Seguidilla de conflictos que abonan el caos
Por Nancy Sosa. Para la periodista los acontecimientos de las dos últimas semanas “pintaron un cuadro casi perfecto de la decadencia argentina en sus múltiples aristas”.

Los acontecimientos de las dos últimas semanas pintaron un cuadro casi perfecto de la decadencia argentina en sus múltiples aristas. Fenómenos diversos, vistos cada uno por separado, componen un horror sin que surja de los análisis una lógica que explique qué está ocurriendo estratégicamente en el país, conducido a un destino incierto por impericia y perversión, pero con características típicas de autocracia.
No hay dirigentes inocentes en todo lo que está pasando, hay ingenuidad solo en las víctimas de un abanico de malintenciones desplegadas de norte a sur en el territorio nacional, con un nivel de violencia y transgresiones legales como no se ha visto jamás. El desmadre no se condensa en la suma de hechos aislados, tampoco éstos parecieran responder a una planificación ordenada: simplemente es un caos indetenible que lleva a preguntarse quién se beneficia con la confusión, quien zafa en ese maremágnum, quien gana tiempo, o qué se tapa con semejantes conflictos.
El kirchnerismo, por elección propia, es la fuerza política por excelencia que elige a conciencia cabalgar los conflictos, hacerlos estallar, taparlos con otro creado inmediatamente después y que también estalla, provocando estruendos sucesivos que enmascaran los errores de gobierno, la ansiedad por sumar todo el poder en una sola persona, ajustar los poderes públicos a sus propios intereses y ocupar los principales lugares de circulación del dinero, necesario para bancar las próximas elecciones.
No hay otro partido político que tenga este sesgo tan marcado. Y esto no significa un cuestionamiento al estilo sino a las consecuencias que va dejando en su camino el carruaje de la conquista sobre la población argentina.
El punto de inicio del último desbande ancló en el “vacunagate”, una conspiración oficial para beneficiar a los amigos del poder en todo el país que salió mal. La idea tuvo un costo: pagó con la cabeza de un ministro, pero se propaga y no cesa quince días después de conocerse el manejo indebido de las dosis rusas. Por culpa del “brillante” plancito quedaron manchados dirigentes con alguna posibilidad de competir en las próximas elecciones. El tema -como otros- podría haber desaparecido con la pueblada en Formosa, pero no lo hizo y, por el contrario, creció más de la cuenta hasta enchastrar por sus errores al mismísimo gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof y su pareja. ¿Alguien puede creer que este barullo no dejará impreso su sello en la consideración de la opinión pública, con miras a las próximas elecciones?
El panorama se agravó con las elocuentes imágenes de Todo Noticias sobre los encierros, maltratos, persecuciones y torturas en la provincia de Formosa. Pese a la crudeza de los hechos no se trató de novedades ofrecidas por el único medio periodístico que pudo entrar al reino del paraguayo Gildo Insfrán, luego de presentar un recurso de amparo. Desde 1995 Insfrán viene haciendo eso y mucho más, con el poder de la gobernación autocrática que maneja. Formosa es un feudo más en el país, como lo son las provincias de Santiago del Estero, San Luis, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Chaco, Misiones, Santa Cruz y Neuquén, donde las administraciones se turnan dentro de una familia o alianzas entre amigos que se prestan el poder, con condiciones.
La noticia en Formosa no fue el cierre de la frontera a los propios provincianos que salieron y no pudieron volver a entrar; no fue la “internación” por la fuerza de formoseños con test negativos sobre la Covid 19; no fue el encarcelamiento de la población de Clorinda con el uso de la fuerza local y nacional; no fue la represión a los manifestantes. La verdadera noticia en Formosa fue el levantamiento de los comerciantes, de la clase media escuálida y de los jóvenes que, con nuevas energías, están diciéndole basta al régimen feudal de Gildo Insfrán. Sí fue una noticia contundente descubrir a las mujeres ocultas en medio del monte para que no les quiten los hijos y los vendan. La venta de bebés en las provincias del centro y norte del país es de vieja data, se pagaban 60 mil dólares y los trasladaban en avión a cualquier lugar del mundo.
Finalmente, el pueblo de esa provincia seca, árida, calurosa hasta el extremo, con una pobreza que excede el 50%, un sistema de salud insuficiente e ineficiente, donde el 60 por ciento de los habitantes vive de los sueldos del Estado, y solo un 30% conforma el sector privado, perdió el miedo y se levantó. Sin embargo, al día siguiente de la más grande manifestación en contra de su gobierno Insfrán fue recibido con honores en la Casa Rosada, para hacer evidente la ofensa.
