“Debemos comenzar a pensar en grande”
Por Nancy Sosa, periodista. La autora analiza la última carta publicada por Cristina Kirchner sobre la deuda con el FMI y el costo de la pandemia.

“He querido llegar hasta acá para sintetizar las ideas que surgen del conocimiento paulatino que vamos tomando de la situación nacional. Desgraciadamente, esa situación nacional no es nada alentadora. Es indudable que durante muchos años las instituciones han ido trastocando sus funciones y paulatinamente degenerando en una dirección que no es ni ha sido la más conveniente para la comunidad. En esto los argentinos tenemos que hablar sin reservas mentales, porque la situación se puede ir compulsando a medida que es posible ir penetrando en los distintos factores y circunstancias que juegan tanto en la situación política como en la social, la económica, la cultural, etcétera. Solo ahora, con base en los informes que he ido recibiendo, puedo decir con toda franqueza cuales son las ideas que nosotros debemos contemplar en estos momentos, para encarar una solución que, con todo, no es nada fácil. Creo yo, y así lo he trasmitido a muchos señores especialmente, dirigentes políticos con quienes he mantenido y mantengo un permanente contacto, que la situación de la República Argentina -y esto lo digo con la experiencia que presupone mi larga preocupación por la cosa pública durante los dos periodos constitucionales de gobierno que me tocó desempeñar en el pasado-, creo que la situación argentina es de tal naturaleza, que es imprescindible que todos los argentinos, deponiendo todas las pasiones que puedan habernos movido y todas las controversias en que podamos habernos vistos envueltos en el pasado, nos persuadamos de la necesidad de que todos, unidos y solidarios, nos pongamos a resolver una situación que, de otro modo, puede conducirnos a un desastre futuro”…, escribió Juan Domingo Perón y no importa en qué fecha.
Hay cartas y cartas, textos con ideas y preocupaciones sinceras, angustias volcadas en el papel con el propósito de llamar a la reflexión y encarar los problemas para dar con las soluciones más apropiadas. La predisposición es lo que cuenta cuando un alto dirigente político aspira a darlo todo por su pueblo.
Pero hay cartas de bajo calibre que quieren hacerse públicas como un grito de resentimiento. Son las que, generalmente, están escritas con la mira puesta en el ombligo y la necesidad de insultar o endilgar culpas propias sobre acciones rivales. En ellas se encuentra bajeza, espíritu mezquino y ningún aporte positivo a la desgracia.
Las misivas, como género literario, deben guardar normas por más que se trasmitan mediante vehículos tecnológicos de uso diario. Cuando se escribe es porque se ha reflexionado sobre un problema y conviene ir a fondo en la cuestión para darle una solución. Pero cuando la mirada es corta, ciega, de poco alcance, la escritura resulta de baja calidad, seguramente basada en insultos y agravios que hablan muy mal de su autor o autora.
La última “carta” de Cristina Kirchner -un género que no es apropiado a su carácter- fue titulada “Pandemia macrista vs. pandemia Covid-19″, bien diferente al título del mensaje de Perón “Debemos comenzar a pensar en grande”.
Movida seguramente por sus tensiones coyunturales y sus urgencias para tapar con una denominación presuntamente “ingeniosa” el problema de fondo que, casualmente se refiere a la reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la actual vicepresidenta se expresó después de un largo silencio. Un silencio que, al menos el líder fundador del peronismo sabía manejar con habilidad y suspicacia. En cambio, CFK se refugia en el silencio de los hielos patagónicos para vomitar la hiel que le causan las cuestiones políticas.
Algún marketinero contratado debería decirle que ya no paga como corresponde echarle la culpa al expresidente de Cambiemos, y mucho menos adjudicarle el carácter pandémico para que el relato no se salga del eje que abruma a los argentinos.
Es sugerente leer un párrafo de ese escrito que de carta no tiene nada, aunque los colegas se obsesionen por hacer pasar sus textos como de ese género, tal vez presumiendo que un pueblo entero estuvo esperando la palabra de la líder en las sombras: “De esta manera se puede advertir con mucha facilidad que, en el año 2021, la pandemia macrista fue para el Estado Nacional incluso más costosa que la pandemia Covid-19″, escribió Kirchner. Comparación superficial y errática si las hay.
