espíritu de sacrificio; valor esencial para el desarrollo de una sociedad democrática.
Familia, Escuela, Sociedad y Estado conforman un todo, en donde cada una de estas partes se encadena y retroalimenta, construyendo el camino por donde pasa el presente, con la consecuencia del pasado y a la espera del futuro.
Prof. Dr. Edgardo Néstor De Vincenzi
Presidente de la Confederación Mundial de Educación (COMED)
Presidente de la Federación de Asociaciones Educativas de América Latina y el Caribe (FAELA)
Rector Emérito de la Universidad Abierta Interamericana (UAI)
Asesor General del Grupo Vanguardia Educativa (VANEDUC)