El presidente de la Nación vetó la ley de declaración de emergencia a Bahía Blanca y otras localidades bonaerenses afectadas por inundaciones. Esta es la tercera norma que voltea con la herramienta constitucional. Las otras dos fueron movilidad jubilatoria y el Financiamiento Universitario.
“Voy a vetar cualquier cosa que atente contra el déficit cero y el equilibrio fiscal”, fue la advertencia que el presidente de la Nación, Javier Milei, hizo hacia la oposición en el Congreso ante los eventuales leyes aprobadas que impliquen un costo presupuestario al Gobierno. Y cumplió ya en tres ocasiones.
Este martes, el Gobierno vetó la ley que declaraba la emergencia por inundaciones en Buenos Aires, puntualmente Bahía Blanca. Lo hizo a través del decreto N° 238/25, publicado en el Boletín Oficial, donde se indica que el veto es total.
La iniciativa había sido aprobada originalmente en Diputados por unanimidad el 12 de marzo –incluido el propio oficialismo-, pero el Senado terminó aprobando otro el pasado 7 de mayo, de autoría de Juliana di Tullio, Eduardo “Wado” de Pedro y Maximiliano Abad, que era muy similar y también salió por unanimidad. Finalmente se convirtió en ley el 5 de junio cuando el pleno del Cuerpo de la Cámara baja ratificó el texto que venía en revisión, pero en esa ocasión los libertarios votaron en contra. El resultado de la votación fue de 153 votos a favor, 32 en contra y ninguna abstención.
La norma creaba un fondo de 200.000 millones de pesos para la asistencia y reconstrucción de las ciudades afectadas por el catastrófico temporal. El Fondo Especial se integrará a través de las reasignaciones de las partidas presupuestarias que ordene disponga el jefe de Gabinete de Ministros. Se destinaría a otorgar subsidios y créditos para la reconstrucción de la estructura edilicia pública del Estado nacional, provincial y municipal afectada, para la construcción y reparación de viviendas de la población afectada, para reconstrucción y reparación que permita la normalización de los servicios públicos, y para la refuncionalización de actividades económicas que se hayan visto afectadas.
Movilidad jubilatoria la primera ley vetada
La declaración de emergencia a Bahía Blanca es la tercera ley a la que Milei le aplica el veto. Ya lo había hecho en dos ocasiones anteriores. El primer veto lo firmó contra la reforma de la fórmula de actualización de las jubilaciones por considerar que comprometía la sostenibilidad fiscal del Estado.
Tras un consenso entre la oposición más dura y la dialoguista, el 4 de junio se debatió en una extensa sesión el proyecto de ley que establecía una fórmula de movilidad jubilatoria y una recomposición del 8,1% para los haberes de la clase pasiva.
La iniciativa, cuyo dictamen era de los bloques UCR, HCF, IF y CC, resultó aprobada por 160 votos positivos, 72 negativos y 8 abstenciones, alcanzando así dos tercios de los votos de los presentes. Por esta media sanción fue que Milei llamó más de una vez “degenerados fiscales” a los legisladores, y también los culpó de la suba del dólar y el riesgo país.
Así las cosas y tras un debate que se extendió por más de ocho horas, Unión por la Patria y los llamados bloques “dialoguistas” (UCR, Hacemos Coalición Federal, Innovación Federal y Coalición Cívica) establecieron un acuerdo para establecer un cálculo que contempla el índice de inflación como referencia -al igual que el DNU-, pero suma que en marzo de cada año también se aplicará un aumento del 50% por variación salarial (RIPTE). A su vez, establecía una garantía para el haber mínimo, que tendrá como piso lo equivalente a 1,09 del valor de la Canasta Básica Total, que en abril fue de 268.012 pesos.
La iniciativa, cuyo dictamen era de los bloques UCR, HCF, IF y CC, resultó aprobado por 160 votos positivos, 72 negativos y 8 abstenciones, alcanzando así dos tercios de los votos de los presentes. Por esta media sanción fue que Milei llamó más de una vez “degenerados fiscales” a los legisladores, y también los culpó de la suba del dólar y el riesgo país.
Los votos a favor fueron 97 de Unión por la Patria; 34 de la UCR; 13 de Hacemos Coalición Federal; 8 de Innovación Federal; 6 de la Coalición Cívica; los 2 de Por Santa Cruz y Osvaldo Llancafilo del MPN. En tanto, los votos en contra fueron de La Libertad Avanza (36); Pro (30); MID (3); Ricardo López Murphy por HCF, y Buenos Aires Libre (2). Finalmente, las abstenciones correspondieron a la izquierda (5); las dos sanjuaninas de Producción y Trabajo y Paula Omodeo (Creo).