Y luego prosiguió: “Lo que nosotros sí sabemos es que en Argentina lo que nunca se va acabar es lo que nos pasó -y nos pasa- por la pandemia macrista, cuando en el año 2018 Macri trajo al FMI de vuelta a la Argentina”. Ni Joseph Guebel hubiera mentido tanto. Pero la intención de la guardiana de los intereses kirchneristas no es reconocer la verdad, la que señala que el préstamo solicitado por Mauricio Macri al FMI fue para pagar el desbarajuste de la deuda que ella dejó después de dos mandatos en 2015.
El 9 de diciembre de 2015, un día antes de irse del gobierno sin entregar los atributos presidenciales a su sucesor, el periodista Daniel Sticco de Infobae publicó una nota en la que da cuenta que el mismo gobierno de CFK que terminaba actualizó ese día la deuda real que dejaba, y tiraba por la borda todo el relato del “desendeudamiento” que batalló durante ocho años para la gilada.
“Cristina Kirchner se despidió con una deuda pública de más de USD 240.000 millones”, tituló esa nota de Sticco el portal Infobae. Y agregó: “Sorpresivamente la Secretaría de Finanzas informó que desde comienzos de 2015 el endeudamiento del gobierno nacional se incrementó en USD 18.300 millones. Representó el 45,6% del PBI”. Así dejó la entonces presidenta de la nación los números crudos.
Pese a esa verdad reconocida por su propio gobierno, la actual titular del Senado de la Nación se horroriza ahora por la concesión de los 57.000 millones de dólares del FMI, prestados al 4%. No le satisface esa “prebenda” concedida a tan bajo interés porque ella estaba acostumbrada a adquirir deuda a un porcentaje mucho mayor. Todavía hoy se desconoce si se pagó y cómo la deuda tomada con el gobierno de Venezuela al 14% anual, durante uno de sus gobiernos y antes de que muriera Hugo Chávez. Pero ella se pregunta dónde están los dólares que le prestaron a Macri. “¿Alguien los vio?, En todo caso, por favor llamen al 911”. La expresión no da ni para una mueca de tan burda.
Forzadamente equipara lo que se le pagó al FMI en 2021 y cuánto se pagó para paliar la pandemia del COVID 19. Larguera en la misiva que quiere ser misil, pero es apenas el corcho de una escopeta infantil, se asienta en números que nadie lee, ni interpreta, y aclara que unos son en dólares (los pagos por culpa de Macri) y en pesos los pagos de su delegado Alberto Fernández por la pandemia.
Por suerte, esta vez la “carta” fue corta, y la tortura para leerla e interpretarla también. Si se habla seriamente, los 57 mil millones de dólares (de los cuales solo llegaron 44 mil millones) no alcanzan para pagar el endeudamiento que dejó el kirchnerismo en 2015, ni para pagar el endeudamiento del macrismo, pero muchísimo menos servirá para desendeudar al gobierno de Alberto Fernández que en dos años pidió 40.000 millones de dólares.
Si al 30 de noviembre de 2019 la deuda pública nacional era de USD 313.299 millones, en 2021 se disparó a USD 353.514 millones, la mayor cifra histórica del país. ¿Será cierto que estamos creciendo como dice Alberto Fernández?
En medio de esta debacle, que ya alarma hasta a quienes nunca leen un diario o no tienen tiempo de ver televisión para informarse, la propuesta implícita de la ex presidenta en su publicación folletinera es que “no quiere acordar con el Fondo Monetario Internacional” y boicotea cada paso que dan los funcionarios del gobierno en ese sentido.
Dos preguntas para la reflexión políticos y economistas serios: 1) ¿Logrará el actual gobierno reestructurar la deuda con el FMI o iremos a un default nefasto? 2) ¿Existirá en el espacio gobernante alguna mente sagaz e inteligente que consiga elaborar un plan económico, político y social que sirva de proa para saber hacia dónde vamos?
Lo último es sólo para gente que quiere empezar a pensar en grande, para estadistas: ¿Qué destino tienen los argentinos que están en manos de los muñecos que mueven los hilos del poder actual?