La peor de las pesadillas para un gobierno en el pico de la pandemia

El presidente siempre alardeó de priorizar la salud por sobre la economía, aun sin tener en cuenta que una crisis preexistente representaba una amenaza demasiado seria en ese sentido. Hoy los datos son críticos en todos los niveles y lo pases de factura no tardarán en llegar.

Por José Angel Di Mauro

Advertido de que la anterior ampliación del ASPO fue comunicacionalmente errada -un mensaje de dos minutos leído por una locutora, hubo mucho reproche interno por eso-, el presidente volvió a las presentaciones en vivo, acompañado por gobernadores. Ya no por Larreta y Kicillof -esa imagen no volverá-, sino por tres mandatarios que le permitieran dar una imagen equilibrada, como la que conseguía en tiempos en que todo parecía mejor encaminado. Un peronista (Omar Perotti), un radical (Gerardo Morales) y un provincial (Omar Gutiérrez). Tres representantes de un interior que hoy está peor que el AMBA, una posibilidad que ni el gobierno ni sus asesores epidemiólogos imaginaban.

Lo hizo en la Casa Rosada, donde Alberto Fernández quiere mostrarse más ahora, cuestión de dejar de ser “el presidente de la pandemia”, si eso fuera posible. Hace rato que quisiera haber dado vuelta esa página. Septiembre era el mes límite hasta el que los más extremistas imaginaban que podría llegar a extenderse la cuarentena. Término que, eso sí, Alberto Fernández dejó deliberadamente de utilizar hace ya un tiempo. Las encuestas por ahora siguen acompañando al presidente, pero van en franco descenso. Un sondeo elaborado por Ricardo Rouvier indica que el manejo de la crisis sanitaria por parte de Fernández cuenta con el respaldo de casi 6 de cada 10 argentinos; sin embargo este apoyo continúa en descenso y cayó más de 3 puntos estos últimos días. Un informe de Analogías, encuestadora cercana al kirchnerismo, muestra por primera vez una opinión levemente mayoritaria en contra de las medidas que está tomando el gobierno para enfrentar la pandemia: la posición favorable, que en marzo llegaba al 94,7%, bajó a la mitad: 47,2%, en tanto que la negativa es más alta, con 47,4%, cuando era allá por marzo de 4 puntos.

Tampoco en el gobierno están conformes con los resultados del confinamiento. La Argentina ya está sexta en número de contagios y es el país con más muertos diarios. Sobre el final de la próxima semana el número de contagiados superará el millón… y eso que el  nivel de testeos es bajo. Deberían hacerse 50 mil pruebas diarias, y no llegan a la mitad.

El panorama de los epidemiólogos no es más alentador. Por el contrario, son muy autocríticos, aun en público. Advierten que el número de muertos ha terminado siendo alto, anticipan que hay un retraso en las cifras que debe rondar “los 1.500 muertos”, y atribuyen el elevado número de decesos a un nivel de circulación del virus demasiado elevado. “Una de cada 5 personas tiene Covid en CABA”, reveló un conocido infectólogo que asesora al presidente. En el Conurbano es uno cada 6. Y con resignación anticipa que “de los 4.000 pacientes que  hay hoy en las terapias, unos mil no van a volver”.

Tenían razón las autoridades suecas cuando tras la conferencia de prensa en la que el presidente argentino alardeó con nuestras cifras en comparación con las de la nación escandinava, recomendaron esperar a que la pandemia termine para sacar conclusiones. Hoy la Argentina tiene un número de muertos realmente elevado, estamos sextos en el mundial de contagios y la economía exhibe las lógicas consecuencias de seis meses de aislamiento. Una combinación letal que contrasta con aquella frase presidencial: “De la muerte no se vuelve, pero de la economía sí”. En rigor, cuando en esa misma entrevista Alberto dijo que prefería “tener un 10% más de pobres y no 100 mil muertos” por la pandemia, sabía que el número de pobres iba escalar, pero ni imaginaba que a esta altura superaríamos los 20 mil decesos, a un ritmo de más de dos mil por semana.

