Las enseñanzas de Santa Fe y las perspectivas de salto al vacío

El resultado santafesino dejó más que un sabor amargo en el oficialismo: encendió el temor a que el enojo sea mayor que el previsto y en las PASO pueda llegar a perforar su piso electoral. La improbable posibilidad de bajar la tensión en la interna de JxC, y la negociación contrarreloj con el Fondo.

Por José Angel Di Mauro

Imprevistamente el lunes se anunció que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner volvería a presentarse en un acto público, acompañando al precandidato presidencial Sergio Massa, para encabezar un acto de Aerolíneas Argentinas para presentar un simulador de vuelo para los aviones Boeing 737 MAX. Y en ese marco se celebrarían los 15 años de la reestatización de la línea de bandera.

Obviamente fue un acto de campaña que muchos interpretaron como un intento de retomar rápidamente la agenda tras el golpazo electoral del día anterior en Santa Fe. En esa provincia se realizaron ese domingo las elecciones primarias, y si bien se esperaba que las listas de Unidos para Cambiar Santa Fe (léase Juntos por el Cambio más socialistas) serían las más votadas, nadie imaginó semejante paliza al peronismo.

Que la decisión de armar rápidamente un acto con Cristina como protagonista fue un efecto reflejo del resultado santafesino lo prueba el hecho de que ese 17 de julio no se cumplía ningún aniversario de la reestatización de Aerolíneas. La decisión del gobierno de Cristina Kirchner de hacerse cargo de Aerolíneas fue anunciada por la entonces presidenta en un acto transmitido por la cadena nacional el 21 de julio de 2008. La expropiación de la empresa se concretó recién el 17 de diciembre de ese año, cuando el Senado aprobó la ley pertinente por 42 votos a favor y 21 en contra. La Cámara baja había votado la media sanción el 22 de agosto de 2008.

Nada sucedió en la fecha en que el gobierno actual decidió celebrar los 15 años de la renacionalización. Salvo el hecho de que, además de permitirle al oficialismo tratar de dar una rápida vuelta de página a la catástrofe santafesina, se aprovechaba la ausencia del presidente Alberto Fernández –en Bruselas- y el hecho de que dos días después se iniciaba la veda para actos oficiales que puedan remitir a la captación del voto.

En ese acto la vicepresidenta exhibió un trabajo que hizo especial referencia al Estudio de Cuentas Internacionales de la Argentina, haciendo hincapié en un dato que consideró “muy interesante”: el que cuantifica en 428.635 millones de dólares los activos formados en el exterior por personas físicas y jurídicas argentinas. “Hola, ¿qué tal?”, cerró Cristina, como quien acaba de sacar a la luz un gran hallazgo.

Esa cifra, estimó, corresponde a unas 100 mil personas que tienen fuera del país ese dinero. “Casi un PBI, ¿les suena eso? La ruta del dinero K, decían… Bueno, no era el dinero K, lo tienen los argentinos en el exterior”, resaltó.

No necesariamente se trata de plata en el exterior. Los dólares que miles de argentinos tienen debajo del colchón también forman parte de ese dinero no declarado, en una Argentina tan carente de dólares. Sostuvo Cristina que “si todo eso estuviera declarado, los ingresos fiscales serían monumentales, no habría déficit, seguramente. Por eso es necesario que lo entiendan los argentinos y, fundamentalmente, los argentinos de a pie, los trabajadores, porque cuando aparecieron los Panamá Papers, los trabajadores no estaban ahí, ni tampoco los K, estaban los M”, afirmó en tono de campaña.

Cristina Kirchner habló de los “dólares fugados”.

En rigor, esos 5,6 millones de dólares hallados en 2017 en una caja de seguridad de Florencia Kirchner, bien podrían ser considerados “plata fugada”. Y no necesariamente deben asignársele intenciones aviesas. La Argentina tiene una historia que justifica el temor a depositar los dólares en los bancos. Así y todo, después de lo sucedido en 2001, hoy los bancos albergan 15.440 millones de dólares de ahorristas. En estos días no se registra un retiro de depósitos importante, a pesar de los temores fundados que podría haber.

Si se tiene en cuenta que las reservas netas están en 6.000 millones de dólares negativos, está claro que se ha echado mano a los encajes bancarios. Y explica en gran medida el porqué de ese PBI no declarado del que habla la vicepresidenta.

Amén de esas referencias de la vicepresidenta, llamó la atención la primera imagen difundida por el equipo de CFK poco antes del inicio del acto del lunes pasado en Ezeiza, donde se veía a Massa y Cristina en un simulador de vuelo. Con el precandidato sentado donde se supone va el piloto, y Cristina a su derecha, como copilota. Que es lo que en el imaginario colectivo ha sido siempre en estos cuatro años. Si las imágenes hablan, nada bueno puede sugerir ver a la vice en esa condición, de cara a una nueva elección presidencial.

Rodríguez Larreta festejó con la victoria de Maxi Pullaro.

Pero volvamos a la provincia de Santa Fe, donde Horacio Rodríguez Larreta festejó la victoria de Maxi Pullaro, en la única elección en la que los principales precandidatos presidenciales apoyaron a candidatos distintos. Se sabe que Patricia Bullrich llegó a la elección con la certeza de que el dirigente de Evolución lideraba las encuestas, y así y todo viajó y estuvo en el bunker de Carolina Losada. Las señales dadas inmediatamente después del resultado de la que fue la campaña más descarnada dentro de Juntos por el Cambio aportaron cierto alivio para el espacio, donde los más racionales se esmeran en diseñar estrategias para el mismo 13 de agosto por la noche, cuando deberá iniciarse un operativo seducción para retener la mayor parte del voto del o la que resulte perdidoso/a. El domingo, la senadora radical aceptó rápido la derrota y llamó al vencedor para felicitarlo, a pesar de las cosas gravísimas que había dicho de él en la campaña.

Las líneas inferiores inmediatamente se pusieron a trabajar juntas para las elecciones provinciales de septiembre, pero Carolina Losada no se mostrará con Pullaro, según pudo saber este medio.

Una imagen de unidad podría darse si Rodrigo de Loredo recupera para el radicalismo la capital cordobesa, como todas las encuestas anticipan. Apoyado por ambos precandidatos presidenciales y hasta por Mauricio Macri, se espera que tanto Larreta como Bullrich suban al palco este domingo para celebrar la victoria.

Una imagen que podría darse también el domingo siguiente en Chubut, donde el favorito es el senador del Pro Ignacio “Nacho” Torres. Juntos por el Cambio puede llegar al 13 de agosto precedido por una importante seguidilla de resultados favorables, habiendo festejado todos los domingos desde el 2 de julio en San Juan: menos el 9 de julio, luego celebró en Santa Fe y puede volver a hacerlo en la capital cordobesa y Chubut.

¿La resonante y holgada victoria de Pullaro en Santa Fe representa el triunfo de los moderados? Fue un resultado provincial; si algo vienen mostrando las elecciones escalonadas que se están desarrollando este año (ya hubo 18), es que los ciudadanos votan en función de sus propias necesidades e inquietudes. Aun en detrimento de aquellas figuras de proyección nacional, como eran Losada, o Luis Juez en Córdoba el 25 de junio. Los ciudadanos han privilegiado a quienes reconocen como más cercanos e idóneos para resolver los problemas locales.

¿La belicosidad de Losada derrotada por alguien que esquivó meterse en ese terreno como Pullaro debe ser tomada como una invitación a la moderación? No es lo que espera el politólogo Andrés Malamud, para quien por el contrario, lo que viene será más enconado, por cuanto les ha quedado claro que el resultado santafesino puede resultar un anticipo de lo que sucede con los oficialismos cuestionados. Ergo, hay una gran probabilidad de que entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta se resuelva este 13 de agosto el futuro presidente de los argentinos.

Aun a sabiendas de esas adversidades, Sergio Massa sigue su campaña convencido de sus posibilidades, aunque un poco preocupado porque su rival en la interna desproporcionada de UP pueda llegar a alcanzar un porcentaje mayor que lo que a priori calculaban. Este viernes estuvo en el parque industrial y tecnológico de Florencio Varela, cuando había pensado que en esas horas andaría por Estados Unidos rubricando un acuerdo con el Fondo que está costando más de lo previsto. A esta altura es una carrera contrarreloj, pues en los próximos días el board del FMI entrará en receso y un eventual acuerdo quedaría para después de las PASO. Para el oficialismo (y la Argentina en sí) sería un salto al vacío.

