Con el fin del cepo, el regreso del crédito y un nuevo clima de confianza, el mercado inmobiliario argentino empieza a dejar atrás la parálisis. El ladrillo vuelve a moverse y apunta a una recuperación que, esta vez, podría ser estructural.
Después de años de incertidumbre, el mercado inmobiliario argentino comienza a dar señales concretas de reactivación. La combinación del blanqueo, la reaparición del crédito hipotecario y, más recientemente, la eliminación del cepo cambiario, permite pensar que no estamos frente a una mejora pasajera, sino ante la posibilidad real de un cambio estructural.
El cepo siempre fue un obstáculo que distorsionó decisiones, frenó operaciones y llenó de dudas a los inversores y compradores. Su levantamiento no solo despeja el horizonte financiero: marca, en mi opinión, el inicio de un camino hacia la normalización de nuestra economía. Y eso, en un sector tan vinculado a la previsibilidad como el inmobiliario, es clave.
Hoy el crédito vuelve a aparecer como una herramienta real para la clase media, que durante mucho tiempo quedó al margen del sueño de la casa propia. Y esto no es un dato menor. Lo estamos viendo en los hechos: por cada crédito que se otorga, se generan en promedio 2,5 operaciones más. El efecto multiplicador es enorme. La cadena de valor del ladrillo —arquitectos, desarrolladores, constructores, escribanos, inmobiliarias— vuelve a ponerse en movimiento.
¿Estamos ante una transformación profunda? Creo que sí. Porque la reactivación no se limita a las cifras: cambia la lógica del mercado. Empieza a diluirse la especulación que durante tanto tiempo fue protagonista, y crece la idea de que invertir en una vivienda tiene sentido, no solo desde lo económico, sino también desde lo simbólico y personal.
Por supuesto, el camino recién comienza. Este impulso inicial deberá ser acompañado por estabilidad macroeconómica y reglas de juego claras. Sin eso, cualquier entusiasmo puede diluirse. Pero hoy hay un dato objetivo que no se puede ignorar: hay movimiento. Hay intención. Hay esperanza.
El ladrillo vuelve a consolidarse como refugio y como oportunidad. Estoy convencido de que muchos argentinos, ante un escenario más estable, decidirán desprenderse de sus dólares y apostar por una propiedad. Porque cuando la economía se ordena, la confianza vuelve. Y con ella, el mercado inmobiliario se pone en marcha y pisa el acelerador.
Oscar Puebla es arquitecto y broker inmobiliario (Puebla Inmobiliaria)