Carlos Traboulsi será precandidato a diputado nacional en la lista de Schiaretti

El precandidato es el creador del proyecto “Argentina Azul”, en relación la explotación económica del Mar Argentino.

Carlos Traboulsi, secretario general del Partido Demócrata Cristiano, será precandidato a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires con vistas a bajo el lema: “Ayudemos a Reflotar la Argentina Sumergida. El Cambio está en el Mar” y alineado con la precandidatura presidencial de Juan Schiaretti -actual gobernador de Córdoba-.

Traboulsi es el creador e impulsor del proyecto “Argentina Azul”, un proyecto dirigido a concientizar a la clase política y a la sociedad en su conjunto sobre “las incalculables posibilidades de desarrollo de la economía argentina, a través de la correcta explotación de los inmensos recursos marítimos que posee nuestro país”.

“Energía, minerales, petróleo, gas, pesca y turismo son algunas de las posibilidades que nos ofrece el desarrollo del Mar Argentino, las cuales, bien utilizadas en un proyecto a corto, mediano y largo plazo, permitirán que la pobreza y la indigencia sean completamente erradicadas de nuestra Nación”, explicó el proyecto.

Así también, la iniciativa busca “crear pleno empleo para y cumplir con nuestras obligaciones de deuda con los Organismos Internacionales de Crédito, volviendo a instalar a la República Argentina entre las principales naciones del mundo”.

Ni yankis, ni marxistas… chinos

Por Carlos Lionel Traboulsi. El secretario general del Partido Demócrata Cristiano CABA advierte la importancia de llevar adelante una política internacional “de multilateralidad y comercio abierto en resguardo de nuestros intereses”.

Es una realidad que ya no se puede ocultar a pesar que muchas administraciones en nuestro país quisieron hacer la vista gorda permitiendo el negocio de varios funcionarios y privados dejando nuestros recursos pesqueros para el disfrute de algunos en detrimento de nuestro pueblo.  

La Argentina necesita tener una logística adecuada para enfrentar la depredación de nuestros mares y la imposición autoritaria del Reino Unido que fue avanzando en zona de disputa hasta más de 2 millones de kilómetros cuadrados de mar que son nacionales alrededor de nuestras Islas Malvinas. En este extenso territorio azul no solo emite permisos de pesca ilegales usufructuando esos recursos, sino que se asocia con España para ingresar nuestros productos sin aranceles a la Unión Europea y permite asimismo la explotación ilegal de varias flotas de diversos lugares del mundo.  

Necesitamos tener una política internacional de alianzas estratégicas que se sustenten con un acuerdo americano de protección de nuestros mares, llevando a una unidad de paz y explotación de los países del sur como únicos facultados para la explotación del atlántico sur. América y los países de África occidental deben trabajar juntos, al igual que el Mercosur, Chile, Uruguay y los Estados Unidos en protección de los recursos del atlántico sur, el pacífico y la Antártida. Argentina debe ser eje en la construcción de estas alianzas de cooperación y seguridad marítima.  

Hoy Estados Unidos nos está ofreciendo la ayuda con patrulleros marítimos, en particular con el buque USCGC que está participando de la operación Cruz del Sur a fin de trabajar coordinadamente con la Armada y la Prefectura Naval en resguardo de nuestros intereses. Es necesario para evitar la depredación del mar argentino construir asociaciones regionales de seguridad marítima y contrarrestar la pesca ilegal como así operaciones de inteligencia que otras naciones hacen, pero sorpresivamente nuestra Cancillería lo rechaza.  

Los acuerdos de cooperación son formas de fortalecer nuestra soberanía ante el avance desmedido del Reino Unido sobre lo cual nada se dice y hace. Otro de los temas que se mantiene adormecido para que nuestra gente no se involucre. Políticas activas de Estado son necesarias para recuperar nuestra soberanía plena en las Islas Malvinas, pero también para ejercer  

nuestra soberanía en el Atlántico Sudoccidental. La creación de organismos o comisiones como estamos acostumbrados no son el camino, si estos, solo sirven para tomar el té inglés una vez cada 15 días.  

Hay que terminar definitivamente con los posicionamientos ideológicos y entender la imperiosa necesidad de pensar, planificar, coordinar y gestionar con coraje la construcción de un destino de bienestar para todo nuestro pueblo desde una nueva visión estratégica donde el Mar tenga un papel protagónico en la matriz industrial y productiva.  

La construcción de un bloque con China, Rusia, Cuba y Venezuela son ideológicamente dentro de la coalición de gobierno más fuertes que las relaciones con nuestros hermanos latinoamericanos y en particular con los Estados Unidos. Las flotas chinas y asiáticas fundamentalmente depredan nuestras riquezas marítimas, van por el control de la hidrovía Paraná Paraguay por donde pasan más del 75% de nuestras exportaciones, ya están instalados en nuestra Patagonia y nos están colonizando con el control de la salud pública frente a la pandemia con la no probada vacuna Sputnik V. Seguramente otras injerencias chinas en nuestro país se me están olvidando como los fondos permanentes en Yen en nuestras reservas. No debemos entregar nuestras riquezas y futuro a nadie menos a un único bloque político. Debemos llevar adelante una política internacional de multilateralidad y comercio abierto en resguardo de nuestros intereses.  

Hay que terminar “los negocios y los condicionamientos ideológicos”. Debemos pensar y actuar en forma patriótica. Argentina para los argentinos, tanto el continente como los más de 6.500.000 kilómetros cuadrados de territorio azul. Ahí está la salida de la crisis económica, laboral, productiva, de inversión y de falta de esperanza de nuestro pueblo. Solo con políticos y funcionarios comprometidos con nuestra nación y honestos será posible. No se vive de relatos ideológicos y doctrinarios. Hay que ir a las cuestiones conducentes.  