A nuestros gobernantes les cuesta resolver ese tema complejo, pero tampoco tienen mejor suerte con cuestiones menores, a pesar del reclamo persistente de la sociedad. Se viralizó estos días el video de una joven estudiante que expone mejor que nadie el drama de los alquileres, a esta altura un viejo reclamo que la clase política se resiste a debatir.

Impulsada por la oposición en su conjunto, el miércoles 23 de agosto, diez días después de las primarias, los diputados tienen previsto reunirse para encontrar una solución al tema. El tema se discutió en Diputados largos meses y se alcanzaron dos dictámenes: no hay acuerdo ni votos para definir nada. Lo más probable es que terminen votando en Diputados una derogación que nunca tratará el Senado. Pasa que el problema es la inflación; con semejantes porcentajes, no hay legislación que pueda adecuarse.  Como prueba el video en cuestión, el mercado ha resuelto por sí solo pasar por alto la ley vigente.

De eso habló la joven rionegrina que detalló que los alquileres ya no están regidos por nada; que las propiedades se comercializan en dólares, el tiempo que el propietario desee. En lo personal, ella dijo que ya tiene pensado dejar sus estudios y regresar a su pueblo.

Entrevistada luego por medios nacionales, confirmó que ante la falta de perspectivas, sus amigos ven como única solución irse del país. Una radiografía de la realidad actual. Otra consecuencia inexorable de un país sin rumbo ni porvenir.

Un Gobierno dividido, con la cabeza metida en un reality

Los errores de comunicación del Gobierno no son nuevos, pero se superan a sí mismos. Cuesta encontrar la razón por la que haya hecho crecer un tema intrascendente, a menos que los puntos de rating tienten a su protagonista.

Por José Angel Di Mauro

La pandemia no fue obstáculo para que, en 2020, el presidente Alberto Fernández fuera parte de manera presencial de los actos de celebración del 17 de Octubre. Y no estuvo esa vez en uno, sino en dos. Ese día concurrió a la isla Martín García, acompañado del gobernador Axel Kicillof, para visitar el lugar donde estuvo preso Juan Perón en el 45; y más tarde fue a la CGT, donde desde el Salón Felipe Vallese aseguró: “Empezamos hoy un tiempo distinto; el tiempo de la reconstrucción de la Argentina”.

Al año siguiente, el peronismo volvió a exhibir su dispersión con cinco actos, y el presidente no fue a ninguno. Así que lo que sucedió el lunes pasado no fue una excepción, sino una tendencia. Con un detalle anexo y no menor: todos los discursos tuvieron -quien más, quien menos- un sentido tono crítico dirigido a esta administración.

El presidente optó este 17 por ir a Cañuelas, por un acto de gestión en el que anunció un bono para sectores vulnerables que ascenderá a 45 mil pesos en dos cuotas. Se pagará en noviembre y diciembre, y busca tranquilizar a los más soliviantados de los propios. Los necesita este martes apoyando el Presupuesto que se debatirá ese día en la Cámara de Diputados. Veremos si los conforma; muchos no se han mostrado convencidos.

De momento, la preocupación del Presidente parece ser otra, que se plasmó en una insólita polémica con un habitante de la casa de Gran Hermano. Preocupación compartida con Gabriela Cerruti, quien inició el contrapunto saliendo al cruce del personaje conocido como Alfa, quien dijo haber “coimeado tres veces” al actual mandatario. No dio más precisiones porque no se las pidieron.

El personaje de Gran Hermano que se enfrascó en una polémica con el mismísimo presidente.

Fue solo un breve pasaje que ni siquiera transmitió por Telefé, sino que se vio en el la plataforma de streaming Pluto TV. Pero fue amplificado por el propio Gobierno a través de la portavoz presidencial, que se despachó con 27 tuits condenatorios. Ahí sí el episodio estalló. “El pronunciamiento de Cerruti en redes logró exactamente el efecto contrario al deseado”, aseguró el analista en redes Diego Corbalán para Scidata – Monitor Social Argentino. Allí se indicó que el impacto de las publicaciones sobre el programa de Telefé en los medios de comunicación digitales no paró de crecer a un ritmo sostenido. Pruebas al canto: de los 2.258.000 usuarios que tomaron contacto con publicaciones de medios en el día del debut del programa (el 17 de octubre), se pasó a un total de 10.396.000 usuarios alcanzados, en un incremento del 360%.

Semejante error de comunicación del Gobierno, y su consecuente exposición digital, no hizo más que politizar la discusión del programa, además de partidizarla, advirtió Corbalán. Esto se observa al analizar la semántica que expresa tanto sentimientos positivos como negativos sobre el programa de Telefé. Los términos negativos como “bardo”, “asquito”, “polémica” o “boludo” se entremezclaron con palabras como “vergüenza”, “populismo” y hasta hashtags como #CorrupciónOJusticia, etiqueta digital usada por los usuarios opositores al kirchnerismo, inspirados en la frase que pronunció el fiscal Diego Luciani en el cierre de los alegatos acusatorios contra la vicepresidenta, Cristina Kirchner, en la causa “Vialidad”. Es lo que despertó la reacción -¿desmesurada?- del Gobierno.

“No me voy a quedar callado cuando me agreden”, dijo, a todo esto, Alberto Fernández, quien ya ha dado sobradas muestras de sus reacciones cuando algo le molesta. Lo prueba un video que lo muestra reaccionando ante un hombre que le dijo algo que no le gustó cuando él estaba en un bar y terminó en el piso. Tampoco tenía contemplaciones en las redes sociales, donde su insulto favorito era: “Boludo con vista al mar”, que dirigía a usuarios ignotos o conocidos.

La oposición reaccionó con críticas porque el Presidente haya actuado así ante este hecho, aunque más de uno se pregunta si el planteo de Alberto no obedece a un deseo de mantenerse en los primeros planos a como dé lugar. Como sea, la diputada radical Karina Banfi habló de “abuso de autoridad de parte del presidente, al anunciar que iniciará acciones de daños y perjuicios a un ciudadano que participa de un show televisivo”.

El tema remite de algún modo a las detenciones dispuestas por el juez Marcelo Martínez de Giorgi en la causa abierta por amenazas a la vicepresidenta. El cristinismo en general venía reclamando investigar “qué hay detrás de los detenidos por el atentado contra Cristina Kirchner”, y había señalado hacia la agrupación Revolución Federal. Pero la jueza María Eugenia Capuchetti, a cargo de la investigación de ese episodio, no encontró elementos de prueba que vinculen a Revolución Federal con la “banda de los copitos”, y así fue que terminó abriéndose una causa por amenazas a la vice, que derivó en cuatro detenciones, entre ellas la del líder de esa agrupación y orgulloso autor de la tristemente célebre guillotina llevada a un acto en Plaza de Mayo, y la hija del Coco Basile.

El cristinismo busca obsesivamente elementos que permitan elevar la vara en el intento de magnicidio, cosa que hasta ahora no ha podido determinar la investigación que encabeza Capuchetti; de ahí que se haya encarado hacia Revolución Federal, celebrándose el hallazgo de una pista que permita incorporar a la familia Caputo en la búsqueda del supuesto financista del atentado contra CFK.

“Hay que saber si alguien está financiando a grupos políticos que son capaces de atentar contra la vicepresidenta, tirar antorchas a la Casa Rosada e insultar a funcionarios por la calle”, pasó en limpio el presidente en una entrevista que le hicieron el viernes pasado.

Mientras tanto, en el interior del Gobierno se afirma la sensación de fin de ciclo. Nada menos que el jefe de Gabinete, Juan Manzur, confirmó su salida del Gobierno. Será “en algún momento”, adelantó, sin dar precisiones, pero alcanza con que haya sugerido que “hay que esperar un poquito”. Se sabe que volverá a su provincia y hoy se descuenta que integrará la fórmula para la gobernación, acompañando en el segundo lugar a Osvaldo Jaldo, su vicegobernador con el que ha tenido idas y vueltas, en el marco de una relación conflictiva.

Juan Manzur, jefe de Gabinete con fecha de vencimiento.

