Nunca he sido un defensor de los bancos en términos tradicionales, y en general en la puja con la cadena productiva, he presentado innumerables proyectos e ideas que veces parecían contraponerse con el sector financiero.

Pero en esta realidad que afrontamos, hace que más allá de posiciones personales o ideológicas, se constituyan los bancos en un servicio esencial para los sectores pasivos, para nuestros abuelos, y también para miles de comerciantes; incluso para los que tienen planes sociales y beneficios que dictó el gobierno por estas semanas. Entre ellos incluso, hasta para los sectores informales, con las nuevas modalidades que los involucra, al igual que al servicio doméstico.

Tengo cientos de mensajes de La Matanza, y miles de mensajes de todo el conurbano con la necesidad en primer lugar que tienen nuestros abuelos, que en su mayoría cobran por ventanilla, por una cuestión cultural y de costumbre.

También de beneficiarios de planes sociales, de comercios y pymes, que quieren presentarse con la documentación para sacar el crédito del 24% para pagar los sueldos en sus empresas.

El servicio de préstamos personales, también cobra particular relevancia por su cancelación, refinanciación, o el otorgamiento de nuevos préstamos, que necesita la gente para subsistir.

Quizás muchos no lo saben, pero mucha gente del segundo y tercer cordón del conurbano -en especial- va a los bancos de Capital Federal, en épocas normales, cuando va a trabajar, y extrae de cajeros de allí gran parte del dinero.

Hoy eso es imposible.

De allí quizás el asombro de algunos cuando ven las largas colas en La Matanza y en el conurbano bonaerense.

Pedimos encarecidamente que se abran los bancos en un horario reducido, con prioridad a los jubilados que son los que más sufren, y puedan atender al público.