Twitter, Facebook y otras redes sociales pasaron, en muy poco tiempo, a ocupar un lugar importante en muchos ámbitos relacionados con figuras públicas.

Como usuarios, la sensación de cercanía que nos da leer el mensaje de un político, un cantante o un actor que nos tiene entre sus contactos; ubica a solo un clic de distancia a personajes que en la vida real son inalcanzables. Esta “familiaridad virtual” brinda un tipo de contacto difícil de emular por otros medios de comunicación, ya sea por la interactividad propia de las redes informáticas o por la particularidad específica de las redes sociales. Me escribe y le respondo. Le pregunto y me contesta.

Este fenómeno, sumado a la viralidad propia de las redes hace de este nuevo tipo de comunicación un medio extraordinario, inmediato, masivo y muy poderoso en su capacidad para “correr la voz”.

Justamente, esta viralidad, basada en el concepto de “boca a boca” se da cada vez que un usuario X se hace amigo de otro usuario e informa en ese mismo momento a todos sus contactos de esta nueva situación. Lo mismo sucede cuando realiza cualquier comentario, publica un link, etiqueta una foto, recomienda una película, o realiza cualquier actividad dentro de su espacio personal. Por ejemplo “X ha opinado sobre la Ley de Glaciares”. Esto induce a los contactos de esa persona a enterarse cual es la opinión de X sobre el particular y eventualmente a participar de un tema. Como los contactos de cada persona, en general, forman parte de un grupo con intereses similares
es muy probable que los amigos o contactos de X quieran unirse.

Seguidores, contactos, amigos y problemas ante la necesidad de estar y pertenecer:

El poder de convocatoria y la inmediatez de las redes sociales, despertó el interés de todos: artistas, políticos, deportistas, publicistas, empresas y todo tipo de organizaciones. El problema es que, en algunos casos, la “novedad” de un medio nuevo hizo que muchos improvisaran en este tema y cometiesen errores que colapsaron con el objetivo primario que es el de llegar a la mayor cantidad de gente posible y mantener su interés.

A la hora de señalar errores, por ejemplo en Facebook, uno de los principales que cometen las personas públicas o instituciones es el de “hablar solos”. Es decir, escribir y no contestar o no prestar atención a los comentarios de los contactos. Otro muy frecuente es dejarse etiquetar en cualquier foto o video.

Muchos utilizan el “truco” de etiquetar a alguien para que a los contacte o vea determinado material. A cada contacto le aparece “X ha sido etiquetado en una foto”. Esa foto puede ser la imagen de un artículo del diario, un aviso publicitario, entre otros. Es una manera tramposa de llegar a los contactos de esta persona. Hay campañas publicitarias enteras que consiste en etiquetarse en determinado lugar. Es un buen efecto hasta que los usuarios se dan cuenta del truco y sencillamente se desvinculan. Ganar un contacto es bastante sencillo, pero es mucho más sencillo perderlo.

Otro error frecuente, para personas públicas o instituciones, es manejarse con un perfil “personal” en lugar de un perfil de “Página” o “Grupo”.

Es importante distinguir el “yo persona” del “yo persona pública”. En Facebook, una persona pública no puede tener mezclados sus contactos personales con sus seguidores, fans, simpatizantes o curiosos. Esta necesidad de mantener 2 perfiles desvinculados es evidente, sin embargo, muchos personajes no diferencian sus perfiles y lo que es peor aún, no conocen la potencialidad de la herramienta y el nivel de exposición que brinda si se maneja mal.

Es importante tener en cuenta que los espacios que no se usan, los usan otros. El problema de la identidad en la virtualidad de los medios es REAL. Existen muchos perfiles falsos en la red. Es decir, personas que han creado un perfil con la foto de una persona pública y se hacen pasar por él. Esto es solucionable de muchas maneras pero no todos se toman el trabajo de hacerlo. Por ejemplo en Facebook tenemos unos 60 “Francisco de Narváez”, mas de 30 “Mauricio Macri”.

Esta situación, debe ser tomada seriamente porque impide a la persona pública cumplir su objetivo de comunicación, deja que otros utilicen su imagen y además genera desconfianza. Es tan importante crear un perfil oficial, como limpiar la red de los perfiles falsos y además comunicar por todos los medios cuál es el perfil correcto.