Tucumán es una de las tantas provincias que adelantarán las elecciones el año entrante: serán el 14 de mayo venidero. Sería intención del actual jefe de Gabinete reflotar -si le va muy bien en esos comicios provinciales- el “plan Juan XXIII” y convertirse en el candidato presidencial de los gobernadores peronistas. Se verá.

Lo cierto es que Manzur no es el único integrante del Gabinete que piensa en dejar su lugar actual para volver a “cuidar el territorio”. Ya lo hizo hace dos semanas Juan Zabaleta, que dejó Desarrollo Social para volver a Hurlingham, donde La Cámpora estaba amenazando su liderazgo. Otros dos exintendentes cavilan el mismo destino: Jorge Ferraresi y Gabriel Katopodis.

El que ha dado señales de querer quedarse, pero con la condición de que el Frente de Todos no derrumbe lo que trata de construir, es Sergio Massa. Quien se autopercibe “plomero del Titanic” ha logrado estabilizar la economía y si bien nada garantiza que vaya a tener éxito en su función en este casi año y medio que resta, quiere que en su gobierno se tomen muy en serio la afirmación que The Economist ha hecho sobre su persona: “is the only thing standing between Argentina and chaos”. Traducido, para la influyente publicación británica Massa “es lo único que se interpone entre la Argentina y el caos”.

Este martes se propone lograr lo que su antecesor no pudo el año pasado: que le aprueben el Presupuesto. A diferencia de Martín Guzmán, que con una economía menos en emergencia y una inflación todavía no desbocada, pretendía que le aprobaran la ley de leyes en una semana, Massa habilitó un tratamiento de un mes para el proyecto en Diputados, con el desfile de la mitad de los ministros, muchos funcionarios y concedió decenas de correcciones al texto original. Más allá de que persisten algunas discrepancias con la oposición, espera que en la mañana del miércoles muchas manos opositoras se alcen a la hora de votar el proyecto, de modo tal de alcanzar una mayoría holgada en la aprobación en general, que ya tiene garantizada.

Para tal fin, entre otras cosas dio curso a un pedido opositor de aplicar una “cláusula gatillo”, según la cual si la inflación y la recaudación interanual superan al 31 de agosto de 2023 las pautas estimadas, el Ejecutivo enviará al Congreso una ampliación presupuestaria a fin de realizar un nuevo cálculo de recursos y créditos para el último trimestre.

En ese caso, que todos esperan vaya a suceder, el proyecto deberá enviarse durante el mes de septiembre de 2023 y tratarse en un lapso de 30 días, no pudiendo el Poder Ejecutivo ampliar el Presupuesto por DNU en ese lapso.

Eso sucederá justo entre las PASO y las elecciones generales. Tal vez para entonces ya exista una sensación plena de quién gobernará la Argentina a partir del 10 de diciembre venidero, lo cual tendrá incidencia plena no solo en esa ampliación, sino también en el proyecto de Presupuesto 2024 que deberá llegar al Congreso el 15 de septiembre.

La eventual eliminación de las PASO genera muchas dudas

Al ministro de Economía le fue bien en la presentación del proyecto de Presupuesto 2023. Más lo preocupa la conflictividad social y sindical. No estaría de acuerdo con la movida para suspender las elecciones primarias.

Por José Angel Di Mauro

No sorprendió que fuera el diputado rionegrino Luis Di Giacomo quien tomara el estandarte de la eliminación de las PASO. Presidente del interbloque Provincias Unidas (4 diputados) que suele ser afín al Gobierno, pareció ser una jugada “de manual” la emprendida por el diputado de Juntos Somos Río Negro: que no fuera alguien del oficialismo el que se ocupara de encabezar esa movida cada vez más previsible y deseada por el Frente de Todos, sino un supuesto “neutral”, que además cuenta con antecedentes en la materia.

Es que ya Di Giacomo mostró ese objetivo hace casi dos años, cuando el 11 de noviembre de 2020 presentó una moción de apartamiento de reglamento en plena sesión para tratar un proyecto en ese sentido. No uno propio, sino del diputado del Pro Pablo Tonelli, que un año antes había presentado una iniciativa para derogar las elecciones primarias. El influyente diputado del partido amarillo -palabra autorizada en cuestiones judiciales y reglamentarias- nunca estuvo a favor de las PASO y en 2019 impulsó una iniciativa para eliminarlas luego de que el resultado del 11 de agosto de ese año definiera prematuramente la suerte del gobierno de Mauricio Macri. Si bien a Cambiemos le fue en octubre mejor que en agosto, todo el mundo sabía ya desde las elecciones primarias que el próximo presidente sería Alberto Fernández,y ese resultado adelantado generó la última gran devaluación de la gestión macrista.

Luis Di Giacomo anticipó la presentación de un proyecto para bajar las PASO.

Esa vez, la moción de Di Giacomo no prosperó: ante el peligro de que la sesión se desmadrara, la entonces vicepresidenta del bloque oficialista, Cecilia Moreau, pidió un cuarto intermedio y con el presidente del Cuerpo, Sergio Massa, lo convencieron al rionegrino de retirar la moción.

Cuentan que algo parecido habría sucedido ahora. Que a Sergio Massa, que a pesar de ya no encabezar la Cámara de Diputados sigue manejando esos hilos, no le habría gustado el anuncio del rionegrino; que “se cortó solo”. Otros sugieren que “se fue de boca”, cuando anticipó en el canal Diputados TV que impulsaría una iniciativa en ese sentido. Ya se verá si esta semana Di Giacomo presenta como dicen finalmente ese proyecto, que replicaría bastante del texto del de Tonelli. Dicen también que lo presentaría de manera conjunta con los diputados de Schiaretti, que fueron los que pusieron en agenda el tema al anunciar su disposición a dejar de lado las PASO.

El argumento que esgrimen los que las denuestan es que “nadie las usa”. Es erróneo; la verdad es que la ley impulsada en 2009 durante la gestión de Cristina Kirchner, a instancias de su esposo Néstor, suele favorecer a la oposición. Al menos, a la principal oposición, léase Juntos por el Cambio o peronismo. Los partidos intermedios suelen ser víctimas de la polarización que deviene tras las primarias, de ahí que resulten ser los más refractarios al sistema.

La verdad es que al oficialismo decididamente le conviene dejarlas de lado al menos para esta elección, pero no hay una decisión unánime en ese sentido, sobre todo porque una derogación no tendría vuelta atrás. Muchos en La Cámpora se preguntan si no sería una mala medida que obture su objetivo mediato de ir desplazando al pejotismo de sus cargos. Pero está claro que afectaría fuertemente a un Juntos por el Cambio que sin las PASO se las vería de figurillas para dirimir sus múltiples internas.

En ese espacio ya está decidido que el plan B si se levantan las PASO será una elección interna abierta. Han sugerido en ese caso que quienes vayan a votar se inscriban previamente, pero al tratarse de algo muy engorroso que desalentaría la elección, otros lo descartan. Como el diputado Luciano Laspina, integrante de los equipos técnicos de Patricia Bullrich, que piensa que “habrá que correr el riesgo”. Y el riesgo es que el peronismo mande a votar al candidato “más conveniente”, en desmedro de otros más taquilleros.

También podría resolverle un problema a la principal oposición, donde referentes como Miguel Pichetto no se cansan de repetir que lo mejor sería tener para fin de año resuelto el liderazgo en JxC, de modo tal de garantizar el triunfo en 2023. Como sea, en caso de que en lo que resta del año se dejen de lado las PASO, una eventual elección interna en ese espacio no se podría hacer sino en marzo o abril.

Y en tren de analizar pros y contras de ambos lados, la pregunta es: ¿soportaría el Gobierno, en caso de que la crisis no se estabilice, tener enfrente a un líder que tal vez pueda ser visto como el seguro sucesor, a ocho meses de la entrega del poder? Sucedería entonces que el probablemente futuro presidente se dedicaría a armar un gabinete y el síndrome del pato rengo expondría de manera dramática a Alberto Fernández. Una tentación para que en una espiralización de la crisis se sugiriera un adelantamiento de las elecciones y una entrega anticipada del poder, cosa en la que ya tenemos bastante experiencia.

