Más allá de que formalmente ganara, Miguel Pichetto le recordó al gobierno que el miércoles solo se consolidaron como minoría. La votación la perdieron por 74 votos. El valor institucional de ese dato y la vigencia de Cristina Kirchner como la contrafigura deseada.
El presidente recibió al youtuber libertario y al delivery que lo cuando la horda izquierdista lo estaba fajando. Le regalaron una moto para reemplazar a la bici rota en la refriega.
Se lo veía contento al presidente el jueves. No era para menos: acababa de ganar una nueva batalla legislativa; esto es, en el ámbito donde su poder es más endeble. Mayor mérito.
Y eso que esta era bastante complicada. De hecho, antes del fin de semana los números los tenían en contra.
La tarde y noche del miércoles, tras la convalidación legislativa del veto, el presidente se la pasó en las redes, reposteando y likeando tuits, mas esta vez no escribió, ni para insultar, ni para felicitar a los que apoyaron. Al día siguiente celebró con el Gabinete, y esa mañana recibió a Fran Fijap, una de las estrellas del mundo mediático libertario que el día anterior había sido más protagonista que los diputados, con su performance en las calles, donde quisieron lincharlo.
Milei se hizo un tiempo para desembarcar a continuación en la casa de empanadas donde se refugió el youtuber la tarde anterior. Saludos, selfies, más pulgares en alto… Fue curioso ver ahí también a Karina Milei, Guillermo Francos, Lisandro Catalán y Manuel Adorni, tentados por percibir in situ el calor popular. Eso sí, habrán hecho oídos sordos a los insultos que venían desde la vereda de enfrente.
Así, el presidente celebró con los propios. Más o menos lo que había descripto Miguel Pichetto en la sesión. El veterano legislador aprovechó para advertirle al Gobierno que si bien estaban creyéndose ganadores, en realidad perdían. Para ese momento, el poroteo daba -sin mayores precisiones- ganadora a la postura del Gobierno. Pero si bien habría un ganador festejando, el resultado sería abrumadoramente en contra del Gobierno.
De eso hablaba Pichetto, que le reprochó a la gestión libertaria que ya cerca de cumplir un año no hubieran podido consolidar “una mayoría parlamentaria sobre la base del diálogo, la construcción razonable, la propuesta en ideas y de un camino cierto para la Argentina”. Eso es “institucionalidad”, remarcó Pichetto, que ve en cambio en el Gobierno “una apuesta a la confrontación, a consolidar el conflicto como único eje, a tratar de ganar batallas”. Batallas que en el fondo pierden, dijo, porque lo que el jefe del bloque Encuentro Federal ve es una apuesta a “consolidar el partido del bloqueo y la minoría”.
En definitiva, puede que el Gobierno vea un éxito que reafirma el compromiso con su electorado, pero lo que les dice Pichetto es que ese desapego por lo institucional que es una marca en el orillo del primer mandatario no es un escenario que pueda llegar a interesar a los inversores para que miren a la Argentina con cierto interés.
Como sea, el presidente siguió festejando el jueves, cuando se conoció la inflación y contrariamente a lo que todo indicaba, el Gobierno logró poner a la inflación en un número que arranca con 3. Y la comparación con Sergio Massa estaba cantada, pues esa fue la promesa que en enero del año pasado había hecho durante una entrevista con Jorge Fontevecchia: que la inflación podría estar en esas cifras para el mes de abril. Pasaron cosas… y eso lo consiguió ahora Milei.

Otro logro para el que trabajó la gestión de Alberto Fernández en general y Massa en particular fue también alcanzado el viernes pasado, cuando el directorio del FMI aprobó un recorte parcial y limitado en los sobrecargos que cobra a los países con altos nivel de endeudamiento con el organismo, como la Argentina. Con lo cual, nuestro país tendrá un ahorro de aproximadamente 3.200 millones de dólares.
Datos con los que celebró el gobierno en una semana que comenzó a tener señales positivas el domingo, con el posteo de Mauricio Macri en la red social X, donde pareció reconfigurar la postura que amagaba presentar el Pro de cara a este debate y terminó haciendo suyo el reclamo libertario sobre las auditorías, lo cual le valió una réplica particular de parte de la UBA. Las dudas persistían cuando se anunció que la “mesa de los lunes” se había suspendido, porque el bloque Pro esperaba primero tomar una decisión interna sobre qué hacer al día siguiente, en lugar de ir a la Casa de Gobierno. Sin embargo, sobre el mediodía se conoció un comunicado donde ya no quedaron dudas: más allá de las críticas a la gestión que expresaban, confirmaban su apoyo al veto.
Con el Pro no alcanzaba… pero sin ellos no se podía, así que con una base propia de casi 80 votos, el oficialismo salió a buscar los por lo menos 5 que le faltaban… o a forzar ausencias y abstenciones. Con una certeza: con los números todavía muy ajustados, el Gobierno tenía la convicción de tener ganada esa batalla, pues a la hora de la votación, si se complicaba, le alcanzaría con torcer alguno de los votos rebeldes, pero no tan firmes, y hacer faltar a algún diputado de ser necesario.
