No es común que echen de un bloque a un miembro: Cristina, el único antecedente

Para encontrar un caso similar de una legisladora expulsada de su bancada hay que remontarse hasta 1997, casi 30 años.

La Libertad Avanza sigue generando hechos inéditos. Partiendo de su llegada al poder en su primera campaña presidencial; pasando por su condición de minoría extrema en ambas cámaras… y ahora marcando un nuevo hito, al echar a uno de los escasos miembros de su reducida bancada.

Le tocó a Lourdes Arrieta ser protagonista involuntaria de esta historia. Un hecho prácticamente inédito, por cuanto no es para nada habitual que un bloque expulse a uno de sus miembros. En rigor, eso no sucede. Al punto tal que para encontrar un caso similar hay que ir hasta 1997, en este caso en el Senado, donde la expulsada fue nada menos que Cristina Fernández de Kirchner. La echó el bloque del PJ.

No fue por sus recurrentes posturas contrarias al Poder Ejecutivo que comandaba en esos días Carlos Menem, sino por su negativa a apoyar el texto de creación del Consejo de la Magistratura, con lo que le impidió a su bancada lograr el número necesario para insistir con la sanción original del proyecto.

Recordemos qué sucedió entonces. La senadora Cristina Fernández había desembarcado en la Cámara alta con los tacos de punta y de inmediato les marcó la cancha a sus entonces poderosos pares. Verborrágica y contestataria, por entonces la revista Parlamentario le puso un mote que la definía a la perfección y que la acompañó por un buen tiempo: la rebelde.

Prontamente marcaría sus diferencias directamente con el Ejecutivo. No ahorró críticas por ejemplo contra el presidente Carlos Menem por sus reiteradas ratificaciones de María Julia Alsogaray al frente de la Secretaría de Medio Ambiente, reclamo que partía sobre todo desde el propio Poder Legislativo. “Menem tiene una interpretación errónea del caso, en cuanto a que interpreta que podría quedar desairado o sentirse presionado por parte del Congreso”, señalaba una medida pero crítica senadora Kirchner.

No tardaron demasiado sus colegas de bancada en advertir que no siempre podrían contar con el voto de Cristina Kirchner. Corrección: difícilmente pudieran disponer alguna vez de ella cuando se tratara de cuestiones que les interesaran particularmente. No llevaba cinco meses en el cargo cuando Cristina se convirtió en la excepción de su bloque al votar en contra del proyecto de prórroga del Pacto Fiscal II, que extendía su vigencia hasta fines de 1996. La prórroga del Pacto le permitía a Economía disponer de un piso de coparticipación de 740 millones de pesos mensuales a distribuir entre las provincias, las cuales no recibían fondos desde hacía cinco meses. Un retraso que incidió directamente en la decisión de varios senadores radicales que terminaron sumándose insólitamente al oficialismo para lograr que se aprobara la norma.

La rotura de lanzas con sus pares tendría lugar por esos mismos días, aunque no por su oposición a la prórroga del Pacto Fiscal, sino por embestir contra el ministro de Defensa, Oscar Camilión, ante la presunción de que armas argentinas que tenían como destino declarado Venezuela hubieran sido desviadas a Ecuador, y el Poder Legislativo reclamó para sí el papel investigativo. Obviamente el Ejecutivo fue remiso a otorgar semejante concesión y demoró cuanto pudo la concurrencia del ministro de Defensa Oscar Camilión al Parlamento, donde los propios diputados oficialistas eran partidarios de hacerle juicio político por su responsabilidad en la operación. “No creo en los argumentos que viene sosteniendo el ministro; no me suenan creíbles, por lo tanto debemos actuar con independencia y dejarlo librado a su suerte”, advertía el justicialista Carlos Soria -muerto años después a manos de su esposa, siendo gobernador-, quien junto con su comprovinciano Miguel Angel Pichetto encabezaba el ala más dura contra Camilión. Sin embargo, la orden que bajó desde el Ejecutivo y que canalizó el entonces titular del bloque justicialista de Diputados, Jorge Matzkin, fue atenuar los embates de la oposición. Esto es, en lugar de permitir su interpelación en el recinto, lo harían peregrinar por las comisiones de Defensa de ambas cámaras, comenzando por el Senado, donde las voces eran menos críticas.

