La semana dejó al descubierto los desaciertos del tridente que gobierna la Argentina: mientras Milei fracasa en el Congreso y apuesta a un salvavidas internacional que aún no llega, Caputo acumula errores estratégicos y Karina Milei corta cabezas en plena interna libertaria.
No son los tiempos apacibles del 2024 para el presidente Javier Milei, cuando tenía con mano firme el timón del país: la “motosierra” parece estar reposando en el galpón y los tres integrantes del “triángulo de hierro “ que gobierna la Argentina están en una carrera a ver quién comete más errores.
Así es. El líder de La Libertad Avanza (LLA) perdió la oportunidad de hacer pie en la cabeza del Poder Legislativo, el jueves, cuando una inesperada alianza -¿coyuntural?- del Pro, el radicalismo y el kirchnerismo (SIC) le propinó una dura derrota al rechazar a sus favoritos y polémicos candidatos Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para agrandar la reticente Corte Suprema.
La responsabilidad de la arriesgada maniobra política fue entera del virtual premier del Gobierno, el asesor estrella Santiago Caputo, cuyas acciones se van devaluando semana a semana ante el jefe de Estado.
Pero fue también entero de Milei el error de viajar a Estados Unidos para intentar que el presidente Donald Trump empujase al board del Fondo Monetario Internacional (FMI) a darle dólares y oxígeno a la economía argentina, en respiración artificial y amenazando con ingresar a terapia intensiva.
Los fondos vendrán, pronto y en cascada -a los del FMI se le agregarán los de otros organismos, como el Banco Mundial-, pero el jefe de Estado tendrá que hacer -le exigirán- un viraje a su timonel económico y especialmente cambiario.
La secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, la tercera integrante del triunvirato de las “fuerzas del cielo” también aporta lo suyo: miden todos los días qué porcentaje de votos les sacará el despechado libertario Ramiro Marra al ahora político vocero presidencial Manuel Adorni, primer postulante de LLA en CABA para la elección del 18 de mayo.
Karina lo echó a Marra a patadas y sin piedad del séquito presidencial, pese a que es amigo de Milei. Fue la “guillotina de Karina”, como calificó el presidente al extraño modo de gobernar de su hermana.
Eso es lo que pasó en la semana política, pero la que viene no es menor e impactante.
La envejecida y aletargada CGT parece querer despabilarse. Claro, son tiempos electorales y siendo el Partido Justicialista oposición, fue siempre el movimiento sindical -toda la vida peronista- el que confrontó con el Gobierno.
Hay paro nacional y movilización para el miércoles y jueves próximos y, como siempre, el gremio de los colectiveros jugará un papel trascendental para el éxito o fracaso de la medida.
El secretario de Trabajo, Julio Cordero, tiene fluido diálogo con la mayoría de los “popes” sindicales, pero el virtual líder, el escurridizo Héctor Daer cree que no tiene alternativa para mantener a una CGT en el invernadero.
Y Cordero no puede ofrecer, aún, nada a cambio para desactivar la para el Gobierno “inoportuna” medida de fuerza.
Para Daer, es hora de definiciones, ya que confluyen un incipiente pero creciente descontento contra la administración de La Libertad Avanza y una ineludible necesidad política de mostrarse de cara a las elecciones legislativas de octubre y al deseo de no volver a quedar la CGT afuera de las listas.
Por ahora, el Gobierno juega todas sus fichas al gremio de los colectiveros, el que legalmente está -¿está?- imposibilitado de hacer un paro porque está bajo conciliación obligatorio legal por el conflicto de paritarias salariales.
Una adhesión de los colectiveros al paro puede causarle otra derrota inesperada al Gobierno, por estos días muy sensible.
Será el tercer paro de la CGT en la era Milei: los primeros dos pasaron sin pena ni gloria.
Habrá que ver si los errores del “triángulo de hierro” originan otro problema donde no lo había.