Las urnas están cerca, terminemos de votar profundizando la grieta y demos nuestro apoyo a propuestas concretas y a testimonios de vida comprobables. No hay margen para seguir rifando nuestras vidas y el futuro de nuestra patria.  

Chocolate por la noticia

Por Jorge Lorenzut. El dirigente del Partido Demócrata Cristiano de la CABA se refiere al “descubrimiento” de 170.000 millones de dólares que se encontrarían atesorados en el país; y los problemas estructurales de la Argentina.

Hemos leído en estos días, una asombrosa opinión del presidente del BCRA,” descubriendo” que en país se mantienen atesorados billetes por valor de 170.000 millones dólares, y que estos constituirían una reserva importante para volcar a la inversión en nuestros innumerables proyectos pendientes. Se continúa así la deplorable inclinación de nuestros malhadados gobernantes, de pretender hacer política con lo ajeno.  

El funcionario sabe perfectamente que existe ese caudal, la mayor parte en cajas de seguridad, y no creemos decir nada nuevo si le agregamos que existe una masa importante todavía de depósitos bancarios a la luz del día en esa moneda, en cajas de ahorro bancarias. Y, además, es de público conocimiento que existen importantes ahorros líquidos pertenecientes a argentinos, depositados, legal o ilegalmente, en bancos del exterior.  

Me imagino como brillan los ojos de los que detentan el poder, cuando perciben ese enorme capital de argentinos que ellos, confusamente, creen que, de una u otra manera, les pertenecen y pueden disponer de ellos, si encuentran la triquiñuela que no parezca una confiscación. Señores, ese truco no existe: el Estado puede cobrar y hacer tributar a esos capitales, en cuanto sean propiedad de contribuyentes nacionales, pero nada más, como indica la Constitución Nacional. No estamos en un estado totalitario y la diferencia entre propiedad privada y pública subsiste y es, por lo menos hasta ahora, sostenida como puntal de nuestra organización económica y social, al menos por razones de eficiencia, si no éticas.  

Los interesados en promover inversiones y cambiar la estructura de nuestra economía, reciben continuamente advertencias de que lo primero que hay que hacer es crear un clima de confianza, para que los capitales se movilicen. No es con declamaciones épicas, ni con movilizaciones, ni con razonamientos técnicamente defectuosos, que se logrará ese objetivo. Tampoco aceptemos la costumbre de zafar, festejando una refinanciación de deuda como un logro fruto de nuestra picardía.  

Los estudiosos de los males económicos de nuestro país tienen claro hasta el cansancio que la causa de nuestro infortunio son la mala asignación de recursos, una de cuyas expresiones son los constantes déficits presupuestarios, con las consecuencias monetarias que provocan, y una estructura de producción que no genera las divisas suficientes para nuestro desarrollo, ocasionando estrangulamientos en la balanza de pagos y provocando devaluaciones. Ambas causas, quizás interrelacionadas en algún punto, crean las condiciones para nuestros constantes golpes inflacionarios, realimentados por la puja por la redistribución de los magros ingresos.  

Como no adherimos a las teorías tradicionalmente ortodoxas, creemos que la eliminación de la mayor parte de los déficits fiscales es condición necesaria, pero no suficiente, para encarar una reformulación del marco en que debe desempeñarse la actividad económica. Tampoco adherimos a la aplicación moderna de la teoría de la Ley de Say, desechada por falaz, que cree que la oferta crea su propia demanda, es decir, que las emisiones de moneda sin respaldo pueden justificarse si se aplican a inversiones reproductivas, muy conveniente si ignoramos el lapso temporal para que esas inversiones maduren y produzcan resultados, si los producen, porque son operaciones de riesgo.  

El actual gobierno había comenzado su función con promesas de buscar el consenso entre las fuerzas productivas, invitando a la creación de un Consejo Económico Social, al que algunos hemos propuesto amparar bajo un acuerdo político entre las principales fuerzas parlamentarias. Parece que las buenas intenciones quedaron en el camino, ya que las iniciativas económicas se están desplegando, con escasa fortuna, por cierto, en la insistencia en implantar un sistema dirigista ya caduco en el mundo libre, de neto corte burocrático, apoyado en empresarios privilegiados en cuanto responden al poder, que pretende reorientar el comercio exterior fuera de su cauces naturales, entorpecer la incorporación de las empresas digitales y las aplicaciones de la nueva tecnología y gravar con nuevas gabelas y controles lo poco que queda de actividad privada. Se insiste en el camino de la descapitalización y el atraso. Hemos retrocedido una vez más frente a los avances de nuestros vecinos y hermanos de la región.  

¿Qué nos queda entonces? Pues un largo y difícil camino, que cuesta mucho aceptar para las mentes de corto plazo, y que consiste en reformar el sistema político para dar un marco de estabilidad en el que puedan manejarse los agentes económicos. Son muchas las reformas necesarias, desde la fiscal, la tributaria, la laboral, la defensa de la competencia, la eficiencia y pureza de la Justicia, y tantas otras, pero si queremos una democracia de fines y de medios, que produzca y reparta equitativamente los resultados de la producción de riqueza, no busquemos los atajos del populismo, hidra de muchas cabezas, ni el centralismo chino, que te da, pero te quita, ni el capitalismo dogmático. Busquemos en lo mejor de nuestras tradiciones, de nuestros humanistas y científicos, y construyamos una economía racional, eficiente, apoyadas en bases sólidas morales, legales y de igualdad entre los ciudadanos.