Homenaje a una leyenda 

Considerado como el vehículo de producción más potente del mundo, este Lotus Evija vuelve a la actualidad, porque la marca de Norfolk acaba de presentar una edición especial Fittipaldi.

Con este reconocido apellido, este superauto celebra el medio siglo del triunfo del legendario piloto brasileño en 1972. Aquella temporada, Emerson Fittipaldi y el equipo Lotus ganaron los campeonatos de pilotos y constructores de F1. 

Los colores de la carrocería del Evija recuerdan a los del exitoso monoplaza Type 72, con el que Fittipaldi consiguió cinco victorias en la temporada de 1972 de la Fórmula 1, compuesta por 11 carreras. 

La llamativa combinación de negro y dorado también cumple 50 años en 2022 y en este caso ha sido confeccionada a mano. También podemos apreciar la silueta del Type 72 grabada en la fibra de carbono expuesta. 

Dentro del habitáculo, también se puede apreciar la firma del bicampeón de la Indy 500, cosida a mano en el panel frontal y otros elementos como el dial giratorio ubicado en el aro del volante, que se hizo a mano utilizando aluminio reciclado tomado directamente del Type 72 de Fittipaldi. 

La versión limitada Fittipaldi, 100% eléctrica, tiene las mismas especificaciones que el Evija de serie, es decir, cuatro motores con 2.039 CV y 1.704 Nm de par motor. Una dotación suficiente para pasar de 0 a 100 km/h en menos de 3,0 segundos y de 0 a 200 km/h en menos de 9,0 segundos. 

La velocidad máxima está limitada, electrónicamente, a 350 km/h y Lotus pretende alcanzar una autonomía máxima de 402 kilómetros con una sola carga. 

Perteneciente a la marca china Geely, Lotus solo se fabricarán ocho ejemplares y los afortunados propietarios del Evija Fittipaldi comenzarán a recibir sus vehículos de forma gradual a partir de principios del próximo año. 

Un funambulista del volante

Ronnie Peterson nació en Orebro, Suecia, el 14 de febrero de 1944. En esta nota recordamos el accidente que sufrió en el GP de Italia de 1978 y lo llevó a la muerte el día después de la carrera.

Por Roberto Nemec

El 10 de septiembre de 1978, momentos después del inicio del Gran Premio de Italia en Monza, uno de los mejores pilotos de Fórmula 1 de su época, el sueco Ronnie Peterson, resultó gravemente herido al volante de su Lotus.

Ronnie Peterson, un hombre tranquilo y discreto en la vida cotidiana, se transformó en un formidable funambulista al volante. El gran piloto solo conocía una manera de conducir: ¡pie derecho a tabla y su coche cruzado! De hecho podría haber triunfado en rallies, pero prefería los circuitos.

Al igual que Gilles Villeneuve, Peterson pudo destacar al volante de coches no muy destacados. Y además, Peterson no era un genio a la hora de poner a punto un monoplaza.

Se habló de que después de una sesión de test con el equipo Lotus, Peterson se desabrochó el arnés y le dijo a Colin Chapman: “Ya está, la configuración es realmente buena”. Sin embargo, Chapman se enfureció cuando vio fotos que se habían tomado en la parte trasera del circuito y en las que se veía a Ronnie con el Lotus en dirección completamente contraria.

El camino a la Fórmula 1

Después de triunfar en karting, en el campeonato europeo de Fórmula 3 y la F2, Peterson dio el salto a la F1 en 1970 con un March del pequeño equipo privado Antique Automobiles Racing Team. Luego, en 1971, se convirtió en el compañero de equipo de Niki Lauda en el equipo oficial STP March, y logró ser subcampeón del mundo en su segundo curso en la máxima categoría gracias a sus primeros podios.

Entre 1973 y 1976 fue piloto de Lotus, y acabó tercero en el campeonato de 1973. Volvió a March para 1976, y luego pilotó el famoso Tyrrell-Ford de seis ruedas en 1977. Logró 8 victorias en esos años.

La vuelta a Lotus

Volvió a Lotus en 1978 como segundo piloto, con Mario Andretti como compañero. Su contrato estipulaba que si el americano abandonaba o tenía problemas, entonces tenía “derecho” a luchar por la victoria. Y consiguió ganar el Gran Premio de Sudáfrica y Austria de ese año.

Pero en los entrenamientos del Gran Premio de Italia, su bonito Lotus 79 negro sufrió un accidente. El chasis quedó dañado y no podía ser reparado. Peterson se lastima las piernas. Chapman, en medio de las duras negociaciones con él para la siguiente temporada, no le permitió utilizar el Lotus 79 reserva de Andretti y le ordenó ponerse al volante de un “viejo” Lotus 78…

Y en la salida, al poco de arrancar la carrera, llegó el desastre total. Aún no se había detenido en la parrilla, cuando se dio inicio a la prueba. Peterson se vio atrapado en el tráfico y la pista, muy ancha en la recta principal, se estrechaba camino a la primera curva. Mientras los coches zigzageaban entre sus rivales intentando pasar por delante, uno de ellos, el McLaren de James Hunt, tocó al Lotus…

Varios pilotos al rescate inútil

Más de una docena de coches giraron en todas las direcciones y el Lotus golpeó violentamente las protecciones, incendiándose.

Hunt, Patrick Depailler y Clay Regazzoni intentaron sacar a Peterson de los escombros en llamas. Peterson, con las piernas destrozadas, quedó tumbado, y el peor parado parecía Vittorio Brambilla, que había sido golpeado por un neumático suelto. El italiano entró en coma y tardó un año en recuperarse, aunque pudo volver a ser piloto.

Peterson fue llevado al hospital. Las radiografías revelaron ocho fracturas en su pierna derecha, cuatro en su pie derecho, una en su pierna izquierda, y quemaduras en su mano izquierda y antebrazo.

Los médicos lo operaron sin demora, pero otros cirujanos se oponían. Todo parecía ir bien y Peterson pasó a la unidad de cuidados intensivos (UCI).

Sin embargo, su condición empeoró repentinamente durante la noche: Peterson sufrió una embolia grasienta. Los depósitos de grasa se filtraron en sus vasos sanguíneos y acabaron obstruyendo sus pulmones. Murió justo antes de las 10 de la mañana del 11 de septiembre.

Peterson había aceptado la oferta de McLaren para la temporada 1979. La F1 desafortunadamente había perdido a uno de sus mejores pilotos.