El antecedente del mega DNU de Milei: lo impulsó Macri; cómo le fue

El de Cambiemos fue impulsado en 2018, tenía 170 medidas y fue muy resistido por la oposición. Qué tuvo que hacer ese gobierno en minoría ante el rechazo de la oposición.

Por José Angel Di Mauro

Mucho se ha escrito y dicho en torno al mega decreto de necesidad y urgencia impulsado por el Gobierno de Javier Milei, y la excepcionalidad que le corresponde por su extensión. Lo cierto es que, en realidad, hubo un antecedente. También le correspondió a un gobierno en minoría, como fue el de Mauricio Macri, que optó por la vía de un “súper DNU” en el penúltimo año de su mandato. Veamos cómo le fue a él.

Ese Gobierno de Macri padecía una inferioridad numérica importante, pero así y todo tenía el doble de legisladores en ambas cámaras que hoy La Libertad Avanza. En el caso de Cambiemos, las instancias creadas para saltear al Parlamento tampoco terminaron resultándole del todo viablels a un oficialismo condenado a negociar todo o soportar el máximo posible las presiones de la oposición. Si bien los DNU parecían ser una alternativa muy viable, sobre todo en tiempos de receso legislativo, no la tuvo fácil esa administración con tal herramienta. Es verdad que la ley de DNU hace difícil que a un gobierno le rechacen un decreto, pero varias veces el Gobierno de Cambiemos quedó al filo de esa derrota sin precedentes.

¿Qué le queda a Milei entonces?

La experiencia de Macri

Cada receso veraniego fue aprovechado por el Gobierno de Cambiemos para impulsar una batería de decretos a través de los cuales pudiera sortear las dificultades parlamentarias. Nunca terminó de convencerse de que ello implicaba un fuerte desgaste pues la oposición dura siempre objetó esa vía para legislar y una y otra vez le asestó derrotas en la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, emitiendo dictámenes que se convertían en espadas de Damócles con las cuales amenazaba al oficialismo en el recinto.  

En el verano de 2018, el Gobierno de Macri volvió a aprovechar el receso legislativo ya no para impulsar una serie de decretos cuya validez después tuviera que salir a defender, sino directamente un gran DNU que presentó el 10 de enero en el marco de una conferencia de prensa encabezada por el entonces ministro de Producción, Francisco Cabrera, quien lo justificó en la necesidad de reducir a través del mismo trámites que deben hacer las empresas para operar en el país, como así también establecer nuevas prácticas en el sector de finanzas y transportes, con el fin de reducir costos y ganar competitividad.

Pero la magnitud de ese decreto tan amplio y variado la daba el detalle de la cantidad de modificaciones de leyes o decretos que implicaba: 140. Además de derogar un total de 19 leyes o decretos.

El DNU más extenso de la administración Macri -y de los que pudiera recordarse hasta entonces-, agrupaba un total de 170 medidas en 22 capítulos, en las áreas de gestión de ocho ministerios: Modernización, Producción, Trabajo, Finanzas, Transporte, Cultura, Agroindustria y Energía.

Fue siempre una característica operativa de Cambiemos enviar al Parlamento un proyecto ambicioso en el que pudiera camuflar otro de características controvertidas. Ejemplo: la reparación histórica, en la que incluyó el blanqueo de capitales; o la reforma laboral, donde presentaban un blanqueo en el que todos estaban de acuerdo, pero incluían un artículo que modificaba el régimen de despidos.

Ahora, en este ambicioso megadecreto, se hablaba de medidas que permitirían bajar los costos del sector productivo a un punto del Producto Interno Bruto, lo cual significaba un ahorro de 100.000 millones de pesos en dos años. Y, paralelamente, se autorizaba al Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS a realizar otras operaciones como la creación de fideicomisos financieros y otorgarle “modernos instrumentos para invertir sus activos en otras operaciones financieras”, explicó “Pancho” Cabrera.

Lo cierto es que conforme el resultado electoral de 2017, se daba la novedad de que la Bicameral de Trámite Legislativo debía reconstituirse y con esa nueva conformación Cambiemos se aseguraba por fin la mayoría en ese cuerpo estratégico: de los 16 integrantes de la comisión, al oficialismo le corresponderían 8. Y podría desempatar así a su favor con el voto del presidente, que después de haber estado a cargo un año el santafesino Marcos Cleri, ahora volvía a ser Luis Naidenoff. La diferencia radicaba en la nueva conformación de Diputados, donde al haber acrecentado Cambiemos su número, tendría 5 representantes en esa bicameral. Por la oposición estarían los diputados Marcos Cleri, Máximo Kirchner (FpV-PJ) y Pablo Kosiner (Justicialista).

