“Para más de uno, el Senado es un refugio dorado”
El senador nacional de la Coalición Cívica Samuel Cabanchik evalúa el rol de pertenecer a un bloque minoritario y los desafíos que ello implica. Admite que en su condición de filósofo se siente un poco rara avis. Revela que Mauricio Macri nunca se comunicó por las leyes para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Por Luis A. Soria
De profesión filósofo, Samuel Cabanchik es una de las caras nuevas del Senado, e incluso de la política nacional. Integrante del flamante bloque de la Coalición Cívica, es de aquellos senadores que piden siempre la palabra. Para fastidio a veces del jefe del bloque oficialista, que se ha quejado porque él y su compañera de bancada y de distrito insistan en hablar, extendiendo los debates para su gusto.
Doctor en Filosofía, profesor y director del Departamento de Filosofía de la UBA, Cabanchik es también investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina, y autor de los libros “Revés de la Filosofía”, “El Abandono del Mundo” y -junto a Alberto Damián- “Antropología Física y Estética”, entre otros. La pregunta inevitable es entonces si se siente un rara avis en este ambiente legislativo y no académico.
– Un poco si…pero no, no me siento particularmente raro…
– ¿Entonces cómo es el trato?
– No me siento raro, no me siento rara avis. Pero se que es así, porque… bueno, hay un rasgo diferencial de lo que los demás colegas de la Cámara saben. Conocen mi profesión y la respetan, por lo menos así lo veo, tal vez en una de esas estoy autoengañado… Me siento respetado y valorizado en el rasgo que puedo contribuir en un debate aquí y también dentro de la Coalición Cívica. Obviamente yo he sido un profesional de la Filosofía, si eso tiene un sentido. Bueno, si tiene alguno lo he sido (sonrisas).
– A cinco meses de asumir su banca, ¿cómo evalúa su desempeño?
– Fenomenal…
– ¿Seguro?
– No, no, vamos a hablar en serio. Balance positivo. He estado participando activamente en los debates que se dieron en el recinto y también en las comisiones que integro. Ya en la primera sesión pude sentar una posición con relación a la prórroga de la Emergencia Económica. También rescato la posición del bloque que integro con María Eugenia Stenssoro, por ejemplo. Con la visita del presidente de la República de Guinea Ecuatorial, a quien se le extendió alfombra roja pese a su condición de dictador y violador de todos los derechos humanos Nosotros dijimos que era una aberración. O la defensa de la figura de Hermenegildo Sábat, cuando fue la acusación de mafioso por parte de la Presidenta. Y ahora con la cuestión agraria, entre otros temas. Hemos tenido una presencia activa.
– ¿Condiciona la aprobación de los proyectos que presenta la oposición, máxime cuando el kirchnerismo controla casi todas las comisiones y tiene mayoría en el recinto?
– Lo condiciona desfavorablemente. Somos conscientes de que tenemos ese handicap bastante difícil de levantar. Eso lógicamente no impide hacer bien nuestro trabajo y bregar por la aprobación de nuestros proyectos, planteándole al oficialismo lo positivo de los mismos.
– Suena a utopía…
– Bueno, pero no nos podemos rendir de antemano y si el oficialismo impide el tratamiento de una iniciativa, que pague los costos políticos necesarios. Por ejemplo, nosotros presentamos un proyecto de ley de reforma electoral y acompañamos la propuesta de una nueva ley de Coparticipación Federal, de cara a la realidad económica del país, entre otras.
– ¿Cree qué el oficialismo cambiará su actual posición?
– O logramos aprobar nuestros proyectos, o que rindan cuenta a la opinión pública de porqué no permiten discutir los temas de la oposición o aprobarlos.
– Cuando levanta la mirada en el recinto y observa por ejemplo a dos ex presidentes de la Nación como Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá, ¿qué se le cruza por la cabeza? ¿Se imaginó alguna vez que compartiría el recinto con ellos?
