Por Peregrino Selser
El tratamiento parlamentario de las retenciones móviles para el sector agropecuario distendió el conflicto y se presentó auspiciosa. Afortunadamente la ciencia puede darnos una posibilidad de analizar esta cuestión desde la teoría de la negociación. Luego de las discutidas posiciones asumidas por uno y otro en donde se ponía en tela de juicio la legitimidad del gobierno de poder fijar las tasas aduaneras, así como la potestad del congreso sobre impuestos nacionales, amanecimos esta semana frente a un congreso que debe ahora prestarse a escuchar a los diferentes intereses que intentan estar en la agenda de la política agropecuaria.
Para esto Argentina ha tenido que superar 100 días de zozobra, escándalo y debate en la opinión pública, tendiente a afianzar posiciones, debatir poder, más que a lograr un marco de razonabilidad para lograr una zona donde el acuerdo tuviera lugar. Ese espacio, no se logró. Ahora los ojos de la sociedad recaen en ambas cámaras del congreso, sin embargo repasemos al conjunto de los actores:
La negociación admite como actor a cualquier persona o grupo de personas que representa un interés, relevante desde el punto de vista de la Trama de intereses que, siendo unos coincidentes y otros discrepantes, desencadenan el conflicto. Este conflicto para resolverse entonces, apela a la negociación, como una herramienta que permite crear una zona donde el acuerdo es posible.
Esta zona (zona de acuerdo) se estima como la zona donde las partes realizan intercambios y luego de ello, ambas partes encuentran satisfechos los intereses mayores, declinan unos intereses menores que se conocen también como el “listado de concesiones” y de esa manera se llega a una solución del conflicto.
La variable tiempo, la cual se considera neutra desde el enfoque de la negociación, cobra relevancia, sólo cuando a alguna de las partes le es desfavorable. Así hoy unos y otros se preguntan y ponen el énfasis en el tiempo transcurrido entre el comienzo del conflicto y el movimiento realizado por la Presidenta de enviar el proyecto al Congreso de la Nación. El tiempo es indiferente y sobre el que pasó, nada puede hacerse.
El tema de la suspensión de la resolución 125: Se ha escuchado a dirigentes esgrimir que se suspenda la resolución hasta el dictamen definitivo, por parte del congreso mientras se discute una política agraria. Esto implicaría que cualquier reticencia por parte del congreso en el marco del conflicto, dejarían las cosas como estaban antes de la polémica resolución, de manera que sería el gobierno quien tendría que apurar un dictamen por parte de los legisladores. Sin embargo se puede intuir en esta posición, los ecos de los hechos que desencadenaron la crisis desatada con el campo: “se negocia previamente” con los alcanzados por la resolución. Dato que contrasta con la autoridad emanada de la legítima representatividad que posee el poder ejecutivo.
Por otra parte el gobierno, una vez normalizada la circulación en las rutas, invita a los dirigentes del campo nuevamente a retomar el diálogo. También luego de la reunión y con el tema de las retenciones afuera, se oxigena el encuentro y ambas partes salen con una visión unificada del resultado del encuentro.
Los actores identificados para este momento son: El gobierno nacional, los gobernadores, los diputados nacionales, los senadores, las cuatro entidades que representan los intereses de los productores, los partidos políticos, los llamados distintos eslabones de esta cadena de valor que dependen de la actividad del campo de manera directa (panaderos) o indirecta (transportistas), maquinaria agrícola, insumos, y los sencillos mortales que viven todos los días y que sufren las consecuencias del debate.
Resulta de este modo que el congreso se ha transformado el gran escenario donde todos tendrán que cultivar la paciencia. Todos quieren hablar, todos quieren ser oídos, todos los reclamos e intereses pugnan por su espacio en la agenda.
El cuerpo legislativo tiene detrás de sí por una parte a los diputados nacionales, personas que forman parte de la política viva de las provincias y que deben volver a sus pagos una vez terminados sus trabajos en el palacio legislativo.
Hasta la decisión presidencial, podían especular, tomar posiciones en conversaciones de política, pero ahora deben meterse de lleno en el conflicto y en ese marco, la posición de las provincias de Córdoba, Santa Fe y San Luis muestran claramente su posición.
Dentro del congreso los diferentes bloques tienen la responsabilidad de escuchar al sector y además deben legislar para todos. En ese marco el camino por el que circulan tiene algunos problemas: deben poder contener a los insatisfechos; pero resulta que la política de retenciones implica al conjunto de la sociedad: demás esta decir que los impuestos forman parte de la ley de presupuesto, es fuente de dinero y en definitiva es la manera que tiene el estado nacional de contar con lo necesario para generar una base distributiva de los recursos entre los que tienen más y los que tienen menos.
Ya se sabe que los diputados del frente para la victoria emitirán su dictamen favorable al gobierno y también se sabe que no son suficientes para poder legislar a libro cerrado la iniciativa presidencial. Estos aún deben responder a sus bases, que aparecen más ruidosas y fortalecidas por el fantasma de los cortes de rutas.
Por otra parte vemos por allí a los miembros de la concertación plural, un grupo de diputados que en general adhieren al gobierno, pero que ahora deben sellar esa lealtad o expresarse en conciencia.
Por otra parte los intendentes conviven día a día con los ruralistas insatisfechos y son sometidos a las presiones de cohabitar con quienes son las bases de sus caudales de votos en elecciones venideras, o sufrir escarches y convivir con los infortunios de políticas que los identifican y a las que no necesariamente adhieren.
El partido justicialista le da organicidad a la plataforma sobre la cual se basa la política del gobierno, es su base de sustentación.
La oposición tiene un espacio nuevo donde debatir desde la política de retenciones, la política agraria o montar detrás del reclamo el fin de los superpoderes.
Es en este marco, en este escenario en este contexto que se debe realizar entonces el diálogo.
Es lamentablemente a un costo muy alto que las instituciones comienzan a funcionar.
La negociación se ha abierto y todos debemos aprender a encontrar a través de esta herramienta, una zona de acuerdo donde todos estemos comprendidos. Es de la diversidad y su continente el ejercicio democrático vivo, que aparecerán nuevas opciones que ayuden a resolver el conflicto planteado.
Todos los involucrados debemos reconocer, aceptar, fomentar este escenario. Ese es el juego de la democracia. La trama de intereses de manera transparente debe desplegarse y con el ejercicio de los intercambios veremos una nueva Argentina, que ha estado dispuesta a atravesar una vez más una crisis para lograr nuevos y mejores días. Esa es la oportunidad. Ese el desafío y la responsabilidad de los actores.
Peregrino Selser es Master Business Administration IAE -Universidad Austral. Posgrado de negociación de la Universidad Católica Argentina