En Santiago del Estero ya comenzaron las protestas a raíz del superlujoso y faraónico estadio de fútbol, una verdadera ofensa a los niveles de pobreza e indigencia que padece el pueblo santiagueño. Pero los Zamora, marido y mujer, no tienen problemas con esas cosas porque ambos están atados a las sillas del poder provincial y nacional. ¿Qué más quieren los santiagueños? Deberían sentirse orgullosos de sus mandantes.
Bastan estos dos ejemplos para anunciar que el “viejo régimen” del feudalismo tambalea. Eso ocurrirá en otras provincias porque si hay algo que agradecerle a la pandemia es haber puesto al descubierto, en toda su magnitud, los abusos de poder en las provincias feudales donde se eternizan los gobernantes.
Mientras esto ocurría en el norte, al sur del Río Colorado y sobre la ruta 40 el fuego que en otros años fue adjudicado a los efectos del sol en el verano, a la vegetación reseca, y a la complejidad territorial para tener un control efectivo del fuego, provocó el peor de los desastres naturales en una de las zonas más bellas del país. Casi 300 casas quemadas hasta los cimientos, pérdidas de animales domésticos y de crianza, más de 20 personas muertas o desaparecidas, destrucción económica total para el turismo, quema inevitable de bosques fue, en pocas líneas, la consecuencia fatal de esos incendios que, se supo, fueron intencionales.
Desde la ciudad de Buenos Aires la lectura del desastre es siempre la misma: ¡Cómo pueden ser tan insensatos de hacer fuego para un asadito y no apagarlo bien antes de irse! ¡Qué falta de consideración de la gente, no respetan la naturaleza! Y con eso nos quedamos tranquilos. No. No fue un fueguito, ni otro, u otro. Fue un plan pergeñado por personas con autoridad chubutense, en complicidad con los pseudos mapuches que siempre están jodiéndole la vida a la gente del lugar.
El objetivo final es: que se vayan los pobladores del lugar. Los seudomapuches, que hacen de extras en esta película, se quedan con algunas tierras, mientras los empresarios de la megaminería recibirán una amplia zona donde la riqueza en minerales es la mayor de todo el país. Necesitan quemar el lugar para que los minerales brillen en la oscuridad y se sepa a ciencia cierta donde hay que explotar. El plan no puede ser más maquiavélico ni perverso.
El presidente Alberto Fernández tuvo que huir del Lago Puelo no tanto porque los chubutenses indignados le arrojaron piedras a la camioneta. El problema empezó antes, entre los gremios de Camioneros y de la Uocra, porque ambos quieren una tajada de la megaminería. ¿Sorprendió que los de la construcción trataran de proteger la figura presidencial y su esposa, que soportó hasta escupitajos? No hay que sorprenderse, hay que convencerse de que lo que pasa en el país no es casual, ni es culpa de “todos los argentinos”. Es culpa de grupos politizados que actúan al amparo del gobierno nacional y las provincias para saciar su codicia. El gobernador de Chubut no es un señor feudal porque le falta antigüedad, pero le sobra vergüenza, y los chubutenses lo dicen a los gritos en los audios que circulan por las redes, pero no se replican en los medios nacionales.
En Chubut pasa ahora lo que en 2003 pasaba con Formosa, cuando los medios nacionales solo se ocupaban de las noticias nacionales. Y lo que ocurre en esa zona tampoco es nuevo, viene desde hace mucho tiempo atrás como en toda la Patagonia. No es nueva la mentira de la ex presidente de la nación Cristina Fernández de Kirchner cuando aseguró haber comprado 26 aviones hidrantes “para que nunca más a los bosques de la Patagonia les falte el respaldo de la Nación”. Juan Cabandié tiene muy poca idea de lo ambiental y se le nota, al chico le queda grande el ministerio y “si no se va a ocupar de lo que viene se tiene que ir”, como dijo su jefa. Gabriel Fuks, actual secretario de Articulación Federal de la Seguridad del Ministerio de Seguridad de la Nación, fue enviado a “negociar” con los falsos mapuches por la Ministra de Seguridad Sabrina Frederick, después que ella misma lo hiciera. Nadie sabe qué pasó con los intentos; no saben, no contestan. Pero hay denuncias sobre tres miembros de esos grupos terroristas que actúan en la frontera con Chile y estuvieron ligados al tema de la “desaparición” de Santiago Maldonado. ¿Hay connivencia entre el oficialismo y los aborígenes para generar el caos ígneo?
¿Los actuales funcionarios de gobierno están capacitados para la defensa de la soberanía nacional, o son entreguistas con fines no confesos?