Sin embargo, fue en ese ámbito donde la joven senadora santacruceña sorprendería a todos pidiéndole directamente la renuncia. Mirando a la cara del ministro y sin rodeos, descerrajó una catarata de argumentos según los cuales la situación en la que se había involucrado la Argentina constituía un verdadero escándalo y él, como responsable del área, había quedado en el centro de la escena. Por lo tanto, más allá de las investigaciones judiciales pertinentes, no debía hacer otra cosa que renunciar.

“Senadora, usted no tiene edad ni antecedentes para solicitarme mi renuncia”, fue la réplica del entonces ministro.

Semejante irrupción terminó de confirmar los temores de sus pares y una pregunta recurrente que se le hacía era si no temía que la expulsaran del partido. “No creo que sean tan antiguos. Sería un horror que, casi a fin de siglo, un movimiento como el peronista plantee la expulsión porque alguien disiente o tiene una actitud diferente a partir de cuestiones fundadas. Porque más que sectarios, serían antiguos”, respondía la senadora.

Según cuenta el libro Cristina K. La dama rebelde (Ediciones Corregidor, 2004), para la conducción de la bancada justicialista no quedaban dudas de que Cristina era una adversaria más, de ahí que comenzaran a organizar reuniones aparte, cuidándose de que la santacruceña no se enterara de las mismas; o se reunían previamente, por cuanto sabían que ella siempre plantearía su disidencia. Eran tiempos en que sí concurría al bloque, como ya no haría en tiempos futuros. “Se peleaba con todos, trataban de no dejarla hablar…”, recuerda un asesor, y esa práctica se extendía también al recinto. Ella pedía la palabra y no se la daban, o bien cuando ella hablaba, Augusto Alasino y su entorno se iban del recinto, o se ponían a hablar entre ellos.

Pero no fueron sus permanentes rechazos a las posturas oficiales los causales de la expulsión de Cristina del bloque. Si bien sus actitudes y cuestionamientos habían tenido a maltraer a sus “compañeros” de bancada, la supremacía que el peronismo ejercía en la Cámara alta le permitía darse el lujo de “tolerar” la rebeldía patagónica. Cosa que hicieron más allá de los constantes pedidos de expulsión que se escuchaban -no sólo querían echarla del bloque, sino del propio partido- por sus permanentes cuestionamientos a la gestión menemista.

Pero la gota que colmó la paciencia del bloque que comandaba Augusto Alasino fue la negativa de la senadora a apoyar el texto de creación del Consejo de la Magistratura, con lo que le impidió a su bancada lograr el número necesario para insistir con la sanción original del proyecto. Eran tiempos en que Menem y Duhalde extendían al Senado su anticipada pulseada por la sucesión en el 99, y en la Cámara alta se quiso dar una muestra de que allí el poder menemista era aún real y concreto.

Mas no la echaron. Con la intención de que ella misma se apartara de la bancada, según confiaron fuentes del propio oficialismo, la mesa directiva del bloque resolvió expulsarla de las comisiones de las que formaba parte. La medida fue sorpresiva y la involucrada se enteró al cabo de una reunión de comisión celebrada el 7 de mayo de 1997, en la que nadie le avisó de nada, cuando llegó un memo al despacho en el que le indicaban que había quedado fuera de todas las comisiones que integraba: Relaciones Exteriores y Culto; Asuntos Penales y Regímenes Carcelarios; Educación; Familia y Minoridad; Economías Regionales; Coparticipación Federal de Impuestos; Asuntos Administrativos y Municipales, y hasta de la Bicameral de Esclarecimiento del Atentado a la Embajada de Israel y la AMIA. La nota estaba firmada por el jefe de los senadores justicialistas, Augusto Alasino, y el secretario general del bloque, Angel Pardo. Allí se indicaba además quienes serían los senadores que la sustituirían en esos grupos de trabajo.