En el Senado, en tanto, donde ahora había paridad de fuerzas, Cambiemos tendría tres integrantes y los otros tres serían del bloque de Miguel Pichetto; habría un lugar para el espacio cristinista y el restante sería para el interbloque Federal, del puntano Adolfo Rodríguez Saá.

Por lo pronto, la nueva composición de la comisión le aseguraba a Cambiemos el blindaje del mega DNU, y en realidad de todos los decretos que pasaran en el transcurso del año. Pero ya se sabe que asegurarse el dictamen de mayoría no garantiza nada.

La reacción de la oposición

Más allá de esas vicisitudes, al día siguiente de la aparición en el Boletín Oficial comenzaron los cuestionamientos de parte de la oposición. Para el presidente del bloque cristinista, Agustín Rossi, el megadecreto no era otra cosa que una “ley ómnibus” con la que estaba claro que “Macri se burla del Parlamento”. Y anticipaba que cuando comenzaran las sesiones ordinarias pedirían su derogación.

Tan controvertido resultaba un decreto de semejantes características que el propio exministro de Planificación Federal Julio De Vido le reclamó desde la cárcel a la oposición que se uniera para “voltearlo”. Desde las redes sociales donde difundía sus reflexiones, el suspendido diputado pidió a los legisladores “que peleen y acuerden para tener todos los votos que necesitan para voltear ese decreto que es contrario claramente a los intereses del pueblo argentino en su conjunto”.

Y mientras el Gobierno demoraba el envío del mega DNU al Parlamento, comenzaron las presentaciones judiciales en su contra. Primero fue el kirchnerismo, que a través de Eduardo Barcesat y Julián Domínguez denunció al presidente, a Marcos Peña y a los ministros que firmaron el decreto por “violación de los deberes de funcionario público y abuso de autoridad”, y luego diputados del Frente Renovador fueron a la Justicia para reclamar la inconstitucionalidad del mismo.

Dos semanas tardó el gobierno en enviar el polémico DNU al Congreso, y ya dando por descontadas las complicaciones que despertaría semejante iniciativa, el titular del bloque Pro de Diputados, Nicolás Massot, dejó abierta la posibilidad de que un proyecto de ley lo reemplazara, tras poner como ejemplo que eso ya habían hecho con la modificación de la ley de ART. “Nosotros como gobierno tuvimos nuestras razones para avanzar con el decreto: el verano es largo, y habida cuenta de que el tratamiento de la reforma previsional nos llevó tanto tiempo y energías, dejando de lado incluso leyes que estaban programadas para ser tratadas en diciembre, y no pudieron por la complicación de la ley previsional, creímos que hay medidas muy importantes en este DNU de simplificación que no podían esperar”.

Puede que el Gobierno de Macri se haya confiado a partir de las prerrogativas  que le habían brindado el triunfo electoral, como la de dominar la Bicameral de los DNU, donde el 6 de febrero de 2018 consiguió dictaminar por la validez de ese decreto de reforma del Estado. Tras el empate en 8, el voto doble de Luis Naidenoff en su condición de flamante titular de la comisión desniveló la paridad. Pero habida cuenta de que tener la aprobación de la Bicameral de DNU no asegura nada, el mismo día de la reunión de esa comisión, el propio Naidenoff anticipó que el Poder Ejecutivo enviaría no uno, sino tres proyectos de ley para reemplazar al mega DNU de simplificación del funcionamiento del Estado.

El debate en el recinto

Los tres proyectos llegaron al recinto el 21 de marzo de 2018, pero lejos estuvo de ser ese un trámite amable. De entrada nomás la oposición mostró los dientes al buscar cambiar el orden del temario, cuestión de tratar primero el dictamen del megadecreto y votar su rechazo, para recién después avanzar con los proyectos que lo remplazaban. Agustín Rossi explicó al pedirlo que el decreto de necesidad y urgencia que los proyectos venían a reemplazar estaba todavía vigente, pues no había sido derogado, con lo cual se estaban tratando de aprobar “leyes que modifican lo que ya no existe”. Lo que “ya no existe” era lo que había sido modificado por el controvertido DNU.