Dos meses después, puntualmente el 22 de agosto de 2024 el Gobierno sufrió un nuevo revés cuando el Senado de la Nación aprobó definitivamente la ley con 61 votos a favor, 8 en contra y ninguna abstención, también con los dos tercios. Los votos positivos de los bloques UP, UCR, Pro, Cambio Federal, Unidad Federal, los dos santacruceños del Frente Por Santa Cruz y la senadora del bloque JSRN. En contra, además de los seis senadores libertarios, votó la cordobesa Carmen Álvarez Rivero (Pro).
En menos de 24 horas, el presidente anunció el veto a la ley de movilidad jubilatoria. Lo hizo a través de un comunicado que fue difundido a través de la cuenta oficial de la Oficina del Presidente en donde cuestionaba la iniciativa porque, según el oficialismo, tenía como único objetivo “destruir el programa económico”.
“El Congreso Nacional, en un acto de populismo demagógico, sancionó un proyecto de ley irresponsable, ilegal e inconstitucional que establece gastos exorbitantes sin su correspondiente partida presupuestaria, lo que implicaría necesariamente que el Gobierno vuelva a caer en las viejas prácticas de la emisión monetaria, el aumento de impuestos, o el endeudamiento, que son las mismas recetas que nos han llevado al fracaso durante los últimos 100 años”, argumentaron desde Casa Rosada.
Así, anticipaban que “el proyecto sancionado con la anuencia de todos los partidos políticos es una estafa moral, un acto de demagogia populista y una irresponsabilidad fiscal; y por lo tanto será vetado por este Gobierno, el cual no tiene miedo de pagar los costos que hagan falta para sacar a este país de la decadencia en la que nos han sumergido”.
Esa advertencia se cumplió el 2 de septiembre cuando el presidente firmó el veto completo de la norma con la publicación en el Boletín Oficial del decreto 782/2024, que constaba de tres artículos, el primero de los cuales observaba en su totalidad el proyecto de ley, mientras que en el segundo indicaba la devolución a Congreso del proyecto. De esta manera, el Parlamento disponía de la potestad de decidir si aceptaba el veto o insistía con la iniciativa. Y así lo hizo la oposición.
El texto volvió a la Cámara de Diputados en su carácter de cámara de origen donde debía ser aprobado con los dos tercios de los votos de los presentes y, si eso ocurría, el mismo proceso debería pasar en el Senado, pero eso no sucedió.
Con una gran movilización a las afuera del Congreso, el 11 de septiembre se convocó a una sesión en la Cámara baja que había sido solicitada por diputados de la UCR, Encuentro Federal y la CC. Finalmente, el oficialismo se alzó con el triunfo y logró blindar el veto presidencial contra la ley de movilidad jubilatoria tras contar con la ayuda de sus aliados y un grupo de cinco radicales.
Con el ojo puesto en las ausencias que achicaban mayorías para un lado y para el otro, por sobre todo en aquellos legisladores que respondían a sus gobernadores, el timón giró a favor de La Libertad Avanza y la votación resultó con 153 votos positivos, 87 negativos y 8 abstenciones. Hubo 8 ausentes. Con esa cantidad de diputados sentados, la oposición requería de 166 votos a favor para sostener la ley. Le faltaron 13. Durante la primera aprobación, los dos tercios se habían conseguido con 160.
Un día antes de la sesión convocada, el Gobierno había mantenido una reunión en Casa Rosada con cinco diputados de la UCR: Mariano Campero, Pablo Cervi, Luis Picat, Martín Arjol y Federico Tournier, quienes después de ese encuentro confirmaron que darían vuelta su voto (tres meses después fueron expulsados del Comité Nacional de la UCR). Solo Tournier no había estado en junio, pues todavía no era diputado. Ello, desató una fuerte interna dentro de la bancada radical. Al igual que ellos, también otros legisladores cambiaron de postura, incluso algunos de Unión por la Patria que responden a sus gobernadores.
Así las cosas, ocho radicales cambiaron su voto (de 7 afirmativos y un ausente a 5 negativos, 2 ausentes y 1 afirmativo); UP aportó por la afirmativa 97 en junio y 98 esta vez; el Pro cambió ausentes por negativos y uno pasó al apoyo de la ley; Innovación Federal modificó la posición a favor por la abstención; la izquierda pasó de abstenerse a acompañar; y el oficialismo solo perdió el voto de la mendocina Arrieta, quien ya no forma parte del bloque. Su logro fue haber construido los dos tercios con aliados y el puñado de radicales.
