Las penurias y desventuras de nuestro peso 

Por Oscar Lamberto. El exlegislador nacional señala el deterioro permanente del valor de la moneda, fruto de la inflación, como un mecanismo de ajuste de la economía.

En julio del 2019 estábamos con mi compañera paseando en la ciudad de Lima en el Perú, como hacen casi todos los turistas quisimos traer algún recuerdo del viaje, en la plaza principal de la ciudad, una simpática vendedora con atuendo coya y un carrito lleno productos emblemáticos de la cultura de ese hermoso país, nos ofreció lo que estábamos buscando, regalos para nuestra familia numerosa y que además no ocuparán mucho lugar en la valija. 

A la hora de pagar, le pregunté cómo se cancela esta compra, la joven acostumbrada a los turistas internacionales me dijo “acepto plata peruana, chilena, boliviana, paraguaya, uruguaya, brasileña, dólares americanos, euros, tarjetas de crédito, salvo plata argentina que no me la acepta nadie, ni los argentinos la quieren”. Con el orgullo nacional mancillado, pague con la tarjeta, por esos días el dólar rondaba cuarenta pesos. 

Nuestro país históricamente tuvo un problema con su moneda, desde la revolución de Mayo hasta 1880 existieron todo tipo de medios de pagos, monedas de plata con la esfinge del rey de España, de cobre, de papel emitida por los bancos, o las provincias, hasta se importó una moneda de los Estados Unidos con la cara de Washington. 

La dupla Julio Argentino Roca y Carlos Pelegrini trabajaron por dotar al país de una moneda nacional, que reuniera los atributos, medio de pago, reserva de valor y unidad de cuenta. Así se creó la moneda convertible con el oro, que con altibajos permaneció hasta el cierre de la caja de conversión, que se produjo como una consecuencia inevitable de la caída mundial del patrón oro, fruto de la debacle del capitalismo de los años treinta. 

A mediados de esa década se creó el Banco central de la República Argentina, y fue nacionalizado en 1946, es el organismo emisor de la moneda nacional, que ha tenido objetivos distintos según el pensamiento político de los gobiernos de turno 

Así hubo etapas, la mayoría de los años, con un banco central dependiente del ministro de Economía, otras funcionaron como un organismo autónomo. A veces su objetivo principal fue sostener el valor de la moneda, otras impulsar el desarrollo, la mayor cantidad de años fue auxilio del tesoro y prestamista de última instancia del sistema bancario. Durante el periodo de la convertibilidad el banco central tenía prohibido emitir para financiar el tesoro. 

Salvo paréntesis muy acotados, los periodos inflacionarios fueron la marca de una época, donde se quitaban ceros a la moneda, se cambiaron las denominaciones y la moneda fue perdiendo dos de sus atributos principales, dejó de ser reserva de valor y unidad de cuenta. 

Los ahorros de los argentinos se fueron dolarizando, las transacciones inmobiliarias se realizan en dólares, y dada la desconfianza creciente, los dólares van al colchón, cajas de seguridad y bancos extranjeros, la suma fugada es tan extraordinaria que por si sola alcanzaría para impulsar cualquier proyecto de desarrollo. 

Recientemente hemos escuchado un argumento novedoso que la inflación es consecuencia de la dolarización cuando los hechos históricos demuestran lo contrario, la gente huye al dólar por el envilecimiento del valor de la moneda nacional. 

El Banco Central no preserva el valor de la moneda desde que emite sin límite para financiar al gobierno, luego paga intereses e indexación para esterilizar la cantidad de moneda en poder del público, que está generando un pasivo que es un presagio de un nuevo estallido. 

Los precios de una economía están en constante movimiento, algunos suben, otros bajan, los precios de los combustibles y de los alimentos tienen impacto en todas las economías, pero la suba de un producto en particular por importante que fuera, no configura por sí mismo la inflación, que es un proceso donde todos los precios de manera sostenida y por un periodo largo aumentarán en simultaneo, siendo la causa principal la política monetaria y fiscal. 

Una política fiscal ordenada y una política monetaria que expanda la oferta para acompañar el crecimiento es el prerrequisito para tener una moneda nacional. Si al déficit creciente del Estado se lo financia con emisión, es imposible que no pierda valor y que la gente no huya a otra moneda que cree más segura. 

Es una exageración hablar de bimonetarismo cuando se comparan una moneda que la gente quiere atesorar con otra que quiere desprenderse lo más rápido posible. Aunque la primera se la declare ilegal y la segunda sea de curso forzoso. 

