Los intereses permanentes son para los países, no para los dirigentes.

Por Osvaldo Mario Nemirovsci. El autor analiza la reacción del candidato Javier Milei respecto del comunismo, advirtiendo que confunde 2023 con los años 50 y 60 en donde la pesadilla comunista atormentaba a los factores de poder.

El siglo 21 obliga a cierta actualización intelectual. Que para políticos y, sobre todo, para candidatos se torna absolutamente imprescindible.

Hoy, que Milei sitúe al comunismo como dato a temer y, peor aún, como tema importante en su accionar de gobierno, más que una absurda posición de política internacional, habla de cierta incomprensión del tiempo y espacio en que le toca vivir, condición básica que expresa desde la psicología forense, la robustez racional de la cordura de las personas.

Milei confunde 2023 con aquellos años 50 y 60 donde la “pesadilla comunista” atormentaba a factores de poder y llenó a la opinión pública de miedos y prejuicios.

Es cierto que en eso tiempos, cierta ceguera reaccionaria de la FFAA (en casi todo el mundo) y espacios conservadores dominantes en lo político y cultural, veían a la URSS como un peligro latente y en América Latina, la revolución cubana amenazaba con su expansión y se percibía que su influencia tocaba puntos locales de conflictividad social y política.

En los años 60 se adoptó el anticomunismo como doctrina y como casi natural defensa de los “valores occidentales y cristianos”.

Esa posición, en Argentina, englobó a políticos, autoridades, sacerdotes, militares, sindicalistas, intelectuales y generó movimiento culturales y organizativos afines. No muy positivos, desde ya.

Así surgieron en esos años la Federación Argentina de Entidades Democráticas Anticomunistas (FAEDA) en lo local, la Confederación Interamericana de Defensa del Continente (CIDC) y la Confederación Anticomunista Latinoamericana(CAL) en lo regional y la World Anticommunist League en lo global.

¡Lindos sujetos para debatir ideas políticas! Si comentabas que habías leído el Dogma Socialista de Esteban Echeverría ya te metían preso o te apaleaban con la fiereza de torquemadas convencidos.

¡Pero pasaron más de 60 años!

Hoy es inadmisible no mantener vínculos diplomáticos/comerciales con naciones que sostienen cosmovisiones ajenas a las nuestras. Especialmente en el caso de China y Brasil.

El primero no tiene un modelo económico comunista ni por lejos y el segundo no tiene un ordenamiento político comunista ni por asomo.

O sea, Milei expone su programa internacional como piltrafa ideológica y se hace el confrontativo con un mamut político como el comunismo, expresión casi desaparecida de los formatos gubernamentales de los países del mundo.

Veamos porque es peligroso lo que promete hacer. Y como lastimaría la economía nacional y afectará la calidad de vida de todos los argentinos.

Una simple enunciación como compromiso de política pública internacional que hace Milei, pone en jaque ingresos inmensos que hoy sostienen gran parte de la economía argentina en función de su relación con China y Brasil.

No es cuestión menor. No es solo decir que hablar de comunismo es una simple idea intelectual, que, aunque digna de un arcaico es solo un pensamiento. No. En este caso, es mucho más.

Es poner en aviso que su mirada, conlleva peligros graves para el futuro argentino.

China lidera, como comprador, nuestras ventas ganaderas y agropecuarias.

Brasil recibe y paga nuestras exportaciones industriales.

China es la primera o segunda potencia mundial, fuente inagotable de crecimiento económico y tecnológico y sitio donde Argentina puede tener ventajas, protegiendo desde ya nuestra soberanía, en inversiones que otros países no están ofreciendo.

Brasil es el principal socio Mercosur y un cófrade estratégico para la América cercana y país con el que tenemos posibilidades de integración comercial, técnica y digital en variados temas.

Ningún país del mundo cierra sus intereses por cuestiones políticas.

Ningún argentino deberá pasarla mal por descaminados rumbos en las vinculaciones diplomáticas/comerciales.

En el tercer gobierno del general Perón (1973/74) se basó el programa económico en el dinamismo exportador que permitió superar el estrangulamiento externo. Para eso se expandieron, como estrategia económica, las exportaciones sobre todo las industriales y se llevaron a cabo medidas promocionales para diversificar mercado y no tuvimos inconveniente alguno, para actuar en beneficio del país, en comercial bilateralmente con países del bloque socialista ( Cuba, Rumania, Checoeslovaquia, Bulgaria, URSS) cuando el comunismo no era un recuerdo de viejitos cantando “Ay Carmela” y levantando puños orgullosos pero añejos, sino una potente realidad económica y militar. Pero Argentina lo precisaba, y se hizo.

Ya, antes, en abril de 1930 Hipólito Yrigoyen cerró acuerdos de comercio con EEUU (técnica de comunicaciones) con la frase “Los hombres deben ser sagrados para los hombres y los pueblos para los pueblos”.

Los intereses permanentes son para los países, no para los dirigentes.

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