El senador entrerriano Héctor Maya se encargó de justificar ante la prensa los motivos que llevaron al bloque a tomar la inédita medida: “Nosotros venimos registrando una serie de cuestiones donde la senadora Kirchner se maneja con excesiva individualidad, lo cual es respetable, pero no es muy común dentro del peronismo… En un bloque hay que debatir, pero para mantener la unidad de un cuerpo es necesario que nos sometamos a distintas reglas”, sintetizó.

La esposa del gobernador santacruceño tomó la decisión como “un castigo a la provincia de Santa Cruz (…) Yo soy representante de una provincia y del Partido Justicialista de esa provincia. Seré una minoría disidente, pero tenemos el derecho de serlo”.

La decisión adoptada por la conducción del bloque justicialista generó un vendaval de críticas que no hizo más que fortalecer la posición de Cristina Kirchner. Un grupo de diputados justicialistas suscribió un proyecto de resolución de la diputada santacruceña Rita Drisaldi manifestando su discrepancia con semejante actitud. “Esta medida priva a la provincia de Santa Cruz de ejercer plenamente su autonomía, ya que impide la labor de uno de sus representantes electos constitucionalmente”, señalaba el proyecto suscripto además por Irma Roy, Mario Das Neves, Rodolfo Gazzia, Julio Migliozzi, Julio Salto, Fernando Maurette, Darci Sampietro, Carlos Vilches, Sara de Amavet y Sergio Acevedo.

La decisión de los senadores justicialistas abrió un debate sobre si la representación en las comisiones corresponde al legislador o al bloque. De hecho, al comunicarle el bloque la decisión al presidente del Cuerpo, Carlos Ruckauf, éste les advirtió que la medida era antirreglamentaria. Según los antecedentes de la Cámara, la separación de un senador no puede hacerse sin su consentimiento. Ante las circunstancias, el bloque decidió revisar la resolución y, habida cuenta de la intención de Cristina Kirchner de dar pelea, resolvieron no dar más vueltas y directamente separarla de la bancada. Eduardo Menem, Eduardo Bauzá, Jorge Yoma y Alasino fueron algunas de las voces de peso que se pronunciaron por semejante decisión y pusieron las primeras firmas que se recolectaron para echar a Cristina.

Los senadores justicialistas aseguraron que la permanencia de su colega junto a ellos resultaba ya “insostenible” debido a las posiciones contrarias a las resoluciones que adoptaban y a sus votos negativos. Cristina replicó que había votado a favor de todas las leyes del Gobierno que hacían a la transformación económica y que en cambio lo hizo contra todos aquellos proyectos del bloque que implicaban un menoscabo para su mandato. La senadora aludía a sus posturas contra el ingreso de Ramón Saadi al Cuerpo y su negativa a refrendar el acuerdo por los Hielos Continentales, entre otras cosas.

“Cuando mi voto en contra no alteraba el resultado que quería mi bloque, no hubo problemas. Pero ahora que mi voto era decisivo en busca de los dos tercios que necesitaban para aprobar el Consejo de la Magistratura, me castigan”, argumentó la legisladora, enfatizando que lo suyo no era indisciplina, sino que nunca aceptaría “disciplinarme para una asociación ilícita”.

La senadora Kirchner aseguró una y otra vez que no se iría del Partido Justicialista y que en el Senado formaría una bancada propia, el bloque PJ Santa Cruz, en compañía de su coterráneo Felipe Ludueña. Este último, veterano dirigente santacruceño ya fallecido, le anunció a Alasino su ida del bloque a través de una carta en la que fundamentaba su decisión “no sin dolor y sin tristeza” en el “desnudado desprecio que exhiben los senadores por los principios que dieran origen, fueron, son y serán razón de ser en el seno del pueblo peronista”.

