La Gran Renuncia, fenómeno de la modernidad o crisis del modelo laboral 

Por Carlos Nicora, consultor de la Organización de Estados Iberoamericanos. El autor advierte el descontento en el mercado laboral, que demanda modificaciones en la jornada y las relaciones laborales.

A nivel mundial se están sucediendo una serie de fenómenos que afectan el mercado laboral y desestabilizan preconceptos que se mantenían fuertemente arraigados al imaginario empresarial y social. Una ola de renuncias masivas e iniciativas divergentes manifiestan un quiebre y demanda de nuevos paradigmas luego del Covid. 

A mediados del 2021 se detectó en Estados Unidos un incipiente movimiento que implicó el abandono masivo de los puestos de trabajo, hoy se lo conoce como Gran Renuncia. Esta acción es uno de los tantos síntomas que expresa el agotamiento del actual modelo laboral, producto de una matriz que se origina en la era Industrial y que va camino a la extinción. 

El aislamiento y la creatividad aplicada a resolver los problemas coyunturales que dejó la Pandemia Mundial, dieron origen a un nuevo tipo de pensamiento e independencia. Así como las familias se replantearon la necesidad de buscar espacios más verdes, ambientes más amplios, la fuerza de trabajo también entró en crisis. Las demandas ya no se asociaban a las aspiraciones económicas, sino más bien a aquellas vinculadas al desarrollo de la vida personal y familiar. Aquellos empresarios que visualizaron esta necesidad, supieron reconvertir sus métodos de producción canalizando el proceso como una oportunidad, multiplicando la satisfacción y el clima laboral, motivando un desempeño altamente productivo y con altos porcentajes de fidelización por parte de los empleados, quienes valoran y reconocen el interés de sus empleadores por su desempeño. 

Luego de varias experiencias piloto, empresas de todo el mundo han modificado las jornadas laborales, ya sea en cantidad de horas o de días, el objetivo es el mismo: una mejor calidad de vida y más tiempo de ocio disponible. Incluso, más allá de la creatividad empresarial, las legislaciones de los distintos países acompañan el proceso con proyectos que potencian este imaginario. Recientemente Bélgica anunció la reducción de la Semana Laboral a 4 días, una propuesta que tiene a Islandia como pionera con excelentes resultados, incrementos en la rentabilidad y productividad. 

En Argentina, el Poder Ejecutivo desarrolla estrategias para alcanzar una mejor productividad y potenciar la economía, ante la necesidad de dar respuesta a una dotación de mano de obra que busca ingresar al mercado laboral. 

El Proyecto Eureka va en esta dirección, impulsa la satisfacción de esta necesidad por parte de los trabajadores, mejora los números de las empresas y habilita el surgimiento de nuevos proyectos ligados al emprendedurismo y la formación de nuevos puestos de trabajo. Una estrategia en la que todos ganan. En este sentido, propone extender la tradicional jornada en una más amplia que permita generar más cantidad de días, semanas y hasta meses libres para los empleados. Sin dudas, no se trata de una solución universal, sino más bien es la punta de un icerberg que impulsa un cambio en la mentalidad y la productividad. Las modalidades surgidas en la Era Industrial han quedado caducas y obsoletas, nuevos esquemas productivos se abren camino al interior de la Era Digital. 

Nos encontramos en un proceso de cambio mundial, que estimula el surgimiento de métodos alternativos a los que conocidos, y la Gran Renuncia da cuenta de este agotamiento. Se trata de un camino que todos los sectores involucrados quieren transitar, pero aún no se han dado los primeros pasos, al menos no en nuestro país. 

La reforma de la jornada laboral, es una posibilidad que puede dar respuesta y recursos al mercado laboral en su conjunto, pero requiere de la estimulación por parte del Estado a través de reglamentaciones que motiven tanto a empresarios como a trabajadores y sindicatos, y la participación del empresariado y de los gremios que aporten recursos y adaptabilidad según las cualidades de cada matriz productiva. El horizonte aún es lejano, pero es un camino que tarde o temprano nuestro país deberá transitar, o quedará rezagado. 

Menos es más: los resultados de una ecuación positiva para el mundo

Por Carlos Nicora*. Un análisis sobre la reducción de la jornada laboral en Argentina, luego que el Reino Unido anunciara una prueba piloto con 30 empresas considerando sus beneficios económicos, ambientales, sociales y sanitarios. El autor cuenta con un proyecto para avanzar en este sentido, comenzando con empresas y fábricas.

La reducción de la jornada laboral a 4 días es una iniciativa que gana terreno en el mundo. Luego del primer paso que dio Islandia en 2015 en el sector público, grandes empresarios decidieron apoyar esta medida. El antecedente más reciente es de principios de este año Reino Unido donde los trabajadores pasaron disminuyeron su semana laboral de lunes a jueves, 32 horas semanales, manteniendo el mismo sueldo.

El sentido común diría que se trata de un atentado contra la rentabilidad empresarial con resultados catastróficos en la productividad. Sin embargo, los datos obtenidos de las experiencias que nos anteceden indican que, no sólo aumentó la productividad producto de la motivación de los empleados, sino que disminuyeron gastos fijos asociados al ausentismo y el consumo. La clave no sólo está en el compromiso que asumen los trabajadores y su valoración hacia la empresa, sino en tener una dotación plenamente lúcida y fidelizada con el objetivo del organismo o compañía para el que se desempeña.

El estrés es la otra pandemia que el mundo padece hace años. Según informes brindados por el Banco Mundial, el estrés es aliado de la pobreza en Latinoamérica, es “el mal del siglo XXI reduce la productividad y, como consecuencia, la capacidad económica y de desarrollo de cualquier país”. Los resultados negativos se extienden también al aumento de los trastornos de salud física y mental producto del estrés.

En términos macroeconómicos, la reducción de la jornada laboral evidencia otras consecuencias positivas, como el aumento del consumo cultural y la inversión en esparcimiento: gastronomía, turismo local, actividades familiares, etc. El tiempo en familia es valorado no sólo por el trabajador, sino por todo su entorno, y se extiende a un mejor equilibrio en la distribución de las tareas del hogar y crianza de los niños y niñas. Generando futuras generaciones más comprometidas con el otro.

Los beneficios de generar nuevos modos de producción, con mejoras en la calidad de vida de los trabajadores son múltiples, no se limitan a la particularidad de cada empresa. La experiencia de atravesar el Covid-19 ha motivado a locales gastronómicos y empresas pequeñas a focalizarse en una mejora sustancial de las condiciones laborales de sus empleados con alternativas que dinamizaron el negocio.

Incluso, en un contexto de pandemia, la disminución de tiempo compartido en espacios comunes también limita la propagación del Covid-19, un plazo de 3 días de receso permitiría mitigar la situación pandémica.

Como seres capaces de capitalizar la experiencia, debemos aprovechar los aprendizajes, con medidas positivas que promuevan la generación de nuevos recursos que faciliten el desarrollo y la vida de los sectores más productivos.

El proyecto Eureka en Argentina propone avanzar en este sentido, en un terreno aún inexplorado en nuestro país pero con resultados positivos a nivel mundial. El debate que genera el cambio en la jornada laboral ya tuvo un correlato a principios de 1900 cuando se quiso disminuir la cantidad de horas en las fábricas. Hoy, como un deja vú, volvemos a poner sobre la mesa los valores no sólo económicos que fomentan tal iniciativa, sino la necesidad de compartir otro tipo de experiencias y vivencias a nivel social y humano. Dejemos de lado temores infundados y apoyemos nuevos modos de desarrollo.

* Carlos Nicora, consultor de la Organización de Estados Iberoamericanos.