Por Eduardo Raúl Balbi, presidente de Anticiparse y de IIAE. El autor advierte la carencia de herramientas y datos para combatir efectivamente el narcotráfico.
El narcotráfico es un flagelo que hace años podía parecer un suceso aislado en nuestro país y hoy forma parte de la cruda y dramática realidad de algunas regiones de nuestro territorio. Y si bien la lucha contra este mal es algo que puede pensarse es de la incumbencia propia del sistema policial a través de la coerción, el asunto es mucho más complejo y requiere un análisis en profundidad y un accionar complejo e integrado que permitiría salvar vidas, ahorrar costos y ser más efectivos en las intervenciones.
Hace tiempo vengo desarrollando informes, a pedido de organismos internacionales y países de la región, para generar Estrategias Prospectivas que permitan reducir el avance, influencia e impacto del narcotráfico y de otras formas del crimen organizado.
Los avances evidentes en países de la región son producto de acciones objetivas y coordinadas en la actuación del Estado, desde sus tres poderes tradicionales, con preponderancia del Ejecutivo, donde destacan una serie de características, tales como: coherencia, integración, dirección estratégico-política unificada, permanencia en el tiempo, anticipación estratégica continua y permanente, intercambio fluido de información, inteligencia y experiencias, evaluación continua de políticas, estrategias, planes y acciones. A lo que se debe sumar el acompañamiento de organismos internacionales y de la sociedad en todas sus formas, porque la realidad indica que ningún país y mucho menos su gobierno por sí solo, puede controlar a este flagelo que progresivamente se ha ido instalando en Argentina y en la región, con mayor presencia en algunos puntos neurálgicos del país.
En este sentido, la estrategia y el análisis de resultados y de escenarios de futuro que permitan la anticipación, son herramientas fundamentales si realmente se quiere acabar con esta problemática de raíz. La intervención sobre los “blancos” que permitan desintegrar las estructuras principales y sus posibles consecuencias, son posibles sólo si se comienza por un profundo estudio que incluya todas las variables actuales y futuras de situación, considerando una adecuada gestión de riesgos y prevención.
En un reciente estudio realizado para un organismo internacional, me tocó abordar la evolución del narcotráfico en la Argentina del 2012 al 2020. La realidad reflejaba una profunda carencia en la coordinación integral de su análisis y tratamiento, de articulación de herramientas apropiadas que en ocasiones ya están presentes en la gestión del Estado, pero que no se vinculan de manera operativa para generar los datos y análisis necesarios que permitan un cruce efectivo de información e inteligencia y una atención eficiente del fenómeno. Entre líneas podemos mencionar algunas: la carencia de coordinación de los sistemas de seguridad (nacional, provinciales y otros), la carencia de un sistema de análisis y anticipación estratégica común e integrado que sea alimentado continuamente por todas las agencias del Estado, la carencia de un sistema de información eficiente que aborde la totalidad del proceso judicial de cada causa, la carencia de coordinación con AFIP, Aduanas y otras agencias para determinar, por ejemplo, el lavado de activos, o bien, la carencia de información migratoria confiable y la instalación de las distintas corrientes en el país, entre otras tantas.
La carencia de herramientas y datos permiten que “la maleza” se distribuya de manera descontrolada a lo largo y ancho del país, volviéndose una plaga cada vez más difícil de combatir, con sus recursos en aumento y estrategias mejor delineadas que las generadas por el propio Estado. Ante esto, sólo la determinación política y el uso eficiente de los recursos podrán detener y revertir el avance del narcotráfico que ya registra más de 200 asesinatos en lo que va del año. La carencia, o ausencia de políticas, estrategias y planes de acción claros y concretos es lo que incrementa día a día esa cifra de víctimas.
Por Eduardo Raúl Balbi, fundador y presidente de Anticiparse. El autor señala el “altísimo grado de responsabilidad” que tiene el Congreso de la Nación en el trabajo de pensar y construir un futuro mejor.
El futuro es algo que en ocasiones se considera incierto, sin embargo, la capacidad de planificar permite proyectar un destino esperable evitando tropiezos e imprevistos. Este es el camino que abre la creación de la Comisión Bicameral de Planeamiento del Futuro, su concreción aportaría un horizonte de expectativas posibles y una visión de Argentina al 2035, 2040 y 2050.
El Honorable Congreso de la Nación tiene un altísimo grado de responsabilidad sobre nuestro pueblo, especialmente en el trabajo de pensar y construir un futuro mejor. La posibilidad de eliminar las incertidumbres frente a un proyecto firme aparece como una oportunidad histórica al interior del ámbito claramente más federal del país y con la mayor representatividad social y política. La construcción y planificación colectiva en este espacio habilita un lugar de pensamiento, reflexión, debate, búsqueda de objetivos comunes aún dentro de una enorme diversidad, con el objetivo pleno de generar políticas, estrategias y planes hacia un futuro próspero común.
En este aspecto, es importante reconocer que aquí, en Argentina, hay suficiente experiencia internacional de aplicaciones metodológicas en diversas miradas de futuro, y que a la vez es aquí, en nuestro país, donde se han desarrollado casi una veintena de métodos vinculados a aplicaciones prospectivas, que no se conocen ni usan en otras regiones y que llevan más de 30 años en investigación, desarrollo, aplicaciones y resultados.