La movida impulsada por el bloque kirchnerista fue apoyada por el massismo, pero no prosperó. Primero se votó el plan de labor, que necesitaba 2/3 de los votos, y se consiguieron; y luego la moción de Agustín Rossi, que perdió: obtuvo 88 votos afirmativos y 150 en contra.

El debate fue muy prolongado y la votación de las tres leyes se hizo a la 1.30 del día siguiente, cuando la sesión llevaba ya más de 13 horas. El proyecto relativo al área de infraestructura tuvo 141 votos a favor y 86 en contra; mientras que el de producción obtuvo 140 votos a favor, 69 en contra y 18 abstenciones, y el de la administración pública nacional, 138 votos afirmativos, 63 negativos y 25 abstenciones.

Por esos días, el Frente Renovador había dejado de ser el bloque colaborador del Gobierno, tal como había sucedido durante los dos primeros años de la gestión Cambiemos, que lo había reemplazado por el interbloque Argentina Federal, que respondía a los gobernadores. Ese fue el acompañamiento con el que contó Cambiemos para aprobar esos proyectos, no sin antes proceder a una serie de modificaciones de artículos controvertidos, como la marcha atrás que debió hacer el oficialismo con el artículo que permitía embargar las cuentas sueldo, y la autorización al Fondo de Garantía de Sustentabilidad para operar como actor financiero y crear fideicomisos.

Esa fue la primera sesión del año en la Cámara baja, y la primera ordinaria luego de 16 meses y medio, y terminó en un verdadero escándalo, cuando el oficialismo dejó sin quórum el recinto a la hora de tratarse el dictamen de la Bicameral de DNU sobre el megadecreto. Es que si bien los diputados acababan de aprobar los tres proyectos de ley que reemplazarían a ese DNU ómnibus firmado por Mauricio Macri en enero, tanto el kirchnerismo, como el massismo querían terminar la sesión propinándole una módica derrota al oficialismo al rechazar el decreto. Pasó lo que se presumía que iba a suceder y se explicaba así por qué la presión inicial de la oposición por tratar el rechazo al DNU en el inicio de la sesión.

La maniobra del oficialismo comenzó a quedar expuesta cuando ya sobre el final, el presidente del interbloque, Mario Negri, pidió que se leyera por secretaría el pedido de informe a la Corte Suprema sobre las escuchas telefónicas entre la expresidenta Cristina Kirchner y Oscar Parrilli. Previamente se había alterado el orden del día para aprobar un proyecto de resolución referido a la liberación de represores. En ese contexto el oficialismo intentó hacer lo propio con ese texto, ante lo cual Agustín Rossi pidió tratar primero el DNU y luego el pedido de informe. “Si nosotros lo incorporamos sobre tablas, se antepone al proyecto del DNU -le aclaró el presidente de la Cámara, Emilio Monzó-. Si lo incorporamos con los dos tercios sobre tablas, automáticamente tiene prelación sobre el otro tema”.

Previendo lo que iba a pasar, el jefe del bloque FpV-PJ le advirtió que “no quisieron votar el DNU como primer punto. Ahora estamos para tratar el DNU y después tratemos el pedido de informe”. Negri aclaró que lo suyo era una moción de orden, y terminó leyéndose finalmente el texto consensuado que pedía se votara.

Con el cuerpo muy curtido en todo tipo de estrategias parlamentarias, Graciela Camaño advirtió entonces: “Quisiera no estar frente a una maniobra, porque evidentemente cuando nos empezamos a enojar y pelear tanto por un tema, es porque nos queremos ir por el otro”. Y advirtió a sus pares que eran responsables por el contenido del decreto que, insistió, todavía tenía juridicidad. “Hasta que no se promulgue (la nueva ley), con el decreto se pueden seguir tomando las cuentas sueldo. Se puede hacer todo lo que dijeron que no se puede hacer”, advirtió la jefa del bloque massista, que agregó que el presidente además podía promulgar parcialmente, o vetar lo que acababan de aprobar. Y expuso su temor a “que se levanten los diputados del oficialismo, acá no haya quórum y no hagamos lo que constitucionalmente corresponde, que es rechazar o aceptar el DNU. Sean responsables, quedémonos hasta el final; comprometámonos con el número y pongamos a votación del decreto de necesidad y urgencia”, reclamó.

