La oficialista Alianza enfrenta su primer desafío electoral nacional desde que asumió el gobierno, en diciembre de 1999, en comicios en los que sus principales candidatos reclaman cambios en el rumbo de la política económica y cuando crecen las dudas sobre el futuro de la fuerza.
Esta elección constituye una prueba crucial, después de 22 meses en el gobierno y en medio de una honda crisis económica. El comicio es clave para el coalición ya que, según varias encuestas, perdería buena parte de su caudal electoral respecto a 1999, lo que, sumado a la necesidad del Ejecutivo de oxigenarse, podría derivar en cambios en el gabinete nacional, de los que ya varias versiones periodísticas se ocuparon esta semana.
Otra de las particularidades de la compulsa es que la sociedad original radical-frepasista sufrió en la Alianza sucesivos desprendimientos, sobre todo por el lado del Frepaso, que decidirá a fin de mes, en un Congreso nacional, si mantiene su condición de oficialista y cuáles serán en adelante sus alianzas.
Es que, a pesar de haber integrado listas conjuntas con la UCR en los principales distritos, el Frepaso ya se presentó sólo en varias provincias y en acuerdos con otros partidos en otras, mientras su figura de mayor peso, el ex vicepresidente Carlos Alvarez, cultiva el perfil bajo pero hizo saber que votará al ARI encabezado por la diputada disidente radical Elisa Carrió. A nivel del gabinete el Frepaso únicamente conserva el Ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Juan Pablo Cafiero, sin que esté claro hasta cuándo.
Si el Frepaso finalmente decide alejarse del gobierno, seguirá los pasos de varios de sus miembros originales que ya se desprendieron de la Alianza para constituir otras opciones políticas, como el ARI o el Frente para el Cambio, integrado al Polo Social.
Los comicios servirán también, de hecho, para sopesar con justeza la real medida de la pérdida que significó para la Alianza la salida de varios de sus dirigentes y ex funcionarios, en su mayoría alejados cuando el presidente De la Rúa incorporó a Cavallo al gobierno y gran parte de la coalición original se consideró excluida del Ejecutivo.
El propio De la Rúa jugó también su parte en esta campaña, no sóo con su exhortación a ir a las urnas, sino por su confirmación de que votará por los candidatos de la Alianza, pese al perfil marcadamente crítico de Rodolfo Terragno, la cara más visible de la lista en el distrito del mandatario.
La Alianza arriesga en las urnas 50 bancas de Diputados, 38 de la UCR y 12 del Frepaso, mientras que en el Senado, donde se elegirá por primera vez en forma directa a sus integrantes, pondrá en juego 21 escaños, con la esperanza de aumentar en dos o tres la bancada.
En el análisis distrito por distrito, la Alianza aspira a ganar en la Capital Federal, donde un triunfo de Terragno ratificaría la supremacía en territorio porteño y abriría un curioso juego en el que el oficialismo gana con un discurso opositor.
Este espaldarazo al sector crítico de la Alianza podría completarse con un segundo lugar de Raúl Alfonsín en la provincia de Buenos Aires -que le asignan la mayoría de las encuestas- que también airearía al sector de la UCR que encarnan Leopoldo Moreau, candidato a diputado, y Federico Storani, presidente del partido en el distrito. La Alianza tiene también expectativas de triunfo en Chaco, Río Negro y Chubut y espera hacer una buena elección en Córdoba, en Misiones y en Formosa.