El Gobierno se escuda -y con razón- en decir que la pandemia afectó a todo el mundo y que todas las economías salen heridas. El detalle es que nuestra economía ya estaba en terapia… El Banco Mundial cerró la semana modificando sus pronósticos para la región. Ya había calculado para la Argentina una caída de la economía del 7,3%, pero ahora elevó ese porcentaje a 12,3: la peor recesión de la región después de Venezuela. En rigor, Latinoamérica será la zona más golpeada en términos económicos, y si bien a todos les irá mal, el impacto será menor en países como Chile (6,3%) y Brasil (5,4).

Hoy la Argentina tiene un número de muertos realmente elevado, estamos sextos en el mundial de contagios y la economía exhibe las lógicas consecuencias de seis meses de aislamiento.

Un 58% de los encuestados por Rouvier tiene expectativas económicas negativas, lo mismo que la expectativa inflacionaria: casi un 60% . El 43,5% descree que el Gobierno pueda controlar el precio del dólar.

Lo cierto es que más allá de la percepción social, la única verdad es la realidad y es la que el viernes mostraba un dólar blue sin techo, volando a un valor que más que duplica el oficial. Y en ese tema la pandemia es solo parte del decorado. Los problemas son más profundos y tienen que ver con la falta de confianza. Es lo que empezó a verse al día siguiente de las PASO. La tan negada devaluación, cada vez parece más inexorable.

Por el nivel de desconcierto, los observadores comparan este momento con septiembre de 2018 y ese fin de semana frenético en Olivos, del que salió la reducción de ministerios del gobierno de Cambiemos. Pero esa gestión promediaba la segunda parte de la mitad de su mandato y esta no ha cumplido un año.

Comparaciones al margen, hoy en el seno del Gobierno admiten que el número de ministerios es elevado y no descartan fusionar algunas carteras. En ese marco se dan las versiones en torno a una recomposición del gabinete. En el Instituto Patria son muy críticos y le bajan el pulgar a más de la mitad de los ministros: todos identificados con el Presidente. Las especulaciones incluyen al propio Sergio Massa, que nunca descartó sumarse al Gabinete en una segunda etapa, convencido de que el primer equipo sería “fusible”; pero no imaginaba que esa posibilidad se diera en este contexto, y descartaría la eventualidad de ser jefe de Gabinete de una administración tan parcelada.

El Gobierno admite la necesidad de un “reseteo”, pero para cuando arranque el pospandemia. Ahora, piensan, sería condenar a los designados a un interinato.

Cercano al Presidente, pero siempre refractario a la posibilidad de sumarse al Gobierno, Roberto Lavagna hizo saber a través de sus voceros que no ha cambiado de opinión, aventando versiones que lo mostraban calzándose el traje de bombero como en 2002. El exministro de Economía tiene claro que lo único comparable con ese tiempo es la gravedad de la crisis, pero el contexto no repite en nada las características de entonces. Más aún, se agravaron las razones por las que se fue entonces.

El nivel de segmentación oficial escaló los últimos días con el tema Venezuela. Como anticipamos la semana pasada, el Gobierno terminó enmendando en Ginebra lo que Carlos Raimundi había hecho en la OEA. Pero el dirigente frepasista sigue siendo embajador, y otra dirigente de esa fuerza, Alicia Castro, dio un portazo en un cargo para el que nunca había sido formalmente designada. La exazafata no es una dirigente periférica dentro del mundo K: fue embajadora en Venezuela cinco años, en pleno chavismo, y la representante argentina en Londres casi todo el segundo mandato de CFK. Hizo saber que el Presidente la llamó para pedirle sin éxito que reconsiderara su decisión. En Gobierno dicen que ese llamado no lo hizo Alberto.