Que los gobernantes quieran trampear a los ciudadanos no es nuevo, tanto en el antiguo Egipto, como en el imperio Romano tardío hay antecedentes de la alteración del valor de la moneda y de la aplicación de precios máximos con pena de muerte a quien los incumpliera, todas las experiencias terminaron en rotundos fracasos. 

Hace rato que los economistas demostraron que la moneda de mayor calidad reemplazará a la de menor calidad, en términos entendibles me saco los pesos de arriba y atesoro dólares. 

Si algún funcionario se le ocurriera prohibir la tenencia de dólares y tuviera éxito, la gente ahorraría, en bolsas de azúcar, aceite, silos con granos, ganado en pie, bienes del hogar, inmuebles, es decir cualquier bien que me permita salir del peso. 

Es un error conceptual hablar de bimonetarismo cuando no existen dos monedas, porque además de los tres atributos que debe tener una moneda necesita también que la gente crea, que tenga confianza, porque también es el crédito que el ciudadano le otorga al Estado y la confianza disminuye cuando se presume la insolvencia del deudor. 

El deterioro permanente del valor de la moneda, fruto de la inflación, es un mecanismo de ajuste de la economía, que hace pagar el precio del ajuste, a jubilados, asalariados, a quienes perciben planes, a los ahorros en pesos, es el mayor fabricante de pobres. 

Las oportunidades perdidas 

Por Oscar Lamberto, exdiputado y exsenador nacional. El autor advierte que esta nueva crisis ofrece nuevas oportunidades, que de no aprovecharse el trecho final puede ser “de mucha pena, ninguna gloria y una nueva frustración”.

En la década del setenta del siglo pasado circulaba un libro con un título muy provocador “Argentina, me tenés podrido”, cincuenta años después expresiones parecidas, como hartazgo, forman parte del lenguaje cotidiano de muchos compatriotas. Es que la sucesión de esperanzas y frustraciones tiene una frecuencia que es agobiante. Lo peor es que los errores se repiten una y otra vez y los gobernantes no reparan qué “haciendo siempre lo mismo es imposible tener resultados distintos”. Repetimos hasta el cansancio sobre las riquezas naturales que tiene nuestro territorio, a la hora de explotarlas o se lo hace mal, o al servicio de pocos o directamente se pierden oportunidades una tras otra. 

Las oportunidades perdidas fueron muchas y los costos se pagaron con el constante empobrecimiento de amplios sectores de nuestra población. Por hechos penosos como son las guerras, tanto con armas como comerciales, Argentina tiene una nueva oportunidad, todo lo que demanda el mundo y que hoy escasea, se puede producir en abundancia en nuestro territorio. Alimentos, energía, minería, tecnología, los precios internacionales están en máximos históricos y en alza, donde la Argentina está en condiciones de atender la demanda mundial aumentando la producción, para lo cual requiere inversiones que solo se realizan si existen reglas claras y estables, principalmente cambiarias, fiscales y seguridad jurídica. 

Con la normativa actual se permiten que ocurran hechos graves que deterioran nuestra economía y de tantas incoherencias se benefician los países limítrofes. El combustible que en el mercado interno está por debajo del valor vigente en los mercados mundiales, es llevado en camiones tras nuestras fronteras , generando desabastecimiento interno y otorgándoles fáciles ganancias a los que se llevan la carga. Con los granos que tienen retenciones, un tipo de cambio oficial con una brecha cercana al ochenta por ciento respecto de los mercados paralelos y con la ganadería , que además tiene cupos para algunos cortes, ocurre que muchas ventas se realizan desde países limítrofes, donde no tienen retenciones, le pagan el valor pleno del dólar y además le otorgan desgravaciones si invierten en el país. 

Desde el fondo de la historia existió el contrabando cuando hubo una prohibición o precios máximos tanto en las mercancías como en los mercados de monedas. Las prácticas de sobre y sub facturación vienen de mucho tiempo atrás pero se exacerban con las regulaciones cambiares y son instrumentos de la fuga de capitales. Pero además todo un marco de regulaciones que se establecieron en el nombre del “pueblo” y que son cuando menos inoperantes en un cuadro de creciente inflación, con una peligrosa indexación de la economía que por las experiencias pasadas seguramente no terminarán bien. 