Con varios protagonistas centrales de ese evento histórico presentes, Diputados recordó los 30 años de la reforma constitucional

Con la presencia de quien fuera presidente de la Convención Constituyente de 1994, Eduardo Menem, Horacio Rosatti, Jesús Rodríguez y Augusto Alasino, entre otros, se desarrolla la jornada de conmemoración en el Salón de Pasos Perdidos.

A 30 años de la reforma constitucional realizada en nuestro país en 1994, protagonistas de la Convención Constituyente de entonces recuerdan lo que fue esa tarea y analizan los desafíos pendientes.

La “Jornada Aniversario de la Reforma Constitucional 1994-2024”es organizada por la Cámara de Diputados de la Nación (HCDN) y el Instituto de Capacitación Parlamentaria (ICaP), con el propósito reflexionar acerca del camino que condujo a ese hecho histórico, concibiéndolo como producto del consenso político y programático entre las dos principales fuerzas partidarias de aquel entonces.

Con la presencia del presidente de la Cámara baja, Martín Menem, durante el primer panel expusieron Eduardo Menem, quien fue presidente de la Convención Constituyente del '94, y los convencionales constituyentes Horacio Rosatti, actual presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; Jesús Rodríguez y Augusto Alasino, entre otros.

El presidente de la Cámara baja dio las palabras de bienvenida este lunes por la mañana.

Los oradores previstos para esta jornada son los citados Eduardo Menem, Horacio Rosatti, Jesús Rodríguez, Augusto Alasino, más Tomás Figueroa, secretario Parlamentario de la HCDN; Rodolfo Barra -actual procurador del Tesoro-, Julio César Aráoz, Elva Barreiro de Roulet y Antonio Hernández, entre otros.

Asistieron como invitados Juan Carlos Maqueda, Juan Carlos Romero, Rafael Pascual y José Estabillo; representantes de las embajadas de Japón, Palestina, Arabia Saudita, Paraguay, China, Francia, Argelia, Kuwait, Armenia, Marruecos y Filipinas.

También asistieron los diputados nacionales Silvia Lospennato (Pro), Gabriel Bornoroni (LLA), Nicolás Mayoraz (LLA), Lorena Villaverde (LLA), Maximiliano Ferraro (CC), Karina Banfi (UCR), Guillermo Snopek (UP), Lisandro Almirón (LLA) y Lilia Lemoine (LLA).

Las exposiciones

Al abrir el evento, Martín Menem recordó "la sanción por unanimidad de tal vez la Constitución más legítima y democrática en toda la historia de nuestro país". "Esta reforma constituyó una bisagra en la historia de nuestras instituciones, porque se pudo demostrar que era posible modificar nuestra ley fundamental por el consenso de la mayoría de las fuerzas políticas", sostuvo.

El riojano mencionó que "si bien es cierto que representantes de otros partidos no estaban de acuerdo" con la reforma o algunos puntos de ésta, "se respetó la regla de oro de las mayorías" y la votación resultó unánime.

El titular de Diputados destacó que en la Constitución del '94 "se trató de establecer un equilibrio de los poderes del Estado, mediante la atenuación de las facultades del Poder Ejecutivo y una mayor eficacia en el funcionamiento del Poder Legislativo".

"Este Congreso tiene una deuda con la Constitución porque no se han sancionado varias leyes, entre las cuales cabe mencionar una muy importante, y creo que en el futuro próximo presente va a ser de trascendental importancia, que es la bendita Ley de Coparticipación de Impuestos", señaló.

También se refirió a que "hace más de 15 años que no se cubre el cargo del Defensor del Pueblo". Menem agregó: "Me comprometo, con el apoyo de todos los diputados, a que se cumplan todos los mandatos pendientes y que sancionemos las leyes que quedaron en deuda".

