En un duro pronunciamiento, se denuncian prácticas autoritarias, el avance sobre derechos adquiridos y la falta de defensa del patrimonio nacional. Se advierte sobre el impacto social de los aumentos de tarifas, la parálisis legislativa y el riesgo de perder el control sobre YPF.
En tiempos de tanta violencia la respuesta es seguir trabajando para defender los derechos colectivos e individuales que, entre todos, logramos ganar y que hoy están en riesgo. La persecución política por pensar diferente, las detenciones ilegales, la requisa sin autorización judicial, y la falsificación de pruebas para armar causas penales, son algunas de las acciones que lleva adelante este gobierno, copiando una metodología que parecía erradicada de nuestra sociedad democrática y plural.
Pero no solo está en riesgo la integridad personal. También lo está la integridad territorial y la soberanía por una decisión de una jueza que beneficia a un fondo buitre, metido por la ventana, en una causa en la que nada tiene que ver, y que obliga a entregar las acciones de YPF, una empresa que rescatamos entre todos los argentinos, y que es la base del desarrollo y el progreso energético. El Gobierno Nacional debería defender la Ley soberana votada por amplia mayoría en el Congreso Nacional en el año 2012, cuando decidimos nacionalizar la compañía. Sin energía no hay industria. No podemos permitir que se acepte esta decisión. YPF es de los argentinos.
Mientras tanto el gobierno sigue avanzando con los aumentos de tarifas muy por arriba de lo que autoriza en las paritarias salariales, comprometiendo aún más el día a día de los argentinos que se están endeudando para poder llegar a fin de mes. Un escenario así no se vivía desde fines del 2001, y ya sabemos cómo terminó esa historia.
Todo el tiempo hablan del estado parasitario pero a los diputados y senadores oficialistas, y algunos aliados con pelucas, hay que llevarlos a empujones al trabajo. No quieren sesionar porque ya no pueden sostener un proyecto que hace agua por todos lados, y por eso recurren a herramientas nefastas como el indulto, el agravio y la represión.
Ante este panorama tan siniestro y preocupante, solo queda una respuesta: Trabajo, trabajo y trabajo. Defender los derechos de los argentinos y argentinas por sobre todo. Y para eso es necesario construir la resistencia y seguir avanzando. Se vienen tiempos oscuros, pero los argentinos sabemos que la solución y la salida se construyen en las calles.
La lucha continúa.