Sin dejar de disfrutar las notorias discrepancias internas que generó ese voto en la ONU, la oposición ponderó tal actitud, aunque no deja de remarcar el rumbo errático de la  política exterior actual. Con una “no relación” con Brasil, mal clima que se extiende a los vecinos de la región de color político distinto al deseado. Y el punto máximo alcanzado en la elección del titular del BID, donde Argentina jugó abiertamente en contra de Mauricio Claver-Carone, el elegido de Donald Trump. Si bien la postura argentina tenía la lógica de que nunca un norteamericano estuvo al frente de ese organismo, se le cuestiona no haber hecho lobby con otros países para sustentar una candidatura para oponer. El elegido de Alberto Fernández era Gustavo Beliz, pero Argentina nunca buscó apoyos en la región para sustentar esa candidatura y al cabo terminó bajándola sin proponerlo siquiera, ni a otra alternativa. El Gobierno se juega a que Trump pierda las elecciones, y esa posibilidad es a priori muy concreta. Pero pueden pasar dos cosas: que el presidente norteamericano sea reelecto y eso nos juegue en contra por haber sido tan explícito nuestro gobierno en ese sentido; o bien que gane Joe Biden, en cuyo caso ello repercutirá en el Fondo Monetario en plena negociación con ese organismo, y toda posibilidad de avanzar con el FMI se frenará varios meses. Justo cuando más necesitamos cerrar también esa negociación. 

Alicia Castro renunció a ser embajadora, pero nunca habían tratado su pliego

Luego de los cortocircuitos generados tras el voto del Gobierno argentino del informe sobre la violación de derechos humanos en Venezuela, en una reunión de la ONU, la designada representante argentina en Rusia pegó el portazo.

Fuego amigo. Como si el Gobierno de Alberto Fernández no tuviera suficientes problemas en esta coyuntura sumamente complicada, el plano internacional y las múltiples visiones internas existentes en el muy diverso Frente de Todos le sigue generando ruidos. Ahora Alicia Castro, quien había sido designada al inicio de esta gestión como representante argentina en Rusia, anunció su decisión de renunciar a ese cargo.

Un cargo al que nunca accedió, dicho sea de paso, porque su pliego nunca fue tratado en el Senado.

No es la primera vez que Alicia Castro -quien fue diputada nacional entre 1997 y 2001- expresa sus reparos hacia la política de relaciones exteriores del gobierno de Alberto Fernández, pero esta vez fue más allá. A través del sitio #LaGarcia, de la periodista vinculada al kirchnerismo Cynthia García anunció su decisión, sin vueltas: “Hoy quiero presentar mi renuncia como embajadora, porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores”, dijo, y luego oficializó su decisión a través de una carta que le envió al presidente Alberto Fernández.

Ya la semana pasada los problemas en este segmento de la política exterior del Gobierno habían quedado expuestos cuando Carlos Raimundi, quien fue compañero de bancada de Alicia Castro en el Frepaso cuando ambos eran diputados, relativizó en la OEA un informe sobre la violación de derechos humanos en Venezuela. En el Gobierno no hubo medidas contra el representante argentino en la Organización de Estados Americanos -que sigue siéndolo-, aunque se preocuparon por hacer saber que no compartían su discurso. Y este martes acomodó los tantos durante la reunión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde el informe presentado por Michelle Bachelet tuvo 22 votos a favor, 22 abstenciones y 3 en contra. Uno de esos 22 votos positivos fue el del representante argentino ante ese organismo.

En rigor, la razón de la demora de esa designación y tantas otras fue la pandemia, que llevó a muchos embajadores designados a seguir en nuestro país hasta el momento. El caso de Alicia Castro fue uno de ellos. Fue la razón que esgrimió el propio Felipe Solá, que en agosto pasado negó que el pliego de Castro no se hubiera tratado aún por los cortocircuitos con la dirigente designada, atribuyéndolo en cambio a la situación sanitaria. En esa oportunidad, el canciller argentino dijo de Castro que “es una persona que dice lo que piensa, que tiene su posición. Por razones vinculadas a su edad y la situación del Covid en Rusia, que es el tercer país del mundo en contagios, nos anticipó que no estaba para irse estando así las cosas. Ella pidió que no saliera su acuerdo. Fue una actitud seria”, argumentó Felipe Solá.