También es cierto que evitar las PASO le conviene muchísimo a Javier Milei, cuyo voto será decisivo si la cuestión se dirime en el recinto. El líder libertario se muestra misterioso en la materia, a partir de la convicción de que su bloque decide. Nada dirá entonces hasta el momento de la votación, por lo que la pregunta es si se atreverá a quedar alineado aunque sea en ese tema al kirchnerismo, por más que el fin lo beneficie tanto. Mientras que el oficialismo también corre el riesgo de llegar al momento de la votación ignorando el resultado final, cosa desaconsejable para cualquier gobierno.

Un oficialismo que avanza hacia un año electoral con la necesidad de ajustar. El presupuesto enviado por Sergio Massa al Congreso da señales en ese sentido. Las puso en duda el viernes el diputado macrista Pablo Torello, al recordar que “el único presidente que ajustó en un año de elecciones fue Macri”. Y así le fue.

Como sea, Massa se fue del Congreso el miércoles pasado con la convicción de que no tendrá problemas en lograr la aprobación del presupuesto que acababa de presentar ese día. Por el tenor de las preguntas que le hicieron, y el tono utilizado, se descuenta que la ley de leyes tendrá una aprobación por amplio margen. Admitió el karma de haber sido el único presidente de Cámara al que le rechazaron el Presupuesto, y también sobreactuó un poco al asegurar que sentía estar dando las últimas pisadas de su vida política. “Lo dijo para que se pongan a hablar de eso y no del presupuesto mismo”, interpretaba un diputado del Frente de Todos al día siguiente. No es descabellado pensar que el ministro de Economía postergue su ambición presidencial guardándose en la próxima elección, pero su obsesión sigue intacta y será candidato en 2023 si no le va mal en sus funciones y tiene alguna chance.

El extitular de la Cámara baja tiene una relación personal buena con todos los bloques. (Foto: HCDN)

El mismo día que presentó el Presupuesto se conocieron los datos de la pobreza, y en ese contexto Cristina Kirchner volvió a opinar de economía, cosa que no hacía desde la salida de Martín Guzmán, limitándose a hablar de sus causas y de la justicia. Le contestó el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, que también volvió ese día a tuitear. A diferencia de los dichos de la vicepresidenta, negó que las empresas tuvieran culpa de la crisis y asumió las propias del Gobierno. Pero aclaró que no le contestaba a nadie, sino que repetía lo que había dicho en el Congreso el día anterior. Sí admitió “márgenes empresariales más altos que los normales”. Es lo que dijo la vicepresidenta y parece ser una obsesión del oficialismo: las “ganancias extraordinarias” de las que habló por ejemplo “Cachorro” Godoy, líder sindical de un gremio estatal.

El prolongado conflicto sindical con los trabajadores del neumático.

Cristina Kirchner está inquieta, ya no solo por el atentado que la tuvo como destinataria, sino por el desborde en las calles. La izquierda aún celebra como un gran triunfo el acuerdo alcanzado por el gremio del neumático, pero sobre todo la difusión que tuvo y el efecto expansivo que pueda lograr. En el Gobierno temen eso y le recriminan a Claudio Moroni el papel que tuvo en ese conflicto. Cada vez es más solitario el apoyo que le sigue dispensando el presidente Alberto Fernández.

Exministra de Trabajo entre 2002 y 2003 -tiempos conflictivos si los hay-, Graciela Camaño se mostró muy sorprendida por lo que definió como “una falta de compromiso de las máximas autoridades del Ministerio de Trabajo en la solución del problema”. “Cuando usted ve que el tema se le pone difícil, una autoridad superior del ministerio tiene que estar presente” en la negociación. “Me da la impresión que eso no está sucediendo”, señaló por radio Mitre cuando todavía el conflicto no había sido resuelto.

En ese contexto de conflictividad creciente, el kirchnerismo hizo su aporte con el fin de distribuir caos, motorizando la toma de decenas de colegios en el distrito gobernado por Horacio Rodríguez Larreta. Por aquello de la mejor manera de esconder un elefante en la calle…

El presidente perdió la pieza que se negaba a ceder; ¿y ahora?

Otro acto de Cristina Kirchner con referencias directas a una gestión que no deja de cuestionar, y una nueva renuncia de peso en el Gabinete. Aunque esta vez durante el propio desarrollo del discurso de la vicepresidenta. Incertidumbre plena en el peor momento de Alberto.

Por José Angel Di Mauro

El 13 de enero de 1974 fue una jornada inolvidable. Ese día se corrió en el autódromo de Buenos Aires la primera fecha del Campeonato Mundial de Fórmula 1 de ese año y de manera impensada Carlos Alberto Reutemann estuvo a media vuelta de ganar. El final es bien recordado: se quedó sin nafta.

Viendo que punteaba la carrera, el presidente Juan Domingo Perón había viajado en helicóptero desde Olivos hasta el autódromo, para ser quien le entregara el trofeo. No pudo hacerlo, pero el piloto argentino subió al palco para saludarlo. Perón estrechó en un abrazo al desilusionado pero sonriente ídolo naciente; luego buscó en sus bolsillos y tuvo un breve diálogo con Reutemann: “Mire pibe, no tengo otra cosa para entregarle. Es la lapicera que tengo”, le dijo.

El General moriría 169 días más tarde. 17 años después, Reutemann uso la lapicera del General para firmar el acta de asunción como gobernador de Santa Fe. Días después de esa recordada carrera que estuvo a punto de ganar en Buenos Aires, Lole había vuelto a ver a Perón, en el marco de la firma de un acuerdo para que YPF apoyara al piloto argentino. El Presidente le dijo: “Para que no se quede sin nafta”.

“El poder no pasa por la lapicera, sino por quien tiene el poder de convencer. Perón nunca necesitó de una lapicera”, señaló el presidente Alberto Fernández el viernes en la CGT, precisamente en el acto de conmemoración del 48° aniversario de la muerte de Perón. La pregunta que todos se hacen es cuánta nafta le queda al Presidente.

El insólito ida y vuelta que se da entre un mandatario y su vice que ahora solo se hablan a través de los actos públicos, continuó al día siguiente en el acto de Cristina Kirchner en Ensenada, también por los 48 años de la muerte de Perón. Ahí la exmandataria le contestó al Presidente remontándose en la historia. Recordó que cuando el General “cazó la lapicera” en la Secretaría de Previsión “no la largó más. Cazó la lapicera y entró a firmar”.

Cristina Kirchner en el acto realizado este sábado en Ensenada.

Y enumeró las cosas que “firmó” Perón desde esa dependencia: el Estatuto del peón Rural, el aguinaldo, las vacaciones, las asociaciones profesionales, fundó la Justicia del trabajo… “Se la pasó firmando, firmando y firmando”. Y ante un auditorio cuyas presencias expresaban dónde radica el verdadero poder en el seno del Frente de Todos, la vicepresidenta cerró: “Creo que es importante que entendamos la mecánica de la construcción del poder en el peronismo, y por qué fue tan atacado. Porque usaba la lapicera en función del pueblo. Por eso lo atacaron”.

Mientras Cristina Kirchner le daba una lección pública de peronismo al Presidente, Martín Guzmán anunciaba su renuncia. De manera no menos insólita, pues lo hizo él mismo a través de las redes sociales. Publicando su carta de renuncia dirigida al Presidente de la Nación, en la que recordaba haberle dicho en su primera charla que su objetivo era “tranquilizar la economía”. Y admitía que podía ser que “a varios ese concepto no les genere demasiado entusiasmo, pero a mí siempre me pareció (y me parece) que tranquilizar la economía constituiría una verdadera épica”. Se fue sin haberlo conseguido.

Martín Guzmán dejó el cargo y lo anunció en las redes sociales.

Sobre el final de la carta, Guzmán le recomienda al Presidente que quien él elija para sucederlo “tome las riendas del ministerio”, advirtiendo que “será primordial que trabaje en un acuerdo político dentro de la coalición gobernante para que quien me reemplace, que tendrá por delante esta alta responsabilidad, cuente con el manejo centralizado de los instrumentos de política macroeconómica necesarios para consolidar los avances descriptos y hacer frente a los desafíos por delante”. Cosas que él no tuvo.

La carta tiene una extensión de siete páginas. Claramente no la redactó este sábado; más bien cuando asistió al acto del Presidente en la CGT el viernes ya sabía que esa sería su última aparición pública como ministro. Y eligió el momento para difundirla como una sutil venganza para con quien lo viene vapuleando desde hace meses.

