Tiene bajo la lupa toda la biblioteca jurídica para flexibilizar el empleo estatal y cerrar y reducir la planta de personal en las empresas públicas.
El ministro de la “hojarasca”, Federico Sturzenegger, aprovecha su buen momento libertario y en apenas 40 días de asumido le imprimió una inédita impronta brusca a su gestión, con desregulaciones de gravitancia, especialmente en el transporte aerocomercial, al que le dio un giro copernicano.
Sturzenegger -economista involucrado en el polémico megacanje de Fernando de la Rúa- es conocido en los pasillos de Casa Rosada como el ministro de la “hojarasca”, porque ya antes de ser ungido al frente del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, el presidente Javier Milei anunció que el también expresidente del Banco Central macrista tenía en carpeta un proyecto de ley con iniciativas que habían quedado en la nada, en medio de la discusión por la Ley de Bases.
Curioso lo de Sturzenegger, cuya gestión fue calificada este miércoles como “heroica” por el líder libertario, ya que demoró más de siete meses en acceder a un puesto en el gabinete nacional: recién juró el 5 de julio, pese a que ocupaba desde fines de diciembre una oficina en el segundo piso de Casa Rosada.
Y también pese a que el exfuncionario del exministro Domingo Cavallo y del expresidente Mauricio Macri -a quien días atrás se encargó de criticar porque, según su óptica, Milei hizo en meses lo que el líder del Pro no hizo en cuatro años- fue uno de los mentores de la Ley de Bases, el paquete de leyes con el cual se desreguló gran parte de la economía nacional.
Ya había sorprendido con su aparición rimbombante en una foto con el presidente, el 21 de diciembre, en el Salón Blanco de Casa Rosada en la que Milei presentó a sus principales colaboradores (Otra curiosidad: sin Karina Milei ni Santiago Caputo, su mesa chica).
Sturzenegger sobresalía por su saco celeste -que contrastaba con el negro del resto- y su altura, mucho mayor a los otros presentes, y era el único al que aún no se le conocía una función en el staff mileísta. Los acompañaban ministros y secretarios.
Usualmente parco y esquivo con la prensa acreditada en Casa Rosada, tras asumir paseó varias veces locuaz y sonriente por canales televisivos amigos, donde aclaró una y otra vez que no estaba (como lo estaba) enojado con su archirival Luis Caputo, el ministro de Economía.
Con su tesoro de oropeles, Sturzenegger tiene bajo la lupa toda la biblioteca jurídica para flexibilizar el empleo estatal y cerrar y reducir la planta de personal en las empresas públicas. Por eso los gremios estatales lo han declarado el enemigo público número 1.
De todos modos el ministro de la “hojarasca” (nombre que lleva un famoso cuento del novelista Gabriel García Márquez, que cuenta las vicisitudes en Macondo, el pueblo inmortalizado en su obra “Cien años de soledad”) no piensa en “gradualismos” como hizo Macri y asegura a quien lo quiera escuchar que, parodiando la frase del futbolista argentino Cholo Simeone, irá a fondo con el “cuchillo entre los dientes”.
El presidente dijo que se siente “orgulloso” de su ingreso al gabinete y hasta lo apoda “coloso”, pero él quiere ser Terminator (el Arnold
Schwarzenegger de la película de ciencia ficción) de Milei, quien se definió a sí mismo públicamente como el “topo que destruye al Estado desde adentro”.