En el final de su discurso, rememoró vivencias personales, a sus 18 años en 1994, cuando su padre Eduardo Menem era el presidente de la Convención Constituyente y él como estudiante de Derecho estudiaba en medio de ese proceso que "los derechos de Malvinas son inalienables e imprescriptibles por parte de la Argentina". "Tengo el recuerdo de haberlo visto a mi viejo redactarla de puño y letra. Yo estudié los apuntes de puño y letra de esa cláusula (primera), que va a ser letra viva por los siglos de los siglos en nuestra Constitución".

Tras tomar la posta, el diputado libertario Nicolás Mayoraz como moderador, en su rol de presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, abrió el primer panel Eduardo Menem. "Esta reforma fue única en la historia. Aprobada por unanimidad y jurada por todos los convencionales en aquella histórica jornada del 24 de agosto de 1994 en el Palacio San José de Urquiza", ponderó.

El expresidente provisional del Senado valoró el "trabajo extraordinario" que realizaron hace 30 años los convencionales constituyentes y luego repasó que en Argentina "tuvimos una historia constitucional muy complicada".

"Dos constituciones sancionadas que no se pusieron en vigencia, la de 1819 y la de 1826" porque "eran muy unitaristas"; después "la de 1853, que fue la de los padres fundadores, una Constitución de avanzada, pero que se hizo sin la participación de la provincia de Buenos Aires. Además no fue tan democrática porque los convencionales eran elegidos a dedo", dijo.

Más tarde se dio una reforma en 1860, donde "se incorpora Buenos Aires y otras normas importantes"; la reforma de 1866 "fue muy breve" y "no hubo más reformas hasta 1949, la cual fue cuestionada porque la convocatoria no se había sancionado por dos tercios del total de los presentes de ambas cámaras". "En la Convención hubo un retiro masivo de los convencionales de la oposición", recordó.

Menem señaló que esa última reforma "fue derogada por un bando militar" que derrocó a Juan Domingo Perón, quienes "tuvieron además la audacia de convocar a una convención constituyente, con la proscripción del peronismo, que se hizo en 1957". En esa ocasión, "hubo también un retiro masivo, pero se alcanzó a sancionar el artículo 48 bis que era la incorporación de los derechos sociales, que en el '94 lo ratificamos".

"La reforma de 1994 significó un quiebre en esa especie de maleficio en nuestra historia constitucional, donde no se podía sancionar una reforma con el consenso de las fuerzas políticas. Fue como un exorcismo", expresó el hermano del fallecido expresidente Carlos Saúl Menem, en cuyo gobierno se sancionó la última Carta Magna.

Menem aseguró que "tanto el peronismo como el radicalismo eran partidarios de la reforma constitucional, aunque diferían en algunos detalles". "Los políticos argentinos somos muy difíciles, somos muy pasionales en las disputas", expresó. Por eso, sobre la Constitución, insistió que "fue la más democrática y legítima de la historia, porque se integró con el pluralismo de 19 bloques políticos".

En el primer panel, ante un Salón de Pasos Perdidos colmado de asistentes, el convencional constituyente Jesús Rodríguez aseveró -en relación al Pacto de Olivos- aseveró que "es un error grave señalar que la Constitución del '94 es el resultado de los intereses particulares y personales de dos personas”.

“Una Constitución aprobada sin los dos tercios de la Cámara de Diputados de los presentes, como la Constitución establecía, o forzada por una consulta popular, hubiera llevado a la Argentina a un riesgo de convivencia pacífica afectada seriamente en la vida social”, apuntó el radical.

Rodríguez afirmó que "la reforma del '94 fue un ejemplo de amistad cívica y de civilidad política. Una Asamblea que recogía la diversidad social, ideológica, cultural, política y regional de la Argentina”.