Logró reunir 85 voluntades, dos menos que un mes atrás con la movilidad jubilatoria, pero holgado por las ausencias y abstenciones que al final oficiaron como válvula de descompresión.
¿Pero de qué habla Pichetto cuando cuestiona que el Gobierno se autocelebre como “el partido de la minoría”? Que frente a ese tercio ha tenido del otro lado de la vereda a 159 diputados, y un mes antes a 153. En ninguno de los dos casos fueron dos tercios, pero en ambos se trató de mayorías notorias que debieran inquietar a un gobierno que se conforma con saber que está a salvo de un juicio político que nadie imagina pueda llegar a suceder.

Pero el oficialismo está en modo electoral. Da la pauta de ello la secretaria general de la Presidencia abocada de lleno al armado territorial, junto a Sebastián Pareja y el clan Menem. Con ese pensamiento, estos resultados “le suman” al Gobierno. Pues debe dejarle claro a la sociedad que necesita una mayoría parlamentaria que deberán conseguir en las próximas elecciones. Obvio, eso no sucederá, pero es relato.
Un estudio basado en la mejor elección que podría llegar a tener el oficialismo actual, arrasando en todos los distritos, le alcanzaría para obtener nada menos que 75 diputados. Repetimos: eso no puede suceder, pero vale como dato, pues así y todo La Libertad Avanza llegaría a tener entonces 107 diputados, a 22 del quórum.
Eso sí, ya no necesitaría mendigar ayuda para conseguir el tercio propio y podría vetar a destajo…
Fagocitado en parte por LLA y desaparecido como oposición visible Juntos por el Cambio, la principal oposición sigue siendo el peronismo, Unión por la Patria, el kirchnerismo… como se le quiera llamar. En ese contexto otro dato saliente de la semana que pasó fue la confirmación de Cristina Kirchner de aceptar presidir el PJ. Toda una curiosidad, cuando bien se sabe que los Kirchner siempre denostaron al Partido Justicialista, al que se referían despectivamente como “pejotismo”.
Pero la necesidad tiene cara de hereje, y es así que la exmandataria aparece dispuesta a hacer el “sacrificio” de aceptar presidir el PJ. Lo cual servirá para mantener bajo la férula K a la estructura partidaria, mal que les pese a quienes abogan por una renovación. ¿Por qué semejante cambio? Las explicaciones son varias, pero muchos caminos -sino todos- conducen a la situación judicial de CFK, quien ya se sabe que se desvela con esas cuestiones. Y tiene claro que en un mundo donde los expresidentes van presos o son condenados, le vendrá bien ser la presidenta del principal partido de oposición para enarbolar esa figura cuando la Cámara de Casación resuelva sobre su condena en la causa Vialidad.
Carta abierta a los compañeros y compañeras peronistas, y a los argentinos que nunca lo fueron, también.https://t.co/yoh8fuOt6m pic.twitter.com/h8StzEGYIE
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) October 7, 2024
Dato al margen. Ya hemos dicho que en La Libertad Avanza el único que tiene permitido referirse a la situación judicial Cristina Kircher es el propio Milei. El, como Macri en su momento, la necesita competitiva y -en lo posible- candidata. No le desagradaría que la expresidenta encabezara la lista de diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires, en cuyo caso la enfrentaría la hermanísima presidencial, reeditando -imagina el Gobierno- el desafío definitivo de 2005 entre la ascendente CFK y Chiche Duhalde, en lo que se conoció como “la madre de todas las batallas”. Cristina enfrente sería factor suficiente para amalgamar a la oposición, o, sobre todo, eliminar la competitividad de terceros en discordia. La ganadora salió de esa elección tan competitiva que dos años después fue electa presidenta. ¿Y si el pingüino o pingüina funciona para el mileísmo?
A propósito de esto, el proyecto sobre “ficha limpia” fue despachado en las comisiones y está listo para llegar al recinto. Se daba por descontado que sería en la última sesión de Diputados, pero no figuró en el temario. Dicen que fue para evitar alargar la sesión con un tema que ameritaba gran debate.
Loable decisión, pero llamativa, cuando en Diputados esas cosas no parecen preocupar demasiado y estamos acostumbrados a sesiones maratónicas.
Habrá que ver si lo suman para la próxima sesión, que no tiene fecha. Pero el tema debería ser resuelto antes de fin de año, ya que se estila no tratar los temas electorales en años de elecciones. Y es un tema que necesitaría pasar luego por el Senado, donde el kirchnerismo resistirá seguramente su tratamiento. Así las cosas, hay muy pocas chances ya de que este proyecto sea aprobado en este ejercicio y se ponga en práctica en los próximos comicios.
¿Qué dice ficha limpia? Que los condenados en dos instancias serán excluidos de las listas electorales. La Cámara de Casación Federal confirmaría el próximo 13 de noviembre la condena de Cristina Fernández de Kirchner.