Hay varias versiones presidenciales: el economista, el impredecible, el ampuloso. También el que aplica la guillotina con aquellos funcionarios por lo que dicen o hacen ellos… o sus allegados.
Javier Milei ya consumió un cuarto de su mandato de cuatro años y el denominador común de su gestión es su carácter bifronte.
Hay un Milei economista pretendiendo dar cátedra de superávit gemelos, inflación, reforma tributaria y otros tantos datos macroeconómicos.
Y está el Milei impredecible, excéntrico, que trastabilla infantilmente.
La literatura -el escritor escocés Robert Stevenson- registró con brillantez este tipo de casos en el que una persona tiene dos identidades.
El Milei economista es el que apostó en campaña por un ajuste salvaje del Estado y la ciudadanía lo ungió presidente en 2024.
Es el que redujo la inflación, logró equilibrio fiscal y terminó con las manifestaciones callejeras en la ciudad de Buenos Aires.
Pero el otro Milei, el ampuloso, excéntrico, desenfadado y border, es el que aparece súbitamente y estalla, como este sábado.
Es el que inútil e infantilmente se trenza en una polémica discusión con el diputado radical opositor Facundo Manes, un neurocientífico con reputación.
Es el que apaña actitudes al menos prepotentes y autoritarias como la del monotributista y virtual premier del Gobierno, Santiago Caputo, quien al término de la Asamblea Legislativa fue a buscar a Manes para -altanero- expresarle su disgusto por la discusión con el jefe de Estado.
Es el que le permite a la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, ordenar a los titulares de las cámaras legislativas, Victoria Villarruel y Martín Menem, restringir la presencia de la prensa en ubicaciones de importancia para poder cubrir la Asamblea Legislativa.
Es también el Milei que concede entrevistas en las que se le pregunta lo que él quiere y es el presidente que cambia de política de un día para otro, como el caso de la relación con Ucrania, para alinearse incomprensiblemente con los Estados Unidos (no se sabe cuál es el propósito o beneficio), el país invadido por Rusia.
Y es también el que despide de su trabajo a la hija de Domingo Cavallo porque no le gusta que el ex ministro y padre de la convertibilidad le advierta reiteradamente los peligros de mantener pisado el dólar y, por lo tanto, el fantasma de una posible devaluación.
Sin dudas que el examen legislativo de octubre marcará qué Milei quiere la ciudadanía.