“Señores constituyentes este es un triunfo de la política; la política en grande, la que hicimos por consenso”, destacó Augusto Alasino, quien además observó que "esta Constitución es antidiscriminatoria y el resultado se ve a la vista: el matrimonio igualitario, la igualdad de mujeres y varones, las políticas de género y la protección de los chicos”.

A su turno, Horacio Rosatti evocó los días de la Convención Constituyente donde él fue vicepresidente del bloque mayoritario, que presidía Augusto Alasino. “Nosotros éramos convencionales constituyentes reformadores. No éramos revolucionarios, sino que debíamos modificar algo que debía ser una continuidad con transformaciones. Es decir, debíamos llevar adelante una serie de reformas culturales y luego jurídicas sin alterar el espíritu de la Constitución. Además teníamos prohibido, por la ley de convocatoria, tocar los primeros 35 artículos de las declaraciones de derechos y garantías”.

El presidente de la Corte reivindicó el acuerdo político previo, “porque uno no le puede dar a un convencional reformador un cheque en blanco y decir: ‘Mirá, hacé lo que te parezca’”. En ese sentido destacó como ejemplo que no se puede pasar de  un sistema presidencialista a un sistema parlamentario “por un voto”.

“Que se conozca el contenido del acuerdo previo parlamentario supone que quien vota al partido que vota, sabe por lo menos en trazos generales qué es lo que va a votar el convencional. No puede tener un mandato absolutamente libre, sino en gran medida debe estar condicionado por un programa, un proyecto conocido por la comunidad, porque la Constitución no se reforma todos los días y en consecuencia los contenidos deben ser conocidos por la población. Y mientras más amplio sea ese consenso, mejor”, evaluó.

Sobre el final de su exposición, Horacio Rosatti dijo que, sin exagerar, le parecía que la Convención Constituyente “fue el último gran acto de la política con mayúsculas en la Argentina. Porque grieta había antes y hubo después, sin embargo pudimos poner entre paréntesis en esos tres meses la grieta y tomar conciencia de que la obra que íbamos a hacer estaba destinada a perdurar por varias generaciones”.

No temerle al debate

Del segundo panel participaron Alberto García Lema, Enrique Paixao, Alberto Pierri y Juan Carlos Romero.

El constitucionalista García Lema planteó que “no hay que tenerle miedo al debate parlamentario, porque el pasaje entre las cámaras de Diputados y Senadores enriquece”.

“La tarea parlamentaria termina siendo un elemento de perfeccionamiento de la actividad política y, sobre todo, de políticas que duren a mediano y largo plazo, que es la única manera de que conseguir que haya inversiones en el país, que se necesitan urgentemente para generar un crecimiento nacional con distribución económica como se necesita en este momento”, señaló García Lema.

A continuación, Enrique Paixão señaló que “el núcleo central de la reforma es la limitación del poder presidencial, la revalorización del poder del Congreso y de los jueces. Fue un esfuerzo para salir del hiper presidencialismo. El desequilibrio de poderes llevó a una situación donde el poder presidencial creció más allá de lo razonable”.

Para el abogado, “el empoderamiento del Congreso se enriqueció además con la incorporación de la Auditoria General de la Nación, generando la presencia opositora para evitar la constitución de un poder monolítico. Lo que significó, además, dotar al Congreso de la Nación de una herramienta para ejercer una de las dos funciones sustanciales del Congreso que es la de controlar a los demás poderes del Estado. Además, se generó la delimitación de los decretos de necesidad y urgencia”.

A su turno, el expresidente de la Cámara baja Alberto Pierri expresó: “Quiero poner la mirada desde el punto de vista político para intentar determinar cuáles fueron las condiciones de esos tiempos que nos permitió llegar a la reforma de la Constitución de 1944. Una reforma histórica porque tuvo una gran amplitud y diversidad de colores políticos que estuvo cuestionada en su momento, intervinieron en su redacción las figuras de ese tiempo y orgullosamente hoy la mayoría están aquí".

