Una denuncia del diputado kirchnerista Carlos Kunkel respecto al origen de la fortuna de su colega Francisco de Narváez, despertó en su momento una querella por injurias de parte del legislador bonaerense.

La causa acaba de cerrarse a favor del querellado, por cuanto la Cámara en lo Criminal Federal terminó desestimando esa acción judicial entablada por De Narváez, fallando en el mismo sentido que en primera instancia lo había hecho el juez federal Julián Ercolini, para quien correspondía una “excepción de falta de acción”, basada en inmunidades parlamentarias, interpuesta por los abogados de querellado.

El conflicto entre colegas surgió a mediados de 2006, cuando se discutía en el Congreso los poderes especiales para la Jefatura de Gabinete, oportunidad en la cual De Narváez criticó en declaraciones periodísticas el tema, generando una vez más la reacción negativa de Kunkel, quien en un reportaje radial habló de De Narváez diciendo que “gozaba de una fortuna mal habida”, tales los conceptos vertidos por el querellante.

De Narváez llevó el tema al recinto, planteando una cuestión de privilegio, anticipando allí que también había denunciado a Kunkel por calumnias.

Sin embargo, el juez de primera instancia dijo que el artículo 68 de la Constitución Nacional establece que los legisladores no pueden ser acusados por opiniones o discursos que imitan en el marco de sus actividades como tales. Con ello, desestimó la querella.

A su vez, la Sala II de la Cámara consideró que la calidad de diputados nacionales de los litigantes “debe traducirse en una mayor tolerancia a la crítica”.

El tribunal ponderó que “los dichos cuestionados aludían a una materia (ampliación de poderes asignados al Jefe de Gabinete) que no solo hacía al ejercicio de la función pública, sino que se hallaba instalada en el seno de una candente discusión política, suscitando opiniones vehementemente contradichas”.

Los camaristas Horacio Cattani y Martín Irurzun tuvieron en cuenta que Kunkel manifestó que no fue su objetivo calumniar o injuriar al querellante y que sus expresiones “aunque se hayan materializado en términos que pudieran considerarse cáusticos o irritantes, carecen de significado ofensivo”.