Alicia Castro fue embajadora del Gobierno de Cristina Kirchner en Venezuela entre 2006 y 2011, y en ese marco forjó una amistad personal con Hugo Chávez. Luego, entre 2012 y 2015 fue representante argentina en Londres.

La carta de despedida

A continuación transcribimos la nota que Alicia Castro presentó para renunciar a asumir al cargo en Moscú:

“Quiero agradecer al gobierno nacional, en especial a nuestra vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, por haberme honrado con la designación como embajadora en la Federación Rusa.Tenía planificado mi traslado para el mes de abril, pero en marzo, con el Placet concedido por Rusia, inicié el periodo de aislamiento preventivo y obligatorio y formulé mi solicitud formal al Senado de la Nación para que se postergara el tratamiento de mi Pliego en razón de la explosión de la pandemia, que materialmente impide los vuelos a Rusia y a los cinco países en donde tendría concurrencia. 

Hoy quiero presentar mi renuncia como embajadora, porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores.

El 6 de octubre, en el 45° período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el voto de Argentina acompañando la Resolución del Grupo de Lima constituye un dramático giro en nuestra política exterior y no difiere en absoluto de lo que hubiera votado el gobierno de Macri. De hecho, el Grupo de Lima fue creado durante la restauración neoliberal por un grupo de gobiernos de extrema derecha, alentados y financiados por los Estados Unidos con dos objetivos explícitos: Promover un “Cambio de Régimen” en Venezuela -con idéntica matriz de los operados por EE. UU. en Oriente Medio- y desarticular el bloque regional.

En la década pasada tuve el honor de participar – como diputada y como embajadora- del maravilloso proceso de forja de la unidad regional junto a Néstor Kirchner y a Cristina Fernandez de Kirchner y los líderes progresistas de la Región, Hugo Chávez, Lula da Silva, Fidel Castro, Pepe Mujica, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega, unidos en la diversidad. Comprendemos claramente, siguiendo el legado de nuestros libertadores San Martín, Bolívar, Artigas, que la unión de Sudamérica es la clave de nuestra soberanía política e independencia económica. En la UNASUR logramos una institucionalidad supranacional densa y eficaz que logró evitar dos golpes de estado en la Región y luego conformamos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). Todo se derrumbó con la llegada de Temer, Macri, Bolsonaro, Lenin Moreno, los golpes en Brasil y Bolivia con la manipulación del Lawfare y las operaciones mediáticas. Nadie ha estado más expuesto al linchamiento mediático que el gobierno de Venezuela. Es bien conocido cómo orquestan las Agencias Gubernamentales de los Estados Unidos sus planes de Regime Change -con mentiras han justificado sus invasiones militares en Iraq, la destrucción de Libia- y sus pretensiones de injerencia directa en la política latinoamericana. Cabe preguntar por qué al gobierno de los EE. UU. y al Grupo de Lima no les preocupan las flagrantes violaciones de los Derechos Humanos en Chile, en Bolivia, en Brasil, en en Honduras, o en Colombia- donde se han asesinado a 250 líderes sociales firmantes de los Acuerdos de Paz- Acuerdos que también – recuerdo con orgullo- fueron promovidos por Néstor Kirchner, Hugo Chavez y Fidel Castro. Nadie puede ignorar hoy que Venezuela está bajo asedio, sometido a un bloqueo criminal que priva al pueblo de medicinas, alimentos, insumos esenciales. Aportar a intensificar ese asedio es, por lo menos, irresponsable.

Desde el golpe de estado perpetrado contra Hugo Chavez en abril 2002, no han cesado los intentos de golpe, magnicidio, sabotaje, desabastecimiento, acciones organizadas de violencia para promover el caos.

La mayoría de los partidos de la oposición no presentan candidatos a elecciones para no convalidar el triunfo del voto popular, como explicó con pruebas el ex presidente Rodriguez Zapatero desde Caracas cuando fue reelecto Nicolas Maduro en 2018. Como no lograron derrotar a Nicolas Maduro, los EE.UU. fungieron a un presidente “autoproclamado”, Juan Guaidó, quien tiene también el apoyo de varias naciones europeas.