Agregó Pierri que “la reforma no se inició a partir del Pacto de Olivos, comenzó mucho tiempo antes, ya en el 1973 el General Juan Domingo Perón dejó abierta la posibilidad de encarar esa reforma e imaginó algunos temas como el ambientalismo, la creación de la figura del ministro coordinador, como un antecedente de lo que después sería el Jefe de Gabinete”.

A su turno, la exdiputada jujeña Cristina Guzmán recordó que “estábamos viviendo épocas de confraternidad política, de respeto a las ideas diferentes, una reforma no se puede hacer en cualquier tiempo. Era necesaria y oportuna. Vivíamos en tiempos políticos con convivencia democrática excepcionales. Podíamos tener ideas diferentes, pero compatibilizamos criterios”.

“Esta es una reforma federal, por ejemplo, en el art 124 se establece que las provincias pueden establecer regiones para el desarrollo económico y social. En el Parlamento, hemos vivido las votaciones que trasvasan a los partidos políticos, son más regionales”, agregó.

Por último en ese panel, el senador nacional Juan Carlos Romero señaló que “en la reforma el diálogo político fue fundamental en la búsqueda de acuerdos, en ese consenso que se alcanzó. Lamentablemente hoy no podemos ponernos de acuerdo, por lo menos acá en el Congreso, ni para constituir e integrar una comisión. En el Senado el año pasado hubo cuatro sesiones, hay Comisiones que ni siquiera se constituyeron. En los últimos 20 años se intentó imponer una agenda única, donde quienes gobernaban imponían el número y los caprichos. La búsqueda del interés sectorial primó sobre el interés general”.

El tercer panel

Elva Pilar Barreiro de Roulet, Antonio Hernández, Marcela Ruiz y Miguel Esteban López cerraron la jornada de exposiciones.

La primera vicegobernadora bonaerense de la recuperación democrática sostuvo que “la reforma constituyó un paso a la modernización de nuestro pacto social. Los nuevos derechos y garantías incorporados fueron sobre la preservación del medio ambiente, defensa del consumidor, habeas data y habeas corpus, así como la identidad étnica y cultural de los pueblos indígenas”.

A juicio de Elva Roulet, “las comunidades tienen derecho a una educación bilingüe e intercultural. La comunidad está estrechamente relacionada con la tierra, sobre todo, por el vínculo espiritual que representa”. Y cerró: “La norma sancionada prevé la participación de las comunidades en temas de recursos naturales y cualquier tema de interés que los afecte”.

El exdiputado nacional y constitucionalista Antonio María Hernández señaló que “la integración es otra idea fuerza de la Reforma, es una integración nacional. En federalismo comparado el diseño de 1994 es incomparable a nivel mundial”.

Para el radical cordobés, “la Constitución buscó la igualdad real de oportunidades: un Estado que trate de garantizar los derechos de mujeres, de niños, de discapacitados, en una idea muy clara y potente, de profundizar el concepto de la igualdad, que es absolutamente decisivo cuando se habla de derechos fundamentales, libertad e igualdad son términos absolutamente fundamentales, a ellos se une la solidaridad”.

A su turno, la doctora Marcela Ruiz consideró que “hemos pasado de un estado legal de derecho a un estado constitucional de derecho que implica que la Constitución es la fuente fundamental del derecho".

“El juez deja de ser la boca de la ley, tiene un rol activo, y busca la mejor solución al caso que se presenta. También puede recurrir a las normas supranacionales”, agregó.

“Me siento muy afortunado porque me ha tocado trabajar, conocer y ser testigo de 40 años de democracia. La reforma fue algo valioso, único y distinto, nos tocó a nosotros transformar las decisiones políticas en soportes documentales”, planteó por su parte el doctor Miguel Esteban López

“La sociedad cambió con esta Constitución. Como amanuense, guardo y atesoro este tipo de cosas porque son las que nos enriquecen como comunidad, más allá de la grieta y de los enfrentamientos”, cerró.