Crear perfiles falsos puede ser también una estrategia para generar confusión y no seria raro pensar que forme parte de una estrategia de campaña el quitarle presencia digital a un oponente.

Aún teniendo un perfil oficial, una vida virtual ordenada y bien comunicada; hay otros aspectos que también hay que tener en cuenta. Uno de ellos es como lidiar con la pregunta frecuente sobre “quién contesta realmente los post”. En el caso de los políticos de primera línea, la mayoría tiene colaboradores que se ocupan de responder, pero en muchos casos cometen el error de escribir y firmar en nombre de la figura pública. A largo plazo los seguidores se san cuenta y no se genera un buen feedback. Es conveniente aclarar que el que escribe es el staff para que cuando escriba el auténtico personaje la gente lo acepte sin cuestionamientos.

Las estrategias de comunicación deben ser coherentes, también en las redes. Por eso, es conveniente que quien se ocupe de la vida digital de una persona o institución sea identificable por los seguidores: “Soy el nexo entre ustedes y el Diputado X mi nombre es Bruno”; aún cuando se trate de un equipo porque si el seguidor se siente engañado, es contraproducente.

Twitter no es Facebook

Cada red tiene su especificidad, aún cuando se pueden vincular entre sí, no se pueden tratar de la misma forma y lo que se publica o la frecuencia que se lo hace en una red, no necesariamente es útil en la otra. Llenar a la gente de información poco relevante es una tentación que muchos no pueden evitar y genera éxodo de seguidores.

A veces hay personas “famosas” que insisten en ir contando su vida hora por hora subiendo fotos de cada episodio por más irrelevante que fuera. Los más fanáticos lo pueden tolerar, los menos fanáticos, no; y a la media de las personas le molesta mucho. Es decir, un comportamiento que es válido en twitter es inaceptable en Facebook. Si cada twitt aparece también en el “Muro” de Facebook a todos sus contactos; recibir demasiada información, invade el muro y puede que el interlocutor se canse y decida eliminarme. Es como perder un voto. Y para perder un seguidor en una red hace falta un solo clic.

Los periodistas siguen con atención a las redes

Cada mensaje es un comunicado de prensa. Manu Ginobili escribió que sería padre en su Twitter y fue rápidamente tomado por los cientos de periodistas que siguen sus mensajes.

Las discusiones de Aníbal Fernández en Twitter van rumbo a convertirse en un clásico de la política digital que luego es amplificado por todos los medios tradicionales.

Todo lo que se dice en Internet es público, permanece en el tiempo y es indexado por los buscadores. A la larga aún lo que está escondido aparece. Antes, los periodistas revisaban el archivo del medio para el que trabajaban a la hora de escribir una nota, ahora abren el buscador de moda. Por esta razón, una persona pública, debe ser cuidadosa sobre lo que dice en sus redes por más insignificante que sea. Con las fotos y videos sucede lo mismo. No se puede subir nada sin prestar atención a lo que está al mínimo detalle, no por lo que quizás muestra a simple vista, sino por lo que se ve por encima del hombro del fotografiado en cuestión.

Cuando una persona pública se lanza en las redes sin el asesoramiento necesario corre el riesgo de malinterpretar el funcionamiento del medio, y a la larga no obtener lo que busca o peor aún, tener más problemas que satisfacciones.

Ser o no ser digital

Cualquier ser con ganas de trascendencia debe considerar su ser digital, además de una capacidad infinita de comunicar, las redes sociales tienen muchas ventajas, y la inmediatez es una de ellas. Son el complemento ideal de un sitio web donde se ubicará información histórica y con cierta permanencia en el tiempo. En la red, es el aquí y ahora. Otra ventaja de las redes sociales si lo comparamos con los viejos “foros” es que, en general, la identidad de los contactos es real y como lo que dice tiene nombre y apellido, hay cierto nivel de reflexión antes de escribir. Eso libra a las redes de los insultos gratuitos y las respuestas espontáneas tan habituales en los post de los diarios online.

7×24

La vida Digital de un personaje público es compleja, infinita, impredecible… y también, una oportunidad apasionante. Internet llegó para quedarse y no para de