– La verdad que no. No lo imaginé en lo más mínimo. Obviamente la sorpresa mayor es estar con Carlos Menem, porque es un símbolo de muchas cosas en la Argentina, y de golpe tratarlo, hablar, darle la mano, mirarlos, saber que uno es compañero…
– ¿Compañero?
– …de alguna manera, dentro del recinto, aclaro, o sea dentro de la Cámara. Le confieso que es algo impactante.
– Cuente cómo fue el primer encuentro. ¿Usted lo saludó o él tomó la iniciativa?
– El se acercó en una reunión de Labor Parlamentaria y saludó a María Eugenia Estensoro y a mí, y nos deseó suerte.
– Dígame la verdad: ¿qué pensó en función de esa leyenda sobre Menem? ¿Le iba a dar suerte o mala suerte?
(Se ríe) – No, no pensé nada de eso. Confieso que me sorprendí y me pareció una anécdota interesante. De todas maneras, una cosa es el Menem histórico, el Menem que fue presidente de los argentinos, y otra cosa es el Menem senador nacional.
– Y en cuanto a su actual papel como senador.
– Nunca lo escuché pedir la palabra, ni participar en ningún debate, excepto para aclarar una cosa que pasó en los ochenta y no en los noventa, como alguien dijo en el recinto.
– Es una especie de refugio dorado para Menem estar en la banca.
– Creo que para varios… Usted sabe que el Senado ha sido durante largos años de institucionalidad de la Argentina una especie de refugio dorado. O una dimensión distinta de la política argentina. ¿Qué es el Senado de la Nación? En parte, es la presencia de ex gobernadores, funcionarios y familiares que accedieron a una banca merced al poder político provincial, más allá de sus desempeños. Por lo tanto, hay que pensar que el modo de expresarse de la política en el Senado está muy sujeto a esa dinámica, es decir: al feudo, del pequeño grupo de influencia, según sea el caso. Eso es lo que se expresa en la Cámara alta, muy diferente a lo que se expresa en Diputados.
– Precise esas diferencias.
– Es muy diferente, está mucho más expuesto ante la sociedad en forma muy inmediata. Representa al ciudadano que pasa por allí caminando en forma directa por la puerta del Palacio de las Leyes. Acá es mucho más mediado, más indirecto, en ese sentido más recoleto. Entonces digo: el Senado de la Nación es para muchos un retiro dorado, pero algo está cambiando…
– ¿Cómo…?
– Por ejemplo eso no pasa en la Ciudad de Buenos Aires. Eso no nos pasa a Estenssoro y a mí, o a Daniel Filmus. Porque para nosotros no es un retiro de nada, ni tampoco somos delegados de un poder provincial. Eso no funciona para la Ciudad de Buenos Aires, como tampoco funciona así para todos los distritos. Son distintas las provincias del norte que las del sur, por ejemplo.
– ¿Su pase a la política fue traumático?
– No.
– ¿No siente ganas de regresar a la facultad?
– Digamos que extraño un poco. Uno cuando estudia Filosofía y estudia a los griegos sabe que la Filosofía viene del ocio y habla del ocio, y como el negocio y el ocio se oponen. Negocio la negación del ocio. La Filosofía está asociada al ocio. A una sociedad ociosa que entonces puede sentarse a pensar y la vida contemplativa era la vida de la sabiduría para los griegos y para otras tantas tradiciones Ahora yo he leído eso, lo he entendido, lo he teorizado, pero no sabía que lo vivía. Ahora que estoy en el Senado y en la política en general, me doy cuenta que la vida contemplativa era lo que tenía antes y la perdí.
– ¿Cuando fundamenta sus proyectos, los respalda con tesis o citas filosóficas?
– Acudo a ellos para las elaboraciones, para el concepto de un proyecto. Sí, muchas veces para los fundamentos y para evaluar el articulado incluso. Ahora, pocas veces he expuesto explícitamente citas y esas cosas. Trato de no usarlo, pero pienso que eso lo voy ir cambiando, porque a lo mejor está bien ilustrar de esa forma para las actas. Para la memoria de una institución, dejar sentado algo que pueda contribuir de otra parte.