Con la quita de retenciones al campo y el sorpresivo respaldo del Tesoro de EE.UU., Milei logró frenar una nueva corrida cambiaria que puso al Gobierno al borde del abismo. La crisis financiera reavivó las críticas de los “econochantas” y dejó expuesta la fragilidad del modelo a semanas de unas elecciones clave.
El presidente Javier Milei enfrentó y frenó en el albor de la primavera la segunda corrida cambiaria del año, y lo hizo recurriendo a la quita de retenciones a los granos y carnes para que los productores liquiden en tropel y de esa forma alimenten las alicaídas y anémicas reservas del Banco Central, amenazadas por la venta de 1.000 millones de dólares en un par de días y la erupción del riesgo país.
La audaz medida se lanzó a la par de declaraciones del secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, quien inusualmente a través de un tuit anunció un fuerte apoyo de divisas -se desconoce el monto- para las reservas argentinas, en lo que parecería ser una estrategia para afrontar los vencimientos del año próximo y calmar los tiempos electorales del comicio del 26 de octubre.
Entre el viernes pasado y este lunes, el Gobierno estuvo a punto de zozobrar por la embestida del mercado, angustia que se podría haber ahorrado si Milei hubiera escuchado las alertas de los que él llama -y denuesta- “econochantas”, con el exministro Domingo Cavallo a la cabeza.
El auxilio a dos bandas llegó cuando el Gobierno de Milei estaba al borde del precipicio por el estrepitoso aumento del riesgo país y del dólar, sobre el filo de la semana pasada.
Las variantes de salida que se manejaban eran un cepo cambiario -de los tantos que ya hubo últimamente- para evitar la abrupta caída de reservas, o una devaluación, con el consiguiente traslado a la inflación.
Ambas medidas barajadas eran impopulares y de costos impredecibles frente a una elección legislativa a poco menos de un mes que será un virtual plebiscito del modelo, al que le empieza a temblar la estantería.
Especialmente porque el modelo acaba de ser derrotado con dureza el 7 de septiembre pasado, en el territorio que tiene un 40% del electorado del país como lo es la provincia de Buenos Aires.
El peronista Axel Kicillof le propinó una verdadera paliza -casi el 14% de diferencia- con su caballito de batalla de “poner un freno” a la motosierra y al ajuste del jefe de Estado.
Lo curioso es que hace tres meses apenas el Gobierno estaba 20 puntos arriba del gobernador Kicillof, pero la caída de la economía, los modales agresivos del jefe de Estado y las sospechas de corrupción sobre la hermana presidencial, Karina Milei, generaron un clima contra la Casa Rosada.
Recordemos que entre diciembre pasado y abril pasó una situación similar con el dólar -alza desenfrenada y sangría de las reservas en el Banco Central- y el auxilio llegó de la mano del Fondo Monetario Internacional (FMI) y ahora sucede lo mismo y las divisas se espera las aporte en septiembre y octubre la agricultura y la ganadería.
Extrañamente, horas antes de esos dos socorros económicos el presidente Milei sostenía que la economía marchaba sobre ruedas, y calificaba de “agoreros” y “econochantas” a economistas que advertían que el programa cambiario era erróneo.
Uno de los blancos preferidos del jefe de Estado fue el exministro de Economía de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, Domingo Cavallo, muy crítico de la política de La Libertad Avanza de pisar el dólar.
La potencia que tiene la voz crítica de Cavallo colmó de ira a Milei, que lo dejó de calificar como el “mejor ministro de Economía de la historia” y pasó a ser un “impresentable”, cuya hija echó intempestivamente de la OEA.
Claro que el jefe de Estado, al abrir este año el período de sesiones ordinarias del Congreso, el primero de marzo, exageró al comparar su programa económico con el de Menem y Cavallo, en los 90.
“Incluso a una velocidad más rápida que la propia convertibilidad, que hasta el día de hoy era el programa de estabilización más exitoso de nuestra historia. Podemos hacer alarde, sin lugar a dudas, de que nuestro programa económico es el más exitoso hasta la fecha”, dijo Milei, hiperbólico.
En otro mensaje, más adelante, ironizó: “¿Me parece a mí o es un muy buen momento para revisar los dimes y diretes de los periodistas operadores mentirosos y los econochantas sobre mis viajes y visitas?”, en alusión al respaldo en abril pasado del secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent.
Otra dedicatoria del jefe de Estado fue calificar a Cavallo y a los que para él propiciaban una devaluación de “econochantas de Mandrilandia”.
“Toda la manga de mandriles, econochantas de Mandrilandia decían que el tipo de cambio se iba ir a las nubes, van a perder reservas en 1.400… ¿Nosotros qué contestamos? No, porque la cantidad de dinero está fija desde mediados del año pasado”, planteó el jefe de Estado, sin pelos en la lengua.
Lo cierto es que los análisis y pronósticos de los “econochantas” se cumplieron en abril y en septiembre de este año y el presidente Milei esta vez culpó a la oposición y a querer impulsar un “golpe blando”.
Algunos economistas advirtieron este lunes que las dos corridas fueron frenadas por el Fondo Monetario Internacional y por el Tesoro de los Estados Unidos y se preguntaron a quién se recurrirá si hay una tercera corrida cambiaria.