Tenemos en consideración que, en un Frente, no todos pensamos igual. Sabemos que hay entre nosotros dirigentes que siempre estuvieron opuestos al socialismo venezolano – sin haber pisado nunca Venezuela- y hasta alguno que celebró la proclamación de Guaidó.

Pero confiamos en que, independientemente de las preferencias, el gobierno del Frente de Todos iba respetar los principios rectores de No Intervención en los asuntos internos de otros estados, Resolución Pacífica de las Controversias, y el principio consagrado de Igualdad Jurídica de los Estados. La Argentina ha hecho doctrina con estos principios fundantes del Derecho Internacional, la Docrina Drago, la Doctrina Calvo.

Los países de la Unión Europea tienen tanto derecho a inmiscuirse en las elecciones en Venezuela, como a Venezuela le cabe dictaminar en las elecciones francesas.

El anticolonialismo es también, un imperativo ético.

El 6 de octubre en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se votaron dos Resoluciones. La Res. L.55. que subraya la importancia de mantener el diálogo constructivo y la cooperación con Venezuela a fin de “reforzar su capacidad de cumplir las obligaciones que le incumben en materia de derechos humanos”; “expresa preocupación por las noticias relativas a presuntas restricciones al espacio cívico y democrático, incluidas las denuncias de supuestos casos de detención arbitraria, intimidación y difamación de manifestantes, periodistas y defensores de los derechos humanos”; celebra la visita de la Alta Comisionada a la República Bolivariana de Venezuela, que tuvo lugar del 19 al 21 de junio de 2019, y los compromisos acordados con el Gobierno para mejorar la situación de los derechos humanos en el país; exhorta al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela a que aplique las recomendaciones recogidas en los informes de la Alta Comisionada presentados al Consejo de Derechos Humanos en sus períodos de sesiones 41º y 44° y pide a la Alta Comisionada que siga colaborando con la República Bolivariana de Venezuela para hacer frente a la situación de los derechos humanos en el país y prestar apoyo sustantivo en forma de asistencia técnica y fomento de la capacidad.”

Esta Resolución que promueve y alienta la participación democrática fue votado por varios países, entre otros, México.

Más tarde se puso en consideración la votación de la Res. L.43 promovida por el Grupo Lima.

Esta Resolución, además de condenar enérgicamente a Venezuela, en consonancia con las expresiones de la oposición, promueve la franca injerencia en los asuntos internos. Decide prorrogar por dos años el mandato de una “Misión Internacional Independiente” que fue constituida por tres personas sin representación alguna, designadas por el Grupo de Lima, que se limitó a recibir desde Panamá informes por mail de la oposición venezolana, que nunca fueron constatados. Además, sugiere la consideración de nuevas medidas.

Para mayor muestra de cinismo, expresa preocupación por el tratamiento de la pandemia Covid-19 en Venezuela que, con 30 millones de habitantes, tiene -según datos de la OMS- 80.000 contagiados de Covid-19 y en total 653 muertos, lo que, claramente, muestra un mejor desempeño, seguimiento y cuidado de la salud pública que los países que apoyan la Resolución 43, incluído el nuestro.

Esto demuestra, palmariamente, la falta de rigor de los argumentos expuestos en esta Resolución, que apuntan a demonizar a la República Bolivariana de Venezuela, sus autoridades legítimas y su pueblo, que resisten heroicamente el asedio de los Estados Unidos de América y sus aliados.

Argentina podría haber optado por abstenerse, en todo caso, si no quería comprometerse con ninguna de las dos Resoluciones.

Pero en cambio, votó con los países europeos que reconocen al autoproclamado Guaidó como presidente sin un voto, modalidad que pone en riesgo a las democracias de America Latina. Votó junto al Reino Unido, cuando Venezuela ha sido aliada constante y ejemplar de la República Argentina en nuestra lucha por la soberanía en Malvinas. Votó junto al grupo de países latinoamericanos que han seguido a pie juntillas las instrucciones de los Estados Unidos de demoler a Venezuela. Argentina votó con Bolsonaro, con Piñera, con la golpista Añez, con Lenin Moreno y los habilitó como voceros de los Derechos Humanos.

