En el sube y baja que se ha transformado hoy la política argentina, le tocó a la oposición vivir su semana más amarga desde que consiguió la mayoría en el Congreso. Es que en dos días sucesivos comprobó con crudeza la fragilidad de su fortaleza, la desunión de su heterogéneo cuerpo y la permeabilidad de varios de sus miembros.

Quedó expuesta el miércoles en Diputados, cuando prevalecieron las posturas encontradas respecto de la sesión especial para voltear el DNU del Fondo de Desendeudamiento, y el debate no pudo concretarse, siendo reemplazado por una sucesión de conferencias de prensa en las que las críticas no iban dirigidas al kirchnerismo, sino que eran cruces entre la propia oposición.

Pero este jueves fue peor, por el factor sorpresa que terminó transformando el triunfalismo en rostros demudados por la decepción. El seguro rechazo de Mercedes Marcó Del Pont como titular del BCRA viró de buenas a primeras a una seria derrota de la oposición, que se desayunó sobre la marcha con la modificación de dos de sus votos, revirtiéndose así el resultado que esperaba obtener sobre el kirchnerismo.

Los jefes del heterogéneo arco opositor no tuvieron tiempo de imaginar siquiera que la larga sesión en la que presumían voltearle al oficialismo a la jefa del BCRA y arrebatarle a continuación la coparticipación del impuesto al cheque, se transformaría en un breve intento de sesionar, en el que la única salida que encontraron fue al menos retacear el quórum, demorando la aprobación del pliego una semana.

Nada indica que en el transcurso de siete días los dos votos que mudaron de bando vayan a revertirse. Por eso, la sensación imperante fue la misma que quedó el último miércoles de febrero, cuando el oficialismo logró con la ausencia de Carlos Menem evitar la derrota en la votación por las comisiones. El FpV lo vivió como una victoria, pero no fue más que demorar la derrota estrepitosa que sufrirían el 3 de marzo, con Menem en el recinto.

Ahora la situación se revirtió, al menos para este caso puntual. Con las cosas tal cual quedaron expuestas, nada indica que puedan evitar la aprobación del pliego de Marcó Del Pont, y deberán conformarse con que la derrota suene menos estruendosa, al ser ahora esperada.

Pero la preocupación que traspasó las puertas de la oposición es mucho más fuerte que la satisfacción que hoy debe tener la presidenta del Central. Es que, como dijo el propio Gerardo Morales después de la frustrada sesión, en adelante cada votación será peleada voto a voto y ninguno de los dos sectores tendrá asegurada la victoria hasta último momento. Algo que siempre esperó, pero que no creía vivir de entrada. La cruda verdad que comprobó con solo verificar en la práctica la volatilidad de la homogeneidad opositora.