Rossi leyó un artículo del reglamento según el cual no podía hacerse a esa altura una incorporación de la moción como quería imponer el oficialismo, pero Monzó insistió en que se iba a votar la incorporación sobre tablas. “No, no voy a hacer lo que usted quiere, Kicillof; soy yo el presidente de la Cámara, no usted”, advirtió el titular del Cuerpo ante los gritos del exministro de Economía.

La votación tuvo 131 votos afirmativos, 80 en contra y una abstención. O sea, no obtuvo los dos tercios necesarios. La maniobra había sido consumada, pues los diputados del oficialismo empezaron a pararse e irse. La tensión iba en aumento y se temió por un instante que se reviviera el escándalo de diciembre pasado, pues Monzó reaccionó de manera destemplada ante los gritos de un diputado: “¡No te permito! ¿¿¿Qué te pasa???”, le gritó.

Eran las 2.35 de la madrugada y la situación estaba desmadrada. Ya más calmado, Monzó decidió seguir como si nada; ya no había quórum, le gritaron, pero él aclaró que no había que votar aún, y puso en consideración el dictamen de mayoría recaído en el proyecto sobre la validez del decreto en cuestión.

Volvió a tomar la palabra Rossi: “Le dije en el transcurso de la sesión que estábamos frente a un mamarracho parlamentario; está claro que esto es un papelón absoluto. ¡Es imposible construir un trabajo ordinario con este tipo de cuestiones!”, arrancó, para disparar a continuación: “Presidente, usted fue cómplice, claramente; lo llevaron hasta el final con un tratamiento. Usted incumplió con el reglamento, porque las mociones sobre tablas se tratan al final de la sesión”.

“La verdad que están haciendo pelota el Congreso de la Nación, están haciendo pelota la Cámara de Diputados porque no se bancan llevar adelante una discusión. No se bancaron sostener los decretos de necesidad y urgencia”, insistió. Rossi continuó señalando que “nos hicieron trabajar, nos hicieron votar, y se levantaron y se fueron al momento de la votación”. Más caliente, agregó: “Sabe del respeto que le tenía; usted fue cómplice de una decisión que dejó al recinto en esta situación. Y armaron todo para que este último punto en el orden del día no se tratara”. Y para concluir, le advirtió: “Estas cosas después se pagan, se lo quiero decir claramente, en cualquier momento y cualquier lugar… No pretenda juego limpio de ninguna fuerza política después de lo que hicieron”.

Tras el santafesino, volvió a hablar Graciela Camaño, que no fue más leve, y calificó de “bochorno” lo hecho por Cambiemos. “Me extraña del presidente del interbloque; de quien integra el bloque de la Coalición Cívica y pregona republicanismo. Me extraña de algunos diputados del Pro que en el pasado solían quejarse del kirchnerismo…”.

“¿Sabe una cosa presidente? El kirchnerismo siempre nos ganó y nosotros siempre pataleábamos, pero ellos tenían el número. La prepotencia del kirchnerismo era la prepotencia del número que habían sacado en las elecciones -agregó Camaño-. Yo no me quiero imaginar este Congreso con una mayoría de Cambiemos… Si esto logran hacer siendo nada más que la primera minoría, no me quiero imaginar de qué manera van a atropellar y llevarse por delante las instituciones”.

Fuera de sí, Camaño insistió en que “lo que ustedes hicieron es bochornoso, no tienen nada para envidiarle (al kirchnerismo). Ya están iguales y peor, porque ellos tenían el número para los abusos que cometían”.

Ahora oficialista, Alfredo Olmedo era el único de ese interbloque presente, y como tal quiso hacerlo notar, y salió a contestar: “Yo los escucho a todos con mucha atención, pero lo mismo que pasó hoy, pasó muchas veces cuando eran gobierno”, recordó. Y ante los gritos del kirchnerismo, retrucó: “Yo soy un laburante y no me robé absolutamente nada… ¡Prueben trabajando y no roben!”.

A continuación, siguió una serie interminable de intervenciones, en la que Cecilia Moreau calificó a Cambiemos como “lo peor de la política”; el socialista Luis Contiggiani advirtió que “diciembre fue un quiebre, porque de la (reforma) previsional no se vuelve”; Guillermo Carmona habló de “autoatenado contra la gobernabilidad, de consecuencias imprevisibles”: el kirchnerista salteño Sergio Leavy dijo que “la democracia se está cayendo a pedazos”, y Axel Kicillof calificó de “repugnante” a la sesión. La santafesina Alejandra Rodenas fue la última oradora, y habló directamente de un quiebre del Estado de Derecho.