Por lo expuesto, presento mi renuncia como embajadora plenipotenciaria en la Federación Rusa, declino el alto honor y los privilegios que deparan tan alto e importante cargo.

No me voy del Frente de Todos y Todas, al que el Kirchnerismo aportó tanta energía, tantos esfuerzos y la mayoría de los votos. ¡Y construyó con tantos sueños! Recuerdo ahora vívidamente a las masas de jóvenes y viejos militantes felices y conscientes en la histórica Cumbre de Mar del Plata, donde celebramos el rechazo del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el rotundo éxito protagonizado por los “tres mosqueteros”, como llamó Hugo Chávez a su alianza indestructible con Néstor Kirchner y Lula da Silva.

No podría seguir instrucciones de Cancillería que no comparto y que considero reñidas con el interés de la Nación. Quiero actuar con responsabilidad y transparencia; que nadie se preocupe o perjudique por mis declaraciones, ni conocer preocupaciones en off por los medios de prensa comerciales.

Mi posición y mi ideal de construcción de la Patria Grande es hoy, como fue durante los dos gobiernos Kirchner, y seguirá siendo, firme e inclaudicable. Siempre”.

El oficialismo explicó por qué no avanzó el pliego de Alicia Castro como embajadora en Rusia

En un comunicado de la Comisión de Acuerdos firmado por Anabel Fernández Sagasti, el Frente de Todos aclaró que no se debatió el nombramiento este miércoles “por expreso pedido de la propia candidata”.

Luego de que trascendieran versiones acerca de que el Gobierno estaría “revisando” la designación de Alicia Castro como embajadora en Rusia, la Comisión de Acuerdos del Senado explicó por qué el pliego de la exfuncionaria no fue tratado en la reunión de este miércoles, junto con otros tres.

Según indica el comunicado, que lleva la firma de la presidenta de la comisión, Anabel Fernández Sagasti, el nombramiento no fue incluido en el temario “por expreso pedido de la propia candidata”.

“Prueba de ello son las recientes declaraciones de Castro a medios de comunicación, donde explicó los motivos de esta inquietud”, se indicó.

Lo que argumentó la diplomática fue que “la misión en la Federación Rusa y cinco países concurrentes precisa de una gran movilidad. Por mi edad pertenezco a un grupo de población en riesgo, razón por la cual permanezco sin salir de mi casa desde marzo”.

Castro aclaró que “son infundados los contenidos de medios que especulan con que el gobierno de Alberto Fernández habría congelado la designación como embajadora en Rusia”.

Tras esta aclaración, la senadora Fernández Sagasti rechazó “de manera categórica la publicación del diario La Nación, que se efectuó sin consultar a las fuentes, es decir, a esta comisión”.

En una nota publicada hace dos semanas, el matutino mencionado informó que la designación de Castro estaba paralizada por los cuestionamientos de la exembajadora hacia el canciller Felipe Solá, puntualmente por la situación en Venezuela.

El Senado aprobó la designación de Rafael Bielsa como embajador en Chile

Fue por unanimidad, luego de que el postulante expusiera ante la Comisión de Acuerdos. También se le dio ingreso formal a los pliegos de Ricardo Alfonsín y Alicia Castro.

El Senado aprobó este viernes por unanimidad el pliego de Rafael Bielsa como embajador en Chile, luego de que el postulante se presentara horas antes ante la Comisión de Acuerdos, donde recibió dictamen favorable.

Lea también: Recibió aval el pliego de Rafael Bielsa como embajador en Chile

El nombramiento de Bielsa recibió 68 votos afirmativos y ninguno negativo, al inicio de la sesión convocada para tratar la ley de góndolas y la designación de la Defensora del Niño.

Por otra parte, la Cámara alta dio ingreso formal a los pliegos de Ricardo Alfonsín para ocupar la Embajada de España; y de Alicia Castro para la Embajada en Rusia.