Si hasta ahora las elecciones en la provincia de Buenos Aires se conocen como la “madre de todas las batallas”, la de este domingo en CABA se ganó el mote de “madrecita”. Los datos que llevaron a Milei a elegir quedarse en Buenos Aires, la trasgresión de las reglas electorales y los “riesgos” de un resultado muy contundente.
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Nada peor que una catástrofe natural en vísperas de una elección trascendente. Y si bien lo sucedido en Zárate y diversos distritos del Conurbano lejos estuvo de semejar la tragedia de Bahía Blanca de hace apenas dos meses, el hecho debe preocupar sobremanera a las autoridades provinciales y nacionales.
La elección es en este caso en la Ciudad de Buenos Aires, que tuvo la fortuna de que los milímetros de agua caída fueran sensiblemente menores que los que inundaron vastas zonas bonaerenses. Y que, si bien persistente, no cayó toda de golpe, como ha sucedido en tantas ocasiones y que tan difícil resulta de explicar cuando así sucede.
Cuando se confirmó el jueves que había por delante dos o tres días de lluvia, la pregunta de la política giró en torno al impacto de la misma en los votantes. Y pasó a ser otro aditamento junto a la vuelta de Franco Colapinto este domingo a la F-1, o incluso la asunción del papa León XIV. Todos factores con alguna incidencia proyectada en la concurrencia a votar. En tiempos en que el elevado ausentismo ha llamado la atención en las cinco elecciones que ya se hicieron este año.
La preocupación real de las autoridades por el temporal debería ir un poco más allá, pues las consecuencias pueden poner en tela de juicio -en el caso del Gobierno Nacional- preceptos centrales de la administración libertaria que ha hecho de la reducción drástica del déficit un dogma innegociable.
Desastres como el de Bahía Blanca, o imágenes como las que se vieron a partir del viernes en territorio bonaerense alertan sobre la necesidad de implementar obras hidráulicas, cuando el Poder Ejecutivo Nacional -que rechaza la existencia del cambio climático- insiste en que la obra pública es mala palabra. La realidad indica que es imposible que esas obras imprescindibles sean hechas por privados.
De paso digamos que en 2024 el presupuesto destinado al saneamiento y mejora de la infraestructura en la cuenca Matanza-Riachuelo se redujo en un 77,5% en términos reales, con una subejecución que ha paralizado en gran medida las obras de saneamiento. Las consecuencias, más temprano que tarde, se verán. O ya se están viendo.
Esta administración que reniega del Estado al que asegura querer destruir, hace mientras tanto usufructo del mismo. Nada mejor, por ejemplo, a la hora de enfrentar una elección. Así es como no se preocupó demasiado por cuidar las formas y evitar que el uso del Estado con fines proselitistas pudiese despertar críticas. Recién al final mostró algún recato al suspender el jueves los anuncios relacionados con el uso de “dólares del colchón” sin justificar el origen, aunque la realidad indica que fue para evitar otras complicaciones: ya sea porque se estarían modificando normas impositivas sin pasar por el Congreso, o trasgrediendo compromisos internacionales contra el lavado de dinero. Pero el Gobierno prefiere construir siempre una realidad distinta, y así el propio vocero/candidato Manuel Adorni dijo que fue para evitar “que el kirchnerismo tenga la oportunidad de acusar de electoralista un paquete de medidas trascendentales para todos los ahorristas”.
Para entonces, el vocero ya había anunciado el lunes un nuevo sistema para la entrega de pañales en el PAMI; el martes la eliminación de aranceles para importar celulares y baja de impuestos a otros productos; y el miércoles una drástica reforma migratoria.
Eso sí: salvo lo del PAMI -que tiene una denuncia hecha por supuestas irregularidades en la licitación-, las otras medidas no fueron aún oficializadas a través del Boletín Oficial. Esto es, las apuraron de modo tal de acumularlas en el haber de los últimos días de la campaña del vocero, aun cuando todavía no están listas. Ya habrá tiempo para volver a anunciarlas.
La elección de este domingo es la más le importa a La Libertad Avanza, al mismo nivel que las generales del 26 de octubre, que en privado dan por ganadas. Más, sin duda, que las bonaerenses del 7 de septiembre en provincia de Buenos Aires, aunque sus consecuencias puedan ser más importantes para el Gobierno. Pero en la Rosada la ven así, pues para el proyecto libertario lo que más le importa hoy es disolver al Pro como partido y “jubilar” a su líder, de modo tal que el presidente pase a ser la principal referencia del espacio de derecha.
En la previa de esta elección, otros sectores genuinamente embanderados con los objetivos de La Libertad Avanza y una de las tres patas clave del “triángulo de hierro” reconocían a este medio que un derrumbe electoral de su principal sostén en el Congreso podría tener consecuencias graves para el oficialismo, precisamente en ese ámbito. Lo más beneficioso podría terminar siendo un resultado sin derrotados contundentes, de modo tal que en el transcurso de los días siguientes pueda recrearse una negociación como la de los días post primera vuelta 2023.