Si hubiera renunciado un día después, habría sido tomado como el desplazamiento de otro ministro tras un discurso de la vicepresidenta. Si lo hacía antes, en su mensaje Cristina podría haber condicionado más la elección del sucesor. De la manera como sucedió, al menos Guzmán se garantizó restarle centralidad a quien tanto hizo por su renuncia.

El ahora exministro había puesto en marcha los aumentos de tarifas amparados en una segmentación ponía en duda la efectividad de la medida, pero cuya difusión llevaba al menos dos semanas de atraso. Los últimos días había hecho trascender Guzmán que quería el desplazamiento de los funcionarios de Energía que responden a la vicepresidenta, con la vaga esperanza de que esta vez el Presidente respaldara esa medida. Transcurrió otra semana sin que eso sucediera y entonces el jefe del Palacio de Hacienda tomó la decisión que debió haber adoptado cuando a fines de abril de 2021 no pudo echar a Federico Basualdo de la Subsecretaría de Energía Eléctrica.

Previsiblemente la salida de Guzmán fue recibida con beneplácito desde el kirchnerismo. La legisladora porteña Lorena Pokoik, de La Cámpora, no tuvo empacho en publicar en las redes sociales una foto de Cristina Kirchner en el acto en Ensenada con este texto: “Mueve la reina y jaque mate! Renunció @Martin_M_Guzman”.

La duda persistente este fin de semana radica en si el final del juego se limita al ministro saliente o alcanza al Presidente, cuya autoridad vuelve a ser una vez más limada. Ya se admitía en el gobierno que el Presidente estaba dispuesto a ceder todo menos a Guzmán, pues eso implicaría su pérdida total de poder.

Alberto Fernández ha dicho una y otra vez que bajo ningún punto de vista está dispuesto a renunciar. Ante allegados, esas cosas no se hablan públicamente. Siempre se pensó también que su vicepresidenta tampoco tiene intenciones de hacerse cargo de esta papa caliente. Este fin de semana había quienes ya lo ponían en duda. Con el mismo criterio de los que no la imaginan candidata presidencial el año que viene, sino candidata a senadora, pues una derrota por la primera magistratura la dejaría en el llano y sin fueros. Pero atento a las circunstancias y el avance de las causas judiciales que ella pensaba que quien eligió para encabezar la fórmula se encargaría de resolver y no hizo, tal vez no sería una mala opción sucederlo ahora.

“Respeto con esta mujer. Si el peronismo gobierna el país es por la decisión de esta mujer”, expresó este sábado Mario Secco, el intendente anfitrión del acto en Ensenada en su discurso, y desde el público comenzaron a cantar: “Cristina presidenta/Cristina presidenta”. Ella, que estaba sonriente, se puso seria en ese instante y movió la cabeza de manera negativa. Habrá que creerle.

Acorde lo que viene haciendo en los últimos tiempos, Sergio Massa no estuvo ni en el acto de Alberto del viernes, ni este sábado en el de Cristina. Como si deseara cumplir el pedido que le hizo su partido: evitar mediar entre el Presidente y la vice. Los dirigentes del FR le hicieron saber al presidente de la Cámara baja que están “un poco cansados de verlo sometido al desgaste de buscar la unidad, resignando el camino de lo que podría ser su posicionamiento personal”. De eso hablarán los renovadores en el congreso partidario previsto para mediados de este mes en Mar del Plata.

Lo cierto es que Massa cavila desde hace rato sobre qué hacer. Llegó a especularse con que daría un paso al costado bajándose de la presidencia de la Cámara, a propósito de la opinión de su partido de que “está demasiado atrapado en esta agenda parlamentaria que lo obliga a realizar sus máximos esfuerzos en busca de consensos que le quitan la posibilidad de salir y caminar los territorios”, según confió a este medio alguien del entorno del tigrense. Eso no sucederá.

La renuncia de Guzmán, de quien venía siendo muy crítico, lo tomó por sorpresa al salir de la cancha de Tigre. Se fue a su casa y luego viajó a Olivos para reunirse con el Presidente. ¿Será el sucesor de Guzmán, a cargo de un superministerio, como tantas veces se especuló? Si su deseo es fortalecer su imagen como hacedor de un cambio, eso no pasará donde hoy está, de ahí que no pueda descartarse un pase al Ejecutivo. Recordemos que quiere ser candidato presidencial el próximo año.

Massa insiste en que Alberto Fernández haga drásticos cambios en su gobierno, y en eso coincide con Cristina, aunque difieran en las políticas a implementar. Con todo, habrá que tener en cuenta que una eventual mudanza suya al Gabinete sería dejar un lugar en la escala sucesoria, para ocupar otro donde estaría a tiro de decreto. Y ya se sabe que en el gabinete de Alberto Fernández no se le garantiza estabilidad a nadie. 

El avión aportó confusión a una crisis que el propio Gobierno construye

Los economistas siguen descartando una hiper, pero todos los caminos conducen a una inflación de tres dígitos. Al gobierno ya se sumó Scioli, para llevar volumen político y despertar resistencias puntuales. La imagen de los políticos en caída libre.

Por José Angel Di Mauro

Dos referencias puntuales sobre hechos notorios confluyeron la última semana sobre el fiscal Nisman. Una fue referida a una cuestión que genera más interrogantes que certezas: la del avión venezolano con tripulantes iraníes. Donde la única convicción pareciera ser la singular impericia del gobierno para salir airoso de esta controversia: no está comprobada aún ninguna imputación para con esta administración, pero impera la sensación de que el gobierno oculta más de lo que revela, que miente en parte de lo que dice y que manejó la situación de mal en peor. Hubo además cuatro días en los que por negligencia, parsimonia o insólita ignorancia no hizo nada: los que mediaron desde que Shell, Axion e YPF se negaron a proporcionarle combustible a la aeronave y las autoridades nacionales fueron informadas, hasta que la nave fue rechazada desde Montevideo y Asunción.

Más allá de la presencia de iraníes en el caso, la referencia a la muerte de Nisman fue la comparación que se hizo entre las supuestas desprolijidades entre el allanamiento de la aeronave y el del departamento del fiscal cuando apareció muerto.

La otra mención del caso Nisman fue tras la veloz resolución judicial de la denuncia sobre el Gasoducto Néstor Kirchner por parte del juez Daniel Rafecas. Recordemos que es el mismo magistrado que desechó en tiempo récord la denuncia que el fiscal hizo antes de morir. En el caso de la investigación del presente, estaba cantado que Rafecas resolvería como lo hizo y de manera veloz, atendiendo las urgencias de un gobierno con el que tiene una relación cercana. Como sea, la oposición que motorizó las denuncias que originaron la investigación resolvió no objetar el fallo exprés. En Juntos por el Cambio, que se autopercibe “favorito” para las próximas elecciones, hay opinión generalizada de que lo mejor que puede pasar es que la construcción del gasoducto avance con rapidez, pues es clave su puesta en marcha para la próxima gestión.

El propio Rafectas posteó en su Instagram esta foto tras emitir el fallo sobre el gasoducto, con este texto: “Cuando pones a prueba tu equipo de trabajo y este responde sin dudarlo… fueron dos semanas de trabajo muy intensas y de mucho aprendizaje… gracias Adrian Rivera, @miliperazzok @florifoschino @valenpayo @justogreco por honrar a la Justicia”.

El Presidente recién habló del avión este sábado, negando opacidad donde garantizó que no la hay; y es muy probable que así sea, pero las dudas son muy notorias como para soslayarlas. Un Boeing 747 es muy grande para transportar solo lo declarado, con demasiados tripulantes y uno de ellos sindicado de manera oficial por un país amigo como terrorista. La actitud oficial pareciera atender cuestiones ideológicas del ala más ideologizada de esta administración, generando más misterio a un caso de por sí oscuro.

Está claro que el gobierno acusó el impacto. En un tiempo en el que no hay nada que celebrar, apenas suspiró aliviado cuando la inflación de mayo dio 5,1%, acumulando 29,3% en el año. El registro más grande para los primeros cinco meses desde 1991, en un año en el que Martín Guzmán había proyectado 33%. Eso había redactado en el proyecto rechazado en diciembre pasado, pero en la actualización presupuestaria que a instancias del FMI hizo Economía y difundió el jueves, elevó a 62% la proyección anual.