El cierre del evento

El doctor Alfonso Santiago señaló que “la Constitución organizó el sistema institucional y configura el sistema normativo. Cuando se pone en marcha el proceso de Reforma, el foco estaba puesto en las reformas institucionales”.

Sin embargo, agregó, “las reformas más significativas no se han dado tanto a nivel institucional, como en la reconfiguración del sistema jurídico”.

Para Santiago, “la reforma creó cuatro nuevas instancias normativas: una instancia jurídica suprema, integrada por la Constitución y catorce tratados internacionales; un segundo nivel normativo que predomina sobre las leyes conformado por los tratados ordinarios y por los tratados de integración; la ley; y se agregan los reglamentos delegados y de necesidad y urgencia”. Y cerró: “Esto es una profunda transformación, que tuvo mayor impacto real en el sistema normativo que en el institucional”.

A su turno, el exministro de la Corte Suprema y actual procurador del Tesoro Rodolfo Barra expresó: “Una de las innovaciones que trajo la reforma es esta bifurcación de las figuras del presidente de la Nación y el jefe de Gabinete. Creo que recién se está poniendo en práctica concreta, no fue así durante 30 años, porque costó mucho pasar de esa figura presidencial que todo lo hacía a una figura que es el conductor”.

“La convención constituyente fue una experiencia extraordinaria de convivencia democrática, estímulo intelectual e intensidad política”, señaló Barra.

El exministro de la Corte agregó que “las constituciones están hechas de política, no de palabras. El esfuerzo constitucional es una práctica que consiste en convertir relaciones de poder en relaciones de derechos, para someter el poder al derecho”.

Por su parte, Alberto Dalla Vía, juez de la Cámara Nacional Electoral, consideró que “la convención constituyente fue un momento inolvidable. Fue una reforma política y electoral. Nosotros empezamos una transición democrática con la memoria, miramos al pasado. La Constitución en 1983 era una prenda de unidad nacional”.

“Cambiamos la forma de elección del presidente, antes teníamos colegio electoral. La elección directa del presidente con doble vuelta, implico fortalecer la figura presidencial. También cambiamos la elección de los senadores. Pusimos el sufragio, no estaba en la constitución. El constituyente del 94 replico los términos de la Ley Sáenz Peña”, agregó Dalla Vía.

Para el doctor Rodolfo Díaz, la reforma constitucional “fue la persuasión social de que la transición democrática argentina requería una culminación de ese nivel lo que da razón de una convención constituyente en la que estuvieron representados 25 partidos políticos, en la que se presentaron 1593 proyectos de reformas, que tuvo 11 comisiones temáticas que realizaron 51 reuniones y produjeron 34 despachos, y una comisión de redacción que realizo 25 reuniones y produjo 17 órdenes del día”.

“Una convención que realizo 38 sesiones plenarias, algunas de varios días para, finalmente, sancionar trascendiendo largamente la cuestión de la reelección casi un centenar de modificaciones al texto histórico. Lo que sí tuvo una función causal determinante fue la contundente manifestación de la soberanía popular en las elecciones de legisladores nacionales de 1993 en las que voto más del 80% del padrón”, agregó Rodolfo Díaz.

Cerró la jornada el diputado nacional de La Libertad Avanza Nicolás Mayoraz, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara baja. “La reforma fue un punto donde se reducían las cuestiones a una ambición personal, según decían los malintencionados que nunca falta, de Menem y Alfonsín, donde uno quería la reelección y otro quería una representación en el Senado. Sin embargo, la reforma realmente tuvo un aporte significativo que se vivió mucho en los últimos años: el fortalecimiento institucional”, dijo el actual legislador.

“La Argentina tiene una historia de presidencialismo fuerte, me atrevo a decir que a los presidentes que han ejercido un liderazgo fuerte les ha ido mejor que a los que han tenido un liderazgo débil, la sociedad percibe el liderazgo fuerte y lo valora, los últimos 20 años nos han dado muestra de esto”, cerró el legislador.