Paradójicamente la política monetaria y fiscal acordada con el Fondo Monetario tiene rémoras de la utilizada por Martínez de Hoz durante la dictadura militar. Se pone límites a la emisión pero no al gasto, el Estado se financia con préstamos indexados y es el dueño virtual de los depósitos de los ahorristas , pero la deuda indexada no para de crecer llenando el futuro de incertidumbre. Los problemas económicos no se arreglan con discursos , sino con políticas, cuando la gente percibe en sus bolsillos que éstas no existen o son incorrectas, surge el desencanto y cada tanto aparece un encantador de serpientes que propone soluciones mágicas. En el mercado de las baratijas hay para todo los gustos, desde los que claman por la emisión sin límites, hasta los que prometen dolarizar la economía , pero todos los históricos fracasos de las sucesivas gestiones económicas , tanto militares como civiles de diferente color político , tuvieron un denominador común: la indisciplina fiscal. 

Así una generación destruye la moneda, la otra el crédito, hasta terminar sin moneda, sin prestamos, sin sueños, sin ilusiones. Antes del abismo siempre hay tiempo de reaccionar, no se trata de grandes epopeyas bastaría ser un país normal. Como es imposible eliminar los planes en el corto plazo sería bueno reemplazar las asignaciones sociales por un trabajo básico universal. Toda persona que demande un trabajo, el Estado lo debe garantizar con acceso a la salud y al sistema previsional. Existe mucho trabajo que requiere mano de obra, limpiar los ríos y sus costas, mantenimiento y construcción de vías férreas , limpieza de ciudades , asistencia en comedores y centros comunitarios, clubes de barrios, cuidados de personas, etc. 

Si bien los efectos fiscales pueden ser similares al de los planes, el hecho cultural que una persona tenga trabajo es totalmente distinto. Además se trata de un trabajo básico que sirva de escalón para encontrar otro mejor. También es fundamental bajar los índices de inflación, está demostrado que no hay crecimiento de la economía si la inflación supera el veinte por ciento anual. Las recetas eficaces son conocidas pero requieren como primera condición autoridad y voluntad política. No hay remedios sin efectos secundarios, no existen actos políticos con el respaldo absoluto, pero bajar la inflación no es una declaración de guerra verbal , es un conjunto de acciones , algunas diametralmente opuestas a las que se están implementado. 

Dieciocho meses son los que le restan de mandato al actual gobierno, la cruda realidad le demanda tomar fuertes decisiones y asumir los riesgos de cambios necesarios, o puede conformarse con durar, pero la inercia le juega en contra, en el horizonte hay una inflación de tres dígitos. El universo complejo lleno de desafíos también nos ofrece grandes oportunidades, si no se aprovechan, el trecho final puede ser de mucha pena, ninguna gloria y una nueva frustración. 

Lamberto se despegó de una movida para acercar peronistas a Cambiemos

El extitular de la Auditoría General de la Nación desmintió haber participado de un encuentro Zoom organizado por Miguel Pichetto, en el armado de una “pata peronista” de Juntos por el Cambio.

El exdiputado nacional Oscar Lamberto fue mencionado este martes en un artículo periodístico como participante junto a otros reconocidos dirigentes peronistas como participantes de “las charlas virtuales que todos los sábados encabeza Miguel Angel Pichetto, en pleno armado de la ‘pata peronista’ de Juntos por el Cambio”. Lamberto lo negó.

“Se me menciona participando en un encuentro Zoom, con varias personas: desmiento tal participación, y solicito dejen de usar mi nombre en oscuras operaciones políticas”, tuiteó este martes el extitular de la Auditoría General de la Nación, en referencia al artículo publicado en el diario La Nación donde se menciona también a Ramón Puerta, Miguel Angel Toma, Andrés Cisneros, Humberto Roggero y Jorge Yoma, como algunos de los peronistas que participan de esas reuniones virtuales, a las que en el artículo el excompañero de fórmula de Mauricio Macri define como “espacios de intercambio y reflexión sobre el pasado y el futuro, dentro de un peronismo republicano”, y aclara que “la idea es ir avanzando desde allí”.

Lo cierto es que Lamberto difundió la semana pasada, junto a un grupo de dirigentes peronistas, un documento público en el que respaldan la figura del presidente Alberto Fernández en un momento en el que advierten que está siendo “tiroteado por fuego cruzado, no solo de notorios opositores, sino también de quienes se declaran integrantes de la coalición de gobierno y tienen roles relevantes”.

La nota lleva las firmas de, además de Lamberto, Eduardo Camaño, Humberto Roggero, Osvaldo Nemirovsci, Marcelo López Arias, Gilberto Alegre, Julio Díaz Lozano, Eduardo Rollano y Emilio Martínez Garbino.

Fuerte respaldo de dirigentes peronistas para Alberto Fernández

Un grupo de exlegisladores del PJ, entre los que figuran nombres pesados como Eduardo Camaño, Humberto Roggero y Oscar Lamberto, difundió un documento en el que cuestionan el “fuego cruzado” de propios y ajenos sobre el primer mandatario.