Las dos características esenciales: diversidad metodológica probada y exitosa, y experiencias de aplicación en varios países de América Latina, constituyen hoy la posibilidad de contar con modernos aportes y gran experiencia acumulada.
El aporte de diversos estudios, análisis y propuestas con solidez científica y seguridad intelectual y metodológica al interior de la Comisión Bicameral, permitirá acompañar proyectos y planificaciones que apoyen a los congresistas para definir qué deberíamos hacer y qué no, y qué deberíamos lograr o impedir que ocurra.
La soberanía se ejerce con determinación y certeza, por un lado, sabiendo que el camino elegido es el adecuado y más próspero para la ciudadanía, junto a las posibles variables sobre la mesa que garanticen un adecuado procedimiento. En este sentido, podemos aportar algunas ventajas fundamentales de la planificación al interior del poder legislativo, entre las que se encuentran la posibilidad de ejercer directamente la mayor representatividad social, ampliando la presencia simbólica de todas las expresiones políticas, administrativas y sociales del Federalismo. A su vez, esto habilita a pensar y decidir acerca del futuro con un claro enfoque de Estado, sin condicionamientos en los tiempos de las gestiones de gobierno, con un impacto y trascendencia más allá de los procesos y períodos electorales.
Los debates importantes no sólo acontecen frente a una pantalla, también se promueven al interior del cuerpo legislativo en representación plena de la ciudadanía. Allí es donde el Congreso Nacional podría lograr avances capaces de entablar una alianza generalizada, motivando una Argentina única y diversa al mismo tiempo, con equilibrio, con igualdad, con serenidad, con mesura, con visión de futuro, con patriotismo, con hidalguía, con equilibrio y con calidad de vida para todos.
Por Eduardo Raúl Balbi, fundador y presidente de IIAE. El autor sostiene que con de contar con una estrategia adecuada, cualquier proyecto que nuestro país decida es aún es posible.
Desde hace años nos interrogamos sobre el futuro de la Argentina, que en permanente fluctuación, se encamina hacia un horizonte cada vez más conflictivo y angustiante. La falta de planificación en nuestro país nos lleva siquiera a preguntarnos si existe un futuro para los argentinos o es que acabaremos rumbo a una extinción, tal como Tato Bores lo planteaba en sus monólogos.
Según lo visto en las últimas elecciones y lo que se avecina de cara al 2023, no hay candidatos que presenten una planificación con propuestas serias y concretas. A lo sumo, esporádicas e inconexas expresiones de deseo, que no han sido evaluadas ni medidas en términos de factibilidad, por lo que no tienen ningún asidero. De aquí a octubre 2023 aún queda un largo camino, sin embargo no aparece ninguna construcción sólida acerca de políticas públicas en las áreas más sensibles.
Tampoco existe ningún indicio de propuesta objetiva, evaluada y organizada que incluya una visión de futuro para el país en el mediano o largo plazo, como mínimo pensando más allá de los 4 años de gestión hacia 2035/2040. Sin ella, diseñada científicamente y con gran apoyo social, no hay un “NORTE DE PAÍS” que convoque a la sociedad, planteando así la imposibilidad de organizar un sistema integrado y coherente de políticas públicas.
Los candidatos que hoy aspiran a las presidenciales, provinciales o municipales resultan esquivos a tal desafío y en consonancia carecen de equipos capaces de afrontar una empresa de tal magnitud. Si bien en 2016 se crearon organismos para definir el escenario de futuro de Argentina al 2030 o hacia el futuro, todos han fracasado estrepitosamente. Aún no tenemos nada.
Por supuesto, no se trata sólo de cambiar las tendencias actuales, sino de dar origen a diseños de futuro que, de manera efectiva, puedan modificar la tendencia catastrófica que estamos atravesando, entre una permanente incertidumbre y con rumbo hacia un horizonte atemorizante.
Sin embargo, la construcción de futuro no es algo imposible, sólo requiere de las personas idóneas y la voluntad política. Asimismo, faltan datos, una referencia fundamental para respaldar el abordaje metodológico y afianzar el terreno para proyectar el trabajo. Los datos deben brindar un análisis del contexto, una perspectiva del antes y el después en otros países, generar antecedentes y promover evaluaciones profundas. El mundo está plagado de casos de éxito, que dan cuenta de la relevancia de una planificación seria para la construcción del futuro deseado.
Con la planificación correcta, cualquier proyecto que nuestro país decida es posible, aún desde la última posición del tablero podemos proyectarnos al primer puesto. En otras palabras, aún la peor incertidumbre puede ser disminuida, controlada en parte, anticipada por lo menos parcialmente, disminuyendo sensiblemente los riesgos y costos de la falta de prevención y de gestión de riesgos para obtener los resultados anhelados.
Por más incertidumbre que haya, el futuro no presenta “opciones infinitas”, si bien pueden ocurrir diversas cosas, y cada una de ellas con sus consecuencias, con una planificación estratégica, podemos disminuir sensiblemente la incertidumbre, e incluso evaluar las magnitudes de impacto de lo que pudiese ocurrir, y entonces, prepararnos para ello.
El futuro y el lugar de la Argentina en el mundo es algo que se puede construir, depende sólo de la voluntad y decisión política y social, para afianzar nuestro presente, anticipar nuestro futuro, y alcanzar los objetivos que nuestra sociedad espera de la dirigencia.