Tal expectativa sigue siendo moderada: los privados hoy estiman un 72,6%; en el recinto de Diputados, durante el debate del “alivio fiscal”, el referente económico de la oposición legislativa Luciano Laspina habló de 80% y se animó a apostar un lechón a que el año que viene cerrará en tres cifras. Aun así, los economistas propios y ajenos se resisten a augurar una hiperinflación. Marina Dal Poggetto se inscribe entre los moderados, aunque alerta al gobierno que “es difícil hacer una hiper, pero están trabajando activamente para construir no una hiper en los términos de los 80, pero yendo directamente a una zona de tres dígitos”.

Carlos Heller, que aceptó la apuesta de Laspina, ya debería estar ahorrando para el lechón.

El FMI le dio una buena noticia a Martín Guzmán al considerar cumplidas las metas trimestrales. Lo consiguió con un margen del 28%, pues el déficit primario en la primera parte del año fue de 272 mil millones de pesos (la meta establecida era de 378 mil millones). El Instituto para el Desarrollo Social Argentino advierte que esos datos no son genuinos, pues no son consecuencia de cambios estructurales en el mal manejo de las cuentas públicas, sino que provienen de artilugios contables que ya fueron limitados para los meses siguientes. De no haber apelado al “maquillaje”, señala IDESA, Economía estaría incumpliendo la meta en un 52%.

Asimismo advierten que con casi todas las categorías de gasto incrementándose por encima de la inflación, es casi un hecho que no se logrará cumplir con la meta fiscal de 2,5% del PBI pactada para este año. “El gasto debería ordenarse, pero todo indica que no es algo que esté en los planes”, observan.

En este contexto asumió Daniel Scioli al frente de Desarrollo Productivo, y todos dan por descontado que el exvicepresidente de la Nación se las arreglará para darle brillo a su gestión. Mientras algunos sugieren que el gobierno no tardará en “manzurizarlo”, término que refiere a las expectativas con las que el jefe de Gabinete había llegado al cargo -al punto tal que se habló enseguida del proyecto presidencial “Juan XXIII”-, cerca del exgobernador bonaerense se muestran confiados en que “él sí le dará a la gestión el volumen político necesario”.

Daniel Scioli con Pesce y Guzmán, en un encuentro para conocer lo que encontrará el nuevo ministro.

Un día antes de asumir se difundió una fotografía del ministro designado reunido con el titular del Palacio de Hacienda y el presidente del BCRA. No había sonrisas y no hacía falta esforzarse para saber que allí se hablaba de las restricciones que habrá que reforzar ante la carencia de dólares, algo que va a contramano de las expectativas de Scioli. Preocupa más que el cuadro crítico se da en un contexto récord de liquidación de divisas: en mayo el complejo agroexportador liquidó U$D 4.231 millones, un 33% por encima del mes previo. El mayor registro histórico de liquidación de agrodólares para un solo mes, según refiere un informe de la Universidad Austral. Sin embargo Alfredo Romano, director de la diplomatura de Mercado de Capitales de la Universidad Austral y presidente de Romano Group, advierte que “los enormes inconvenientes que el Banco Central tiene para acumular reservas son alarmantes”, y lo atribuye a “los mayores gastos por importación de energía y la salida de divisas a través de la cuenta de servicios, que viene incrementándose considerablemente en lo que va de 2022”. Se suma así a quienes consideran “imposible” el cumplimiento de la meta de reservas para 2022 de 4.100 millones de dólares.

La llegada de Scioli al gobierno reavivó viejos enconos con un actor principalísimo de esta gestión, Sergio Massa, quien no asistió a la asunción del nuevo ministro. Tuvo como excusa la sesión en la Cámara baja, donde precisamente se debatía para la hora en que juró Scioli el “alivio fiscal” que el propio Massa impulsó.

Para hacer control de daños, el equilibrista Alberto Fernández le propuso al presidente de la Cámara baja poner al secretario de Industria y él lo rechazó argumentando que era “poco”. Finalmente le dieron la Dirección General de Aduanas y allí fue designado Guillermo Michel, que responde a Massa.

Hablando del presidente de la Cámara, llamó la atención que no acompañara al titular del bloque oficialista de Diputados, Germán Martínez, cuando éste concurrió el jueves a la Rosada para reunirse con Alberto Fernández.Al salir de la reunión, el santafesino señaló que con el Presidente había hablado sobre el proyecto del Ejecutivo para gravar la renta inesperada y que se encargaría de ponerlo a consideración del Cuerpo en la última semana de junio. Se sabe que el titular de la Cámara cuestionó el envío por parte del Ejecutivo de esa iniciativa, ya que “no sale, no están los números”.

Alberto Fernández recibió el jueves a Germán Martínez en la Casa de Gobierno.

A la crisis económica se le suma la política: la dificultad para encontrar soluciones a los problemas de los argentinos repercute directamente en la imagen positiva del Presidente, que alcanza un mínimo histórico desde el inicio de su gestión 18,6%, según Taquion. Una caída que en este contexto adverso se extiende a los políticos en general. Mayo fue un mes malo para todos según esa encuestadora que advierte un claro aumento en las imágenes negativas de la mayoría de los políticos respecto de meses anteriores. Evidencia del cansancio de una sociedad que los cuestiona por la crisis.

La caída incluye a Javier Milei, cuya escalada meteórica llegó a mostrarlo con un 42,4% de imagen positiva. Pero bajó en un mes a 32,3%, con una negativa de 44,8%.

Con todo, un 43,1% se inclina por votar a alguien que sea parte de la política, pero ya un 34,4% preferiría a un outsider. Y de ese porcentaje, un 77,2% optaría por alguien que no tenga nada que ver con un partido. Un clima que se expande en la región, donde este domingo habrá una prueba de fuego con el balotaje colombiano entre el candidato de izquierda Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, un outsider al que viajó a respaldar Milei, pero ambos ajenos a los partidos tradicionales y representantes directos del “anti-establishment”.

La oposición le propinó al Gobierno una severa derrota que no podrá completar

Mientras el presidente se oxigenaba en Estados Unidos y analizaba un reseteo de su gobierno, en el Congreso se aprobaba una Boleta Unica que frenarán en el Senado con la estrategia de ignorarla. Los diálogos de Massa con Alberto Fernández y la irrupción de Daniel Scioli que ilusiona a gobernadores.

Por José Angel Di Mauro

Tan segura estaba de que se impondría en el recinto, que la oposición tenía al principio disposición a postergar una semana el tratamiento del proyecto de Boleta Unica de Papel, dejándole al oficialismo la posibilidad de habilitar una sesión sobre temas que le interesaran, pero eso sí, consensuados. Sin embargo se decidió finalmente no dilatar el tema y convocaron a sesionar el miércoles pasado, bien temprano.

La niebla del lunes los asustó y el martes revieron el horario del inicio de la sesión pidiendo reprogramarla para las 14. El cambio fue oportuno, pues la niebla que persistió al día siguiente obligaba a reprogramar vuelos y aterrizajes; como así también afectaba a los diputados que venían por vía terrestre. No fuera cosa de complicar el quórum, después de la luz de alarma que había encendido la baja por Covid del jefe del bloque radical, Mario Negri.

Así y todo, 17 minutos tardaron en reunir los 129 diputados necesarios para arrancar la sesión en la cual la oposición en su conjunto le propinó al gobierno de Alberto Fernández la primera derrota en una sesión. Porque no cuenta como victoria el traspié del oficialismo con el Presupuesto 2022. La oposición -salgo algunos que seguramente sí- insiste en que nunca quiso dejar al Gobierno sin Presupuesto y que eso fue algo que Máximo Kirchner provocó -tal vez deliberadamente, nadie lo sabe- en su último arrebato como jefe de bancada.

El Frente de Todos pensaba contrarrestar el efecto BUP con una sesión al día siguiente, “con temas que sí le interesan a la gente”, como es el alivio fiscal para monotributistas y autónomos: un universo de casi 5 millones de personas que aguarda ansiosa esa ley. Sin embargo debió postergarla para esta semana por la ausencia del presidente de la Cámara, Sergio Massa, autor además del proyecto que establece dicho beneficio.

