El nuevo protocolo ideado por el vocero presidencial, Manuel Adorni, impone normas insólitas: desde cómo vestir, hasta por qué pasillo caminar en la Casa Rosada. Mientras promete libertad, regula con mano dura. ¿Una parodia del poder o el verdadero manual de estilo de La Libertad Avanza?
El presidente de la Nación y los integrantes del Gabinete nacional, según el protocolo Adorni, debería vestir traje y corbata los hombres y vestido las mujeres, fichar ingreso y egreso y entrar por la Casa Rosada por la misma puerta, utilizar el mismo sendero hacia el despacho del jefe de Estado y escucharlo sin formular repreguntas.
¿Ustedes se imaginan algo así? ¿Es estrambótico no?
Bueno sí. Es extravagante, irregular y sin orden.
Adorni tiene en la mira a la prensa libre y cada vez que puede aguijonea sin piedad a los trabajadores de prensa de la Sala de Periodistas “Decano Roberto Di Sandro” de la Casa Rosada.
Lo hace para quedar bien con su jefe, el presidente Javier Milei, y con el verdadero dueño de aparato comunicacional y propagandístico del Gobierno, el asesor estrella Santiago Caputo.
Los primeros seis meses del vocero presidencial fueron los mejores: conferencias de prensa diarias y un respetuoso vínculo con los periodistas acreditados.
Pero desde mediados de año en adelante, el funcionario -exinfluencer como tuitero- desbarrancó y cambió a modales rudos.
Ya a mediados de año las conferencias de prensa se hacían usualmente fuera de horario -aducía estar muy ocupado- y a veces las suspendía a último momento.
También empezó a incorporar a estudiantes de periodismo a las conferencias de prensa e incluso amenazó con reclutar transeúntes de la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, para hacerlos preguntar.
Asimismo, en otra oportunidad alucinó con diseñar un método tipo Gran Hermano para que la gente votara cuál es el mejor periodista para preguntar.
Además, en el marco de su arbitraria gestión, el año pasado lanzó un nuevo e intrincado sistema de acreditación que luego quedó en la nada frente a las protestas de asociaciones periodísticas como APeRA.
Ahora vuelve con un nuevo protocolo a la medida de La Libertad Avanza, ya que reduce la cobertura periodística en forma notable, pese a que incorpora a las tropas libertarias de influencers, streamers y youtubers.
Adorni diseñó el protocolo en forma unilateral, pese a que el año pasado había prometido consensuarlo con las entidades periodísticas de Argentina.
Pero no, quizá envalentonado con su triunfo electoral y quizá también alentado por el furioso ataque de Milei a la prensa libre, volvió a las andadas.
Lo curioso es que mientras a través del Ministerio de Desregulación que encabeza Federico Sturzenegger se eliminan resoluciones y normas, Adorni quiere regular cómo debe vestir cada periodista, los pasillos que puede caminar y hasta podría opinar sobre el tomo de las preguntas y repreguntas.
Adorni dijo días atrás, en declaraciones junto al presidente Milei, que odia al 99% de los periodistas.
Entonces no se entiende cómo el jefe de Estado lo designa en una función en la que debe informar y trabajar codo a codo con los cronistas acreditados, salvo que sea exprofeso.