Desde la Cámara Argentina para la Formación Profesional y la Capacitación Laboral advierten la amplia brecha en los cargos directivos.
El presidente de la Cámara Argentina para la Formación Profesional y la Capacitación Laboral (Cámara que reúne a la educación no formal en Argentina), Daniel Martini, hizo referencia a la situación de desigualdad de género en el ámbito empresarial, ante una brecha salarial y de acceso a los puestos jerárquicos que mantiene a las mujeres en inferioridad de condiciones al interior del mercado laboral.
“Es prioritario establecer una agenda para revertir una realidad cada vez más evidente: si bien desde nuestro sector advertimos que las mujeres predominan a la hora de capacitarse laboral y profesionalmente, ganan menos que los varones por los mismos trabajos. Están más capacitadas pero esto no se traduce ni en mejores trabajos, ni en mayores remuneraciones”, aseguró Martini.
Según datos oficiales, existe una amplia brecha en los cargos directivos, menos del 10% son ocupados por mujeres en nuestro país. Incluso en aquellos rubros de mayor presencia femenina como salud, alimentación y educación, entre otros, la participación de las mujeres en puestos de decisión apenas alcanza el 30%.
Un reciente informe de la ONU, asegura que la brecha salarial es otra limitante que representa un diferencial de más del 25% para las mujeres de América Latina, quienes terminan accediendo a puestos de menor calidad y remuneración, en especial aquellas que tienen niños en edad escolar. En este sentido, el referente de la Cámara asegura que “el porcentaje de mujeres que trabajan a tiempo parcial es mayor que el de los hombres, esto está relacionado con el imperativo establecido de reducir su jornada para hacer frente a otro tipo trabajo no remunerado, el cuidado de sus familias. Así, las mujeres reciben menor retribución económica además de acceder a empleos de menor calidad”.
Incluso luego de la pandemia de Covid-19, las mujeres fueron las que terminaron en una situación de mayor vulnerabilidad por la pérdida de empleo. Un proceso que deviene en un espiral descendente transformándose en una forma sistémica de discriminación que incluye: trabajos de menor calidad, jornadas reducidas mal pagas, incapacidad para negociar un mejor salario e infravaloración laboral. “Estos datos son indicadores que deberían impulsar profundos cambios sociales y especialmente en el ámbito laboral, donde se deben equiparar derechos con programas que modifiquen esta realidad, apoyados también desde el ámbito legislativo. Hay que quebrar este esquema que actualmente se configura como una realidad insoslayable: estamos frente a una feminización de la pobreza, como contracara de una clara masculinización de la riqueza”, concluyó Martini.