Una democracia con cuentas pendientes
Por Agustín Campero. El vicepresidente de la Convención Nacional de la UCR sostiene que en la provincia de Buenos Aires se viven las consecuencias de un Estado que “renunció a sus obligaciones más elementales en el momento más crítico”.

En este momento tan particular en el cual la pandemia ensombrece con incertidumbre la vida del mundo, en Argentina el miedo y la desazón se profundizan por los malos resultados económicos, sanitarios y educativos. En la provincia de Buenos Aires se viven las consecuencias de un Estado que renunció a sus obligaciones más elementales en el momento más crítico, con los efectos que están a la vista.
Argentina tiene que aprovechar las oportunidades que se presentan. Buenos Aires tiene toda la potencia para valerse de los momentos que vienen. Por su diversidad productiva, por la gran variedad de personas y empresas relacionadas con la economía del conocimiento. Por el nivel y el enclave de sus universidades y sus laboratorios, con su excelencia en la producción y servicios relacionados con el sector alimentario. Es necesario modernizar el entramado productivo de los grandes centros urbanos.
La democracia tiene serias cuentas pendientes. Tener a casi la mitad del país en la pobreza es intolerable. El esfuerzo personal e individual no basta para que la gente salga de la pobreza. Así el mérito es imposible e injusto. Quienes nacen en hogares pobres padecen más dificultades y vulnerabilidades que el resto, tienen el camino minado. Nuestro compromiso principal es que los chicos y las chicas tengan todas las mismas oportunidades sin importar en qué hogares nacen. Eso se logra bienes públicos de calidad: educación, salud, seguridad, infraestructura básica y de transporte, con conectividad para el mundo digital. Con políticas públicas que faciliten la creación de empleo genuino y que generen oportunidades por capacidad de innovación y de inserción en el mundo del trabajo de las y los bonaerenses. Esto tiene que ir de la mano con la defensa de las libertades y la igualdad ante la ley.
Este desafío no puede ser la agenda política sólo de un partido o sólo de una coalición. El país y la provincia no van a salir adelante sin un relacionamiento de las distintas fuerzas políticas más fructífero, con objetivos de largo plazo y con mecanismos de diálogo y entendimiento. Hace falta concertación.
Nosotros queremos que la herramienta electoral y parlamentaria para ese rumbo de contenidos básicos y comunes sea Juntos por el Cambio. Para tener una coalición que genere un rumbo nuevo para el país hace falta un radicalismo potente, contemporáneo y progresista, con ideas y personas en condiciones de liderar la coalición.
El radicalismo de la provincia de Buenos Aires está frente a una elección interna muy trascendente. Desde Adelante Buenos Aires proponemos un radicalismo que, en sus entrañas y en su visión, lleve las ilusiones de los bonaerenses de todos los orígenes y que viven todas las realidades. Mucho se hizo en estos años para que el radicalismo avance en esta representación. Le dimos a la provincia nada menos que la posibilidad de la alternancia y de la construcción paciente de un sendero de esperanza. Pusimos la luz al final del túnel. En la nueva etapa que se avecina son necesarios grandeza, coherencia, coraje, ideas, voluntad de pluralismo. No dejarse llevar por la tentación de los atajos o el oportunismo de las oleadas de los circunstanciales ganadores, ni tampoco tomar el narcotizante reduccionismo de la nostalgia. Hace falta un radicalismo abierto, innovador, plural, consistente con la historia que más enorgullece y el futuro que más ilusiona.
Desde Adelante Buenos Aires de la UCR proponemos esa agenda transformadora. Con listas integradas por gente nueva y con trayectoria, de todas las edades, orígenes geográficos y sociales, y que tengo el honor de formar parte junto a Maxi Abad, María Luisa Storani, Gastón Manes y cientos de radicales dispuestos a dejar todo en la cancha. Trabajamos para la unidad y el pluralismo. Nos comprometemos a cuidar y potenciar Juntos por el Cambio. A defender la libertad, la igualdad de posibilidades de progreso, la decencia en la función pública y a imponer más y mejor democracia allí donde la democracia es pobre o está amenazada. Y lo hacemos con el deseo de una convivencia fraterna entre todos los habitantes de Argentina. Esa convivencia fraterna es necesaria para el futuro común y amable que tenemos que construir para nuestra nación.