La fecha de esa sesión estuvo en duda desde que el lunes se supo que el presidente había invitado a Massa a formar parte de la comitiva oficial en la Cumbre de las Américas. El titular de la Cámara baja quedó en contestar y terminó viajando. El sábado había discutido con Alberto Fernández, que le ofreció ese día reemplazar a Matías Kulfas al frente del Ministerio de Desarrollo Productivo. El tigrense, que varias veces sonó al frente de un “superministerio” que incluso contuviera Economía, respondió que solo aceptaría una oferta de ese tipo, y el presidente terminó designando a Daniel Scioli.

El ahora renunciante embajador en Brasil no dudó en aceptar. Hacía rato que sonaba como eventual recambio en el gabinete nacional y esta oferta le representa la posibilidad de volver a repensarse como precandidato presidencial para 2023. Alberto, que no abandona esa ilusión para sí, lo sabe, pero debe adaptarse a las circunstancias, que es lo que mejor le sale, por otra parte. Necesitaba alguien con suficiente volumen político, y por eso es que había pensado originalmente en Massa.

Los gobernadores peronistas también necesitan alguien con quien poder ilusionarse con mantener el poder en 2023, y Scioli alimenta esa esperanza. Lo sabe Massa que no ha superado un enojo que comparte con su esposa con el exgobernador desde que en 2013 un prefecto ingresara a su casa en un country con fines de robo.

Es un secreto a voces que Massa aspira a convertirse en la alternativa en 2023 y no le hace gracia el regreso de Scioli con renovada fe y esperanza. Con todo, el presidente de la Cámara ya había dado señales de diferenciación cuando tomó distancia del acto por el centenario de YPF. Mientras el presidente y su vice se reencontraban, Massa dejaba su lugar vacío en Tecnópolis y se mostraba en Moreno en la habilitación de una red cloacal, junto al ministro de Obras Públicas Gabriel Katopodis; su esposa y presidenta de AySA, Malena Galmarini, y la intendenta local, Mariel Fernández.

Sergio Massa en Moreno, el día del acto por YPF en Tecnópolis.

La invitación a viajar con él a Los Angeles fue parte del operativo de contención desarrollado por el presidente con Massa. Sirvió para analizar juntos alternativas para esta administración. El diputado le habló de hacer, sino un relanzamiento de la gestión, al menos un reseteo. Se verán en los próximos días los resultados de los diálogos mantenidos en el exterior, donde como toda administración en problemas sus protagonistas suelen encontrar un remanso.

En esas charlas Massa le reiteró a Fernández que el proyecto de renta inesperada no tiene ninguna posibilidad de avanzar en la Cámara de Diputados, razón por la cual insiste en no entender el sentido de enviarlo. Está claro que es para confortar al electorado propio, sin otro provecho ni esperanza. Es lo mismo que sucede, por ejemplo, con una suba de retenciones, que el presidente insiste en reivindicar, para desconsuelo de su ministro de Agricultura que no se cansa de descartar tal posibilidad. Ni qué decir con la ampliación de la Corte. Nadie le encuentra el más mínimo sentido a esa costumbre presidencial de reivindicar causas perdidas, gastando tiempo y esfuerzos, y desnudando a la vez sus propias carencias. La única explicación que le encuentran los propios es el deseo permanente de enviar gestos hacia el Instituto Patria. Que no son correspondidos, por otra parte.

Es la misma justificación que se le encuentra al discurso presidencial en la Cumbre de las Américas. Alberto Fernández habló más como presidente pro témpore de la CELAC, que como mandatario de la Argentina. Será el precio que debe pagar por ese sillón que tanto se esmeró en conseguir. Lo cierto es que -algunos por entusiasmo, otros por compromiso- en el Frente de Todos fue ponderado su mensaje, que como tantas otras cosas poco tiene que ver con el pensamiento original que se le conocía.

El presidente argentino en la Cumbre de las Américas. (Foto Presidencia de la Nación)

Tan previsible era la victoria opositora con la Boleta Unica que en el bloque oficialista no se entusiasmaron en que la niebla la postergara. Como mal trago que era, lo mejor era superarlo cuanto antes y dar vuelta la página. No es un tema cerrado y para ser ley debería aprobarlo el Senado, donde eso no va a suceder. Allí manda Cristina Kirchner, asentada en una mayoría virtual que el oficialismo construye con aliados permanentes, aunque esta vez uno de ellos vaya a defeccionar. Igual, en este caso no se trata de ganar la votación sino de conseguir la mayoría especial que necesita este proyecto por tratarse de una ley electoral. En Diputados necesitaba una mayoría agravada de 129 votos y consiguió 132; en el Senado hacen falta 37 y no los tiene.

Juntos por el Cambio es un interbloque de 33, que sumará los votos de la cordobesa Alejandra Vigo (esposa del gobernador Schiaretti) y el rionegrino Alberto Weretilneck. Le faltarían dos más y a lo sumo tendría a la riojana Clara Vega, que no se ha expedido, pero que no se inclinará por la afirmativa si su voto es decisivo. Sí o sí la oposición necesita votos de integrantes del Frente de Todos, a sabiendas de que hay al menos tres oficialistas que están a favor de la Boleta Unica: el jujeño Guillermo Snopek, que en noviembre de 2021 presentó un proyecto muy similar al aprobado en Diputados; Ernesto Kueider, que como ministro de Gobierno de Entre Ríos impulsó la boleta única a nivel provincial; y el correntino “Camau” Espínola, que no tiene un gobernador al cual responder y se ha pronunciado a favor del cambio.

El primero de ellos preside la Comisión de Asuntos Constitucionales que debe encabezar el debate en esa Cámara, y el segundo está alineado con el presidente. Ninguno se va a inmolar para propinarle una derrota a su gobierno.

Pasará seguramente como en 2016, cuando el entonces gobierno de Cambiemos logró la aprobación de la Boleta Unica Electrónica en la Cámara baja y en el Senado la entonces oposición no habilitó jamás el debate. Será una devolución de gentilezas de lo que sucede en Diputados con los proyectos cristinistas que salen del Senado.

Emilio Monzó fue clave en la búsqueda de consensos para la media sanción en Diputados.

Factótum junto a Silvia Lospennato de la aprobación en Diputados, Emilio Monzó ha estado manteniendo contactos en el Senado para tratar de encontrar los votos que permitan la aprobación, mas eso es complicado. Y tampoco preocupa demasiado a Juntos por el Cambio, que se da por satisfecho con la media sanción. “Vamos a sacar la ley en 2024, con la nueva conformación del Senado”, dijo confiada una fuente legislativa ante este medio. Basándose en la Ley 23.821, que en su artículo 1° dice: “Todo proyecto de ley sometido a la consideración del Congreso que no obtenga sanción en una de sus cámaras durante el año parlamentario en que tuvo entrada en el cuerpo o en el siguiente, se tendrá por caducado. Si obtuvo sanción en alguna de ellas en el término indicado, éste se prorrogará por un año más”.

Así las cosas, la media sanción le da vida hasta 2024, cuando si cambia la administración, esos tres senadores ya no estarían comprometidos con un gobierno. En cambio debería rehacerse todo el camino de nuevo si en cambio el proyecto fuera rechazado por el Senado.

“Son las vacunas, estúpido”

“The economy, stupid”, fue una frase más recordada en Estados Unidos durante la campaña electoral que Bill Clinton le ganó a George W. Bush (padre). Hizo carrera y se popularizó después como “es la economía, estúpido”, y según Wikipedia “la estructura de la misma ha sido utilizada en todo el planeta para destacar los más diversos aspectos que se consideran esenciales”. En este caso no está dirigida a nadie en particular, sino a todos en general, para adaptarla para el contexto local actual.

Por José Angel Di Mauro

Alcanzaría para entender el enojo ostensible que exhibió en la conferencia de prensa que brindó el viernes con pensar que el presidente se pasó los últimos días aislado en la quinta de Olivos, recuperándose de un Covid que insólitamente lo aquejó a pesar de haberse aplicado las dos vacunas hace ya un buen tiempo. Pero no, no fue por eso, aunque conociendo su espíritu irascible es de imaginar el fastidio que le debe haber generado sumarse al mínimo porcentaje que los científicos rusos consideran puede contraer el virus a pesar de la doble inoculación.

Como sea, no fue ese el motivo del enojo que mostró Alberto Fernández en la presentación que hizo el día en que se pusieron en marcha las nuevas restricciones que en principio se extenderán hasta fin de mes. Minutos antes se había reunido con el jefe de Gobierno porteño, al que hasta hace menos de un año llamaba “mi amigo Horacio”. Tampoco hay que pensar que el fastidio exhibido tuviera que ver con haber terminado de romper ese día la relación con Rodríguez Larreta.

