La diputada nacional Silvana Giudici (UCR) puso en duda la efectividad del proyecto que el oficialismo pretende aprobar en la Cámara baja, ya que “no existe un concepto real de Protección Civil, educación vial en las escuelas, ni una verdadera vocación de cambio cultural que es lo que necesitamos como conductores en nuestro país”.

“Estoy en desacuerdo con el aumento del impuesto a los seguros, a la burocratización que demandará una estructura tan grande que se planea. También existe un vacío en cuanto a la coexistencia de los registros nacionales con los provinciales y falta precisar con que fuerzas se van a controlar las leyes”, afirmó Giudici.

La legisladora por la Capital Federal señaló que “mientras discutimos, hay miles de argentinos que se mueren en el ruta por conductores irresponsables y solo con una ley no vamos a solucionar el problema, hay que controlar y ejercer el poder de policía”.

En 2006, la diputada presentó un proyecto de ley con un Programa Nacional en Seguridad y Educación Vial (expte 0656-d-06) para “mejorar el comportamiento social y potenciar las acciones de las entidades competentes”. El mismo propone el cumplimiento estricto de las normas de tránsito, preparación de conductores, educación vial en todo el sistema educativo, planificación urbana, y propiciar “en toda la ciudadanía un cambio que permita tomar y hacer tomar conciencia a los otros, de la importancia del cumplimiento de las normas para la protección personal y de los otros”.

Además, entre sus múltiples medidas, el plan incluía la creación de un Observatorio de Seguridad Vial “que constituirá un Centro de referencia para la obtención de datos e indicadores sobre la evolución de la siniestralidad en Argentina y su comparación con otros países”.

En los fundamentos de la ley, la diputada Giudici hace referencia a uno de las principales causas que hoy vemos en los accidentes de tránsito después de tantos años de un Estado ausente en los caminos y calles: “Un párrafo aparte merece la consideración de un accidente de tránsito como tal, cuando en realidad debería asumirse la problemática como una “patología social” que presenta como uno de los síntomas fundamentales, el desprecio por las normas y la irresponsabilidad frente al cuidado de la propia vida y la de los otros”.