A las 3.25, el presidente de la Cámara dio por levantada la sesión por falta de quórum, tras 15 horas de debate.

Ganancias: la obsesión de Massa que causó su ruptura con Macri

El presidente de la Cámara de Diputados insistió este jueves con su reclamo a Martín Guzmán para que actualice “de inmediato” el piso de ese impuesto. De lo contrario, por los aumentos dispuestos en paritarias muchos trabajadores volverán a tributar.

Por José Angel Di Mauro

Por segunda vez en dos semanas, el presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, reclamó al ministro de Economía, Martín Guzmán, actualizar los pisos de Ganancias, con el fin de que no se neutralicen los aumentos salariales acordados en paritarias. El tema generó rispidez el pasado 13 de mayo, fecha del primer reclamo, cuando Guzmán le respondió que era “una obviedad” que habría una actualización, pues es lo que establece la ley. Dicen que el tono de la respuesta le mereció un reto presidencial.

Lo cierto es que lo que reclamaba Massa era que la actualización fuera inmediata y no aguardar los tiempos de la ley vigente. De ahí que este jueves insistiera con el tema.

El líder del Frente Renovador tiene ese tema como caballito de batalla desde hace largo tiempo, y quedó claro cuando Mauricio Macri llegó a la presidencia. En campaña, el entonces jefe de Gobierno porteño había adelantado que en su Gobierno ningún trabajador pagaría Ganancias, cosa que rechazaban desde su mismo espacio, argumentando que se trata del “impuesto más progresivo”. En todo caso, sostenían que lo que debía actualizarse eran las escalas.

Fue lo que no hizo en su momento Cristina Fernández de Kirchner, una actitud que muchos aún le reprochan convencidos de que fue un factor clave para la derrota de 2015. Memorioso, Oscar Romero -exdiputado nacional y dirigente del SMATA- recuerda que sobre el final del segundo mandato de CFK desde la CGT que entonces conducía Antonio Caló venían peleando para sacar ese impuesto del medio aguinaldo de fin de año. “Con esa medida hubiéramos ganado las elecciones, pero no hubo caso”, sostiene convencido Romero.

Oscar Romero estaba al lado de Caló el 4 de febrero de 2014, cuando Cristina Kirchner lo retó en la Casa Rosada, por cadena nacional. “Escuchaba tu frase, Antonio, y no estoy de acuerdo. Yo no creo que sea así, no hay trabajadores que se mueran de hambre”. Le reprocha también que cuando dio su último discurso en Plaza de Mayo, en vísperas de dejar el poder, Cristina “agradeció a todo el mundo… Y del movimiento obrero no dijo nada. El movimiento obrero merecía un reconocimiento”. Podría decirse entonces que ahí estuvo el germen de la ruptura del bloque Frente para la Victoria que en el transcurso del mes de enero tuvo lugar en la Cámara baja, tan determinante fue siempre la cuestión Ganancias.

Durante la primera parte del mandato de Macri el Frente Renovador y el bloque Justicialista -ese desprendimiento de 17 diputados que se alejaron del FpV- fueron claves para la gobernabilidad de Cambiemos. Y el tema Ganancias generó las primeras rispideces con Massa, que cuestionaba en los primeros meses de esa gestión que ese Gobierno hubiera aumentado el mínimo no imponible sin modificar las escalas, provocando que las personas alcanzadas por el tributo aportaran en mayores proporciones.

Exfuncionarios de la gestión macrista justifican las dilaciones para actualizar Ganancias en la magnitud de la situación económica heredada, además de un contexto internacional que no ayudaba en lo más mínimo. Sin embargo, una y otra vez los funcionarios anticipaban que “cuanto antes” el Gobierno enviaría un proyecto para actualizar los montos.

Como eso nunca sucedió, el lunes 21 de noviembre de 2016, Sergio Massa se ganó el fastidio más profundo de parte del Gobierno cuando en una conferencia de prensa en el Salón de Pasos Perdidos anunció un proyecto propio sobre Ganancias, acompañado por los bloques Justicialista, Peronismo para la Victoria, el socialismo y Libres del Sur.