Habrá que atribuir el enojo presidencial a la convicción de que nada de lo que imaginaba para su segundo año de mandato se está concretando. El presidente estaba seguro de que a esta altura el país estaría dejando atrás la pandemia, embarcado en lo que pomposamente el equipo de comunicación del Gobierno denomina la “reconstrucción argentina”, gozando de una sucesión interminable de números positivos de la economía, con el hándicap de que cualquier comparación con un año negativo como 2020 brinda siempre una ventaja. No fue así. No pudo ser.

La razón habrá que encontrarla en la falta de vacunas. Las previsiones oficiales auguraban una provisión suficiente, pero buena parte de los anuncios que fueron haciéndose a lo largo de meses fracasaron. En esta materia el Gobierno exhibe lo que ya parece ser ya una marca indeleble: los errores notorios en la gestión. Hay coincidencia bastante generalizada en que este es un gobierno de buenas intenciones, que en los hechos falla sistemáticamente. Y como si fuera consciente de ello, pareciera poner los mayores esfuerzos en hacer anuncios, como si eso significara un fin en sí mismo.

El Gobierno apostaba -aún apuesta- un pleno a la vacunación. Pero no contaba con las dificultades para acceder a las dosis.

Botón de muestra fueron los esfuerzos denodados que se tuvieron que hacer para lograr tener antes de fin de año el primer cargamento de vacunas, cuestión de cumplir aunque fuera mínimamente con iniciar la campaña de vacunación antes de terminar 2020. Pero los 20 millones de vacunas prometidas para el mes de febrero al día de hoy no se concretaron, como le recordó Larreta al presidente el viernes en la conferencia de prensa que dio para brindar la otra versión de lo que se había hablado en Olivos ese día.

Lo cierto es que este fin de semana la Ciudad de Buenos Aires se quedó sin vacunas; provincia de Buenos Aires estiró la provisión unos días más racionando los turnos. Para este domingo se esperaba la llegada de un cargamento de vacunas de AstraZeneca correspondientes al Fondo Covax, que en estas circunstancias terminó siendo un salvavidas. A propósito de ello, el diputado de Juntos por el Cambio Luciano Laspina recordó un episodio que en su momento pasó desapercibido y que marca un poco la imprevisión que ha imperado en la materia. El diputado santafesino reveló que el 3 de febrero pasado, cuando el todavía ministro Ginés González García se presentó ante la Comisión de Salud de la Cámara baja, la diputada del PRO Carmen Polledo le preguntó sobre el cronograma de 9 millones de dosis que nos corresponden de Covax, a lo que el ministro respondió que solo reservarían “el mínimo que permite el contrato”. ¿Por qué? Porque “no se necesitaban tantas vacunas” ya que Argentina tenía otros “contratos bilaterales” comprometidos. Sin remate.

Ese mismo 3 de febrero el presidente Alberto Fernández le enviaba una carta a Andrés Arauz, el candidato de Rafael Correa para la presidencia de Ecuador, expresándole su compromiso para “interceder” en favor del abastecimiento de vacunas para ese país. La aclaración venía a cuento de que durante un debate presidencial Arauz afirmó que Fernández le había prometido más de 4 millones de vacunas para el caso de que él ganara las elecciones. Alberto podrá ahorrarse el esfuerzo, pues el delfín de Correa perdió el domingo pasado ante el candidato de derecha Guillermo Lasso; otro motivo de fastidio para Fernández, aunque para compensar debe haber celebrado el jueves que la Corte Suprema brasileña confirmara la anulación de la condena de Lula, con lo que éste podrá ser candidato presidencial en 2022.

Andrés Arauz se reunió con nuestro presidente cuando estaba en campaña y de ahí salió diciendo que Fernández le había prometido vacunas.

Enfrentará entonces a Jair Bolsonaro, quien ese mismo jueves arrancó el día con un irónico tuit sobre el supuesto “toque de queda” en Argentina, con “el Ejército argentino en las calles para mantener a la gente en casa”. Molesto, Fernández le aclaró que no había declarado el estado de sitio ni lo pensaba hacer.

La noche anterior, el presidente argentino había anunciado nuevas restricciones entre las que sorpresivamente introdujo la decisión de suspender por dos semanas las clases presenciales. En la previa de ese anuncio había trascendido que se venía una vuelta a fase 1, aunque desde el entorno presidencial se ocuparon de negarlo una y otra vez. Lo de las clases dejó “pedaleando en el aire” a los ministros de Salud y Educación, que ese mismo día habían negado una vuelta a la virtualidad. Nicolás Trotta no podía menos que poner su renuncia a disposición del presidente, quien previsiblemente se la rechazó. Con todo, no quedó bien la relación.

Tan en sintonía con los deseos de la provincia de Buenos Aires fueron las medidas anunciadas por Alberto Fernández, que nadie pudo dejar de ver a Axel Kicillof detrás de los anuncios. Y a su mentora, Cristina Kirchner. El presidente ya venía molesto con los gobernadores, convencido de que no hacían lo suficiente para reducir la circulación en pleno crecimiento de los contagios. Desde el entorno presidencial dejaron traslucir ese enojo de AF con los que al inicio de su gestión se decía que sería la fuerza en la que él se recostaría para reforzar su poder. Hoy esa relación es la síntesis perfecta que grafica la sensación de decepción por lo que se esperaba y no fue. Hoy los gobernadores Omar Perotti (Santa Fe), Juan Schiaretti (Córdoba) y Gustavo Bordet (Entre Ríos) han comenzado a conversar sobre el futuro, confió a este medio alguien que conoce a uno de estos mandatarios, sin precisar si hablan de 2021 o 2023.

Solo dos gobernadores adhirieron a las nuevas restricciones que, en definitiva, solo apuntan a provincia de Buenos Aires y CABA, siendo esta última “el epicentro de la segunda ola” (Kicillof dixit). El resto de los gobernadores decidió mantener las cosas como están, y sobre todo los colegios abiertos. Las provincias tienen la potestad de hacerlo y es lo que reclama Horacio Rodríguez Larreta para su distrito. Habrá que ver qué resuelve la Corte Suprema; Fernández dijo el viernes que CABA “es una ciudad autónoma, pero no es una provincia”, aunque el Tribunal Superior hace 5 años le reconoció a la Ciudad el mismo estatus que a las provincias.

El presidente al anunciar nuevas restricciones, el miércoles pasado.

Si algún rédito pudo sacar el Gobierno de esta enmarañada situación, sin duda es que la polémica ocultó en gran medida el altísimo porcentaje de inflación del mes de marzo: 4,8%. Y ya que hablamos del Area Metropolitana como la bomba de tiempo en materia epidemiológica, no menos peligroso es el AMBA en cuanto a inflación, pues allí escaló al 5,2%…

De gira por Europa y tras reunirse con el Papa, el ministro Martín Guzmán preparó el terreno al anticiparle al gabinete económico que al día siguiente el INDEC revelaría “la inflación más alta del año”. A través del Zoom, garantizó que a partir de ahora ese índice comenzaría a bajar, no dijo cómo. Lo que ya resulta una entelequia es la previsión del Presupuesto 2021, que establecía una inflación del 29% para todo el año. Para alcanzar esa cifra, hasta fin de año ningún índice debería pasar el 1,5%.

Precisamente ese porcentaje le asignaba ya una consultora a la primera semana de abril. El aumento del 6% en los combustibles este fin de semana hará su aporte a la escalada.

Ningún ministro de Economía sale indemne de las disparadas inflacionarias. El actual, que fue muy elogiado por el acuerdo con los bonistas alcanzado el año pasado, apostaba a cerrar a más tardar en mayo el acuerdo con el FMI. Por órdenes “de arriba”, debió levantar el pie del acelerador. Ahora le mandaron a Moscú para avanzar con negociaciones para producir la Sputnik V en nuestro país. Una misión extra, mientras el arreglo con el Fondo se estira en el tiempo.

Está claro que si se llega a algún acuerdo será muy bienvenido, pero las vacunas tardarán un buen tiempo en producirse. Como sea, la consigna seguirá siendo: a falta de resultados, privilegiemos los anuncios.