“Cuando termine la pandemia quedarán problemas enormes por resolver”, señala en un pasaje el documento dado a conocer este jueves, en el que un grupo de reconocidos dirigentes peronistas -todos ellos exlegisladores- advirtieron que para cuando eso suceda se requerirá “mucha imaginación y audacia para poner en marcha la rueda que nos ponga en el camino del crecimiento y el desarrollo”.

El comunicado, titulado “Argentina Siglo XXI : El vuelo del águila”, reconoce que “el presidente tiene que gobernar la Nación tiroteado por fuego cruzado, no solo de notorios opositores, sino también de quienes se declaran integrantes de la coalición de gobierno y tienen roles relevantes”. En incluso advirte que “existen funcionarios que critican, sin moverse de sus cargos, las políticas que conduce el Poder Ejecutivo”.

La nota lleva las firmas de Eduardo Camaño, Humberto Roggero, Osvaldo Nemirovsci, Marcelo López Arias, Gilberto Alegre, Julio Díaz Lozano, Eduardo Rollano, Oscar Lamberto y Emilio Martínez Garbino. Todos ellos de reconocido paso por el Parlamento, que señalan: “En nuestra condición de militantes, con muchos años en las filas del peronismo, queremos manifestar nuestro apoyo al compañero presidente, recordando que los sectarios y excluyentes hace rato fueron descalificados por el propio General Perón”.

En ese marco, sostienen que “el voto popular sirve para legitimar el poder y elegir a quien conduce, pero una vez elegido, es el presidente de todos, nosotros nos sentimos integrando ese todos y queremos verlo levantarse con el vuelo del águila y que no se preocupe con los mediocres que vuelan bajo como los gorriones”.

El texto completo

“Las históricas pandemias que asolaron a la humanidad y las grandes crisis muestran la existencia de tremendas contradicciones, conviven la grandeza de algunos con las conductas miserables de otros, hay acciones de solidaridad que enaltecen y rapiñas aberrantes , hay visiones proféticas y mezquindades , seres con capacidad de amar y otros que solo se mueven con el odio.


A los líderes que deben conducir en estos momentos históricos , les toca lidiar con este cúmulo de situaciones y hechos contradictorios, además de atender la salud pública y mantener el barco de la economía a flote.
Grandes alteraciones ocurridas en el curso de la historia humana, fueron producto de las pandemias, cuando ésta, que estamos atravesando termine, dejará grandes secuelas y un aceleramiento de los cambios en los modos de producción.

La discusión sobre los cambios tecnológicos quedará saldada al final de la pandemia, la era industrial mecánica dejará paso al mundo digital, con todos los cambios en las conductas y en la organización del trabajo humano que ello implica.

Sería de esperar que los sectores, principalmente de la política, se estuvieran abocando a prepararse para el mundo que viene, donde las contradicciones se van agudizar, donde el mundo del trabajo tendrá grandes tensiones y es previsible que sea escaso y requiera de mucha capacitación.

El futuro está demasiado cerca, y como decía el General Perón, un dirigente que se precie de tal, debe saber leer el signo de los tiempos, si miramos la historia con el espejo retrovisor tenemos un choque garantizado.

Cuando termine la pandemia quedarán problemas enormes por resolver, con demandas y urgencias muy superiores a los bienes para satisfacerlas, la caída del producto nos hará a la mayoría más pobres, y se requiere mucha imaginación y audacia para poner en marcha la rueda que nos ponga en el camino del crecimiento y el desarrollo.

Es imposible pensar el crecimiento sin inversiones, sin innovación, sin emprendedores y básicamente sin grandeza de pensamiento, el sectarismo es el gran enemigo de la reconstrucción.

El Presidente tiene que gobernar la Nación tiroteado por fuego cruzado, no solo de notorios opositores, sino también de quienes se declaran integrantes de la coalición de gobierno y tienen roles relevantes. Existen funcionarios que critican, sin moverse de sus cargos, las políticas que conduce el poder ejecutivo.

En nuestra condición de militantes, con muchos años en las filas del peronismo, queremos manifestar nuestro apoyo al compañero presidente , recordando que los sectarios y excluyentes hace rato fueron descalificados por el propio General Perón.

El voto popular sirve para legitimar el poder y elegir a quien conduce, pero una vez elegido, es el presidente de todos, nosotros nos sentimos integrando ese todos y queremos verlo levantarse con el vuelo del águila y que no se preocupe con los mediocres que vuelan bajo como los gorriones”.