Pero no es claramente lo que se piensa en lo más alto del poder, donde hacen votos por una derrota sin atenuantes del Pro, de modo que, tal cual confió en su momento un importante dirigente libertario encargado de las negociaciones bonaerenses, los dirigentes del partido amarillo lleguen después “regalados”.
El presidente Milei saluda a su candidato durante el acto de cierre de La Libertad Avanza.
Llamó la atención la decisión de Javier Milei de no viajar a Roma este fin de semana para la asunción del nuevo Papa, pues ya se sabe que el presidente disfruta mucho de estos viajes, aunque esta vez debía hacerlo sin su hermana, que se quedaría atenta al desarrollo de la elección de este domingo en CABA. Al final decidió quedarse, alentado por datos sobre los resultados en la Ciudad, pero también convencido por la ausencia de Donald Trump este fin de semana en el Vaticano.
El aperitivo del “superdomingo” que antecedió a este 18 de mayo dejó más que conforme a La Libertad Avanza, aunque merece una mirada fina para no amplificar rasgos positivos o negativos. El único triunfo del fin de semana anterior se dio en el Chaco, donde la locomotora fue el radicalismo gobernante en esa provincia. Con el peronismo dividido, el resultado de Jorge Capitanich no fue del todo malo, y la sumatoria de ambas listas del PJ casi emparda al ganador.
En Salta, LLA celebró con ganas haber ganado en la capital provincial, lo que llevó a los líderes libertarios a proclamar que les va muy bien en las grandes ciudades -lo que los ilusiona doblemente para este domingo-. Y los deja en inmejorable posición para la elección general de octubre en esa provincia donde además eligen senadores.
En Jujuy La Libertad Avanza quedó segunda, con un peronismo también dividido, pero un radicalismo gobernante que duplicó los votos de los libertarios. Y en San Luis, LLA no compitió oficialmente, aunque dos listas “blue” no hicieron mala performance. Pero el oficialismo provincial ganó con amplitud, siendo que lo que les importaba a ellos era barrer como lo hicieron al ya declinante Alberto Rodríguez Saá.
La realidad de que en las cinco elecciones celebradas este año ganaron siempre los oficialismos locales es relativizada desde el poder central al hablar de CABA. Pero hay dos reflexiones que ameritan: la primera es el fuerte retroceso experimentado por el peronismo, que exacerba lo que ya se vio en el balotaje, donde resultó derrotado en sus principales bastiones; la segunda, tiene que ver también con el peronismo y es la moraleja que deja su división. Así como en 2019 volvió al poder cuando se unió, la división que exhibió en las elecciones realizadas este año justificó sus fuertes derrotas (en Santa Fe compitió con cuatro listas).
El espacio que gobernó la Ciudad de Buenos Aires los últimos cinco períodos de gestión se dividió este año en por lo menos cuatro partes. Es lo que le permite al peronismo ilusionarse con ganar este domingo por primera vez en 22 años. La única vez que lo logró, del 83 a la fecha, fue el 3 de octubre de 1993, cuando Erman González encabezó la lista menemista. Fue también una elección legislativa que el PJ ganó con 32 puntos. Esa vez el radicalismo llevó de candidata a la escritora Marta Mercader, que rozó los 30 puntos. El peronismo gobernante a nivel nacional había conseguido doblegar la inflación y los votos con los que se impuso ese riojano improvisado como candidato peronista en Capital Federal trascendieron al peronismo, que de todas formas nunca traspasa en ese distrito mucho más allá de la barrera de los 30 puntos.
La sostenibilidad del Pro -que decidió ir sin las tradicionales alianzas que fue haciendo estos años en la Ciudad y que lo llevaron en las últimas elecciones a rozar el 50% el 22 de octubre de 2023, a pesar de la derrota nacional de Juntos por el Cambio- dependerá de la cantidad de puntos que pueda conseguir por sobre el indispensable 20% que necesita como base este domingo.
Añorará un pasado en el que se acostumbró a ganar con amplitud: 2017 (50,98%); 2019 (51,64%); 2021 (47,09%) y 2023 (49,68%). La decisión de mostrarle a La Libertad Avanza la fortaleza individual del Pro obedeció a la intención de tratar de avanzar en acuerdos posteriores que mantengan la homogeneidad del espacio de derecha. Jaime Durán Barba, que algo tuvo que ver todos estos años en el crecimiento del Pro, se los reprochaba estos últimos días: “El Pro nunca fue un partido de derecha; desde 2007 fue un partido republicano”.
Las urnas, este domingo, darán su parecer respecto de quienes acertaron la estrategia.