Financiamiento Universitario, la segunda ley vetada
Previamente a que el oficialismo lograra blindar el veto a la movilidad jubilatoria, el 15 de agosto la oposición llevó al recinto de la Cámara de Diputados el tema del financiamiento Universitario que proponía garantizar mayores fondos para las Casas de Altos estudios de carácter público durante todo el 2024.
Tras una maratónica sesión que se extendió por más de 20 horas, recibió la media sanción el segundo dictamen de minoría correspondiente al bloque radical, de los cuatro que se habían presentado. La votación resultó con 143 votos a favor, 77 en contra y una abstención, correspondiente al mendocino Lisandro Nieri.
Un mes después, precisamente el 13 de septiembre, la ley se sancionó en el Senado con 57 votos a favor, 10 en contra y 1 abstención. Los votos en contra correspondieron a los legisladores de La Libertad Avanza, más los senadores del Pro Carmen Álvarez Rivero, Alfredo De Angeli y Enrique Göerling Lara, más el formoseño Francisco Paoltroni. Se abstuvo María Victoria Huala y estuvieron ausentes Lucía Corpacci, Silvina García Larraburu, Gerardo Montenegro y Rodolfo Suárez.
El 2 de octubre, Milei vetó la norma bajo el Decreto 879/2024, poco después de la Marcha Federal Universitaria. El presidente, justificó la decisión al argumentar que el financiamiento debía discutirse en el marco del Presupuesto Nacional 2025 y no mediante leyes “populistas”.
El veto fue ratificado en una sesión que se llevó a cabo en Diputados el 9 de octubre y la oposición no pudo salvar la Ley de Financiamiento Universitario. La votación por la insistencia de la norma, que debía reunir dos tercios de los presentes, resultó con 159 votos positivos, 85 negativos y 5 abstenciones.
En menos de un mes, el oficialismo anotaba una victoria más al lograr un tercio de legisladores que le permitieron sostener la decisión presidencial del veto, quienes fueron calificados por el presidente Javier Milei como los “85 héroes”.
A La Libertad Avanza los acompañaron sus aliados: 35 del Pro -excepto dos y un ausente-; 2 del Movimiento de Integración y Desarrollo; 3 tucumanos de Independencia, que responden al gobernador Osvaldo Jaldo; la monobloquista de CREO Paula Omodeo; y 4 diputados de la UCR -Martín Arjol, Mariano Campero, Luis Picat y Federico Tournier-. También lo hizo José Luis Garrido, del bloque Por Santa Cruz, alineado al gobernador Claudio Vidal; sin embargo, su compañero votó en contra del veto. En tanto, el radical Pablo Cervi, el quinto diputado de la UCR del grupo que se fotografió con Milei y había apoyado el veto sobre jubilaciones, se abstuvo en esa ocasión.
El veto, un as bajo la manga de Milei
Esta herramienta Constitucional que Milei convirtió en un “as bajo su manga” está establecido en la Constitución Nacional, cuyo artículo 83 especifica: “Desechado en el todo o en parte un proyecto por el Poder Ejecutivo, vuelve con sus objeciones a la Cámara de su origen: ésta lo discute de nuevo, y si lo confirma por mayoría de dos tercios de votos, pasa otra vez a la Cámara de revisión. Si ambas cámaras lo sancionan por igual mayoría, el proyecto es ley y pasa al Poder Ejecutivo para su promulgación. Las votaciones de ambas cámaras serán en este caso nominales, por sí o por no; y tanto los nombres y fundamentos de los sufragantes, como las objeciones del Poder Ejecutivo, se publicarán inmediatamente por la prensa. Si las cámaras difieren sobre las objeciones, el proyecto no podrá repetirse en las sesiones de aquel año”.
En concreto, esto significa que el camino que debe hacer el veto es: si una ley fue aprobada por mayoría especial en Diputados y, quizás también en el Senado, el Poder Ejecutivo puede vertarla sin importar el número con el cual fue sancionada. No importa si fue por unanimidad o dos tercios. La puede vetar total o parcialmente.
Las cámaras pueden insistir, pero esa insistencia, para ser válida, tiene que ser también, sí o sí, por los dos tercios. En ambas cámaras. En ese caso, de suceder eso, el presidente ya no puede hacer nada al respecto. En el caso de que las cámaras insistan, pero no se alcancen esas mayorías especiales necesarias, el tema no puede volver a ser tratado durante todo el año legislativo. Cabe aclarar que cuando se habla de 2/3, estamos hablando de legisladores presentes.