En el libro Gobernar en Minoría (Ediciones Corregidor, 2019) se detalla puntillosamente todo lo sucedido en esos días. “No queremos que el Congreso esté sometido al juego de dar media sanción en diciembre y esperar a marzo para la aprobación del Senado”, explicó Massa en esa conferencia de prensa en la que garantizó que con esa iniciativa se beneficiarían seis millones de argentinos. Y para evitar que el Estado se desfinanciara, anticipó que su propuesta incluía gravámenes para “las mineras, el juego y la timba financiera”. Esto es, el impuesto a la renta financiera que sería un caballito de batalla permanente del Frente Renovador, finalmente aprobado en 2017.

En la pulseada planteada por el Frente Renovador, el Gobierno tenía las de ganar pues numéricamente no le alcanzaba a la oposición para forzar el debate, pero así y todo se vio obligado a actuar, cuando ya le habían marcado la cancha y había perdido la iniciativa. Finalmente el Ejecutivo envió su tan postergado proyecto al día siguiente, pero previamente lo mostró a dirigentes del oficialismo, que coincidieron en cuestionarlo. En la Casa de Gobierno, una encumbrada figura del bloque de diputados les advirtió a los funcionarios que así como estaba era preferible no presentarlo. 

El proyecto oficial elevaba el mínimo no imponible en un 15%, pero se estimaba que más trabajadores entrarían bajo la órbita del tributo, pasando a pagar la alícuota más baja, del 5%, manteniéndose la máxima en 35%. El texto además no fijaba algún índice de variación por inflación o evolución salarial; tampoco deducía alquileres, y se quitaban deducciones por cónyuges y ascendientes (padres y abuelos), mientras que se podían deducir hijos hasta los 18 años (hasta entonces era hasta los 24).

En resumidas cuentas: la oposición impuso su proyecto por 140 votos afirmativos, 86 negativos y 7 abstenciones. Fue una derrota inédita, pues los gobiernos no pierden ninguna ley en extraordinarias, pues tienen la potestad de enviar solo lo que desean. En este caso, las circunstancias habían llevado al Gobierno de Cambiemos a actuar así y atenerse a las consecuencias.

Finalmente la situación fue revertida por el oficialismo en el Senado, donde negoció con los gobernadores a los que tampoco convenía el proyecto aprobado en Diputados, pues Ganancias es un impuesto coparticipable y la pérdida afectaba por igual a Nación y provincias. El proyecto volvió con cambios a la Cámara baja, donde fueron confirmadas las correcciones.

El entonces ministro del Interior, Rogelio Frigerio, reconoció en Gobernar en Minoría que Ganancias fue “el primer punto de divergencia con Massa”, y reconoce allí que “nosotros habíamos generado una suerte de acuerdo tácito con Sergio, y ahí se rompe. Independientemente de que el acuerdo después lo hacemos igual con él, en su casa. Pero ahí lo que hicimos fue, frente a lo que quería Sergio, una sociedad con los gobernadores”.

Marco Lavagna era el principal referente económico del Frente Renovador en el Congreso. El considera que hubo “tres grandes cambios” en la relación del Gobierno de Cambiemos con Massa: “El primero fue cuando Sergio empezó a hablar del tema de la balanza comercial -que se lo vendía como prohibición de importaciones, pero eso nosotros nunca lo habíamos dicho-. Macri en ese momento estaba en China, y desde ahí salió en una radio y dijo lo de ‘Ventajita’. Después fue el tema del blanqueo (de familiares), donde la relación entre ellos se quebró”.

Pero el peor quiebre fue con el impuesto a las Ganancias”, confiesa el hoy titular del INDEC. Lavagna sostiene que habían acordado sacar el Presupuesto 2017 y para no alterar el cronograma dejarían el tema Ganancias para tratarlo “inmediatamente después”. A su juicio, “la lógica era que el oficialismo mandara un proyecto y lo sacáramos; pero no lo mandó nunca… Incumplió el acuerdo. Entonces nosotros presentamos el nuestro y logramos los consensos para que saliera. Cuando salió la media sanción, el oficialismo estuvo obligado a sentarse y tratar de frenarlo o modificarlo en el Senado”.

Teresa García consideró un “avance, multar o sancionar económicamente al PRO”

La senadora oficialista se expresó luego que la Justicia objetara la rendición de gastos de la campaña de Cambiemos de 2017.

El juez Ramos Padilla sancionó con multas a los espacios que conforman la alianza Cambiemos como el PRO, con $3.246.965, a la UCR y la Coalición Cívica, con $990.599 cada uno y los partidos Demócrata Progresista, Conservador Popular, Demócrata, Unión del Centro Democrático, Espacio Abierto para el Desarrollo y la Integración Social, Fe, del Diálogo y Movimiento Social por la República, que recibieron todos sanciones pecuniarias por $ 34.395.

Para la presidenta del bloque de senadores bonaerense del FdT María Teresa García el hecho “es un avance” y en relación a “multar o sancionar económicamente al PRO”, pero en rigor se multó a lo que hoy es Juntos en la provincia o fue luego Juntos por el Cambio en 2019, respecto del incumplimiento de Ley de Financiamiento de Partidos Políticos, “pero hay que seguir con la causa penal”, agregó García.

La senadora provincial Teresa García denunció en 2018 a la ex gobernadora por usurpación de identidad, falsificación de documento, lavado de activos y violación de secretos de la privacidad. 

La denuncia de García alcanzó también a los intendentes Jorge Macri (Vicente López) y Néstor Grindetti (Lanús) -en su carácter de vicepresidentes 1º y 2º del partido-, al jefe de Gabinete provincial, Federico Salvai -en tanto secretario general- y a María Fernanda Inza, tesorera de la fuerza política a nivel local.

“Hubo una vulneración de las bases de datos que fue público. Público entre algunos, no demasiado público porque hubo una voluntad de ocultar este tema”, dijo.

Además, la senadora peronista detalló que los datos “se tomaron de bases de datos de programas sociales, automáticamente se afilió a esas personas, sin su consentimiento y luego ese listado de personas apareció como aportantes de la campaña del PRO en la provincia de Buenos Aires en el 2017”.

“Costó muchísimo encontrar el acta de constitución del PRO en la provincia, juro que estuve cerca de dos meses buscándola. El acta que la consignaba a María Eugenia Vidal como presidenta del partido había desaparecido de todos los archivos”.

“La manipulación de algunos medios de comunicación y la voluntad expresa de Vidal, hizo que el hilo de los aportantes truchos se corte por lo más fino, en aquel momento se buscó presentar a Inza como cuentapropista como pasa con los argumentos con los que intentan ocultar el entramado del espionaje ilegal”.

Por último, la jefa de bloque del FdT en el Senado bonaerense, Teresa García, valoró las novedades reportadas en la causa que investiga los aportantes truchos a la campaña electoral de Cambiemos de 2017 y recordó la responsabilidad que habría tenido el procurador general de la Suprema Corte de Justicia, Julio Conte Grand, en el desmembramiento del expediente.

“Conte Grand era el procurador en ese momento cuando la denuncia por los aportantes truchos fue desmembrada. Los fiscales debieron haber actuado, pero no hicieron nada porque el jefe era el mismo que está acusado por espionaje ilegal, por eso insistimos con el juicio político, porque no sólo tiene que ver con las denuncias por maniobras de inteligencia sino también sobre esta causa”, según concluyó Teresa García.

Santilli: “Cambiemos debe construir una fuerza más grande para ganar las elecciones”

El vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, coincidió con el radical Martín Lousteau y aseguró que es necesario construir “una verdadera alternativa”.

Luego de que el radical Martín Lousteau insistiera en la necesidad de fortalecer su posición como opositores de cara los comicios de octubre, el vicejefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Diego Santilli, coincidió con el senador nacional y rescató que desde  Cambiemos tienen “una identidad muy clara para oponernos al kirchnerismo”.

En ese sentido, el funcionario expresó en su cuenta de Twitter: “comparto con Martín Lousteau que Cambiemos debe construir una fuerza más grande para ganar las elecciones. Tenemos una identidad muy clara para oponernos al kirchnerismo” y remarcó que “el desafío es ampliarse desde esa misma identidad y sumar para construir una verdadera alternativa”.

Cabe recordar que, de cara las legislativas de este año, el radical había planteado que para que la oposición gane los comicios “hay que construir algo más grande” y advirtió que “el legado más importante” del ex presidente Mauricio Macri fue haber finalizado su mandato en 2019 y haber  “dejado en pie una fuerza que tiene el 41%, que si convence a otro 10% puede volver a gobernar la Argentina”.

“Si construimos una fuerza más grande, que vuelva a ganar, el aporte a la historia de Macri será haber modificado el sistema político, me parece mucho más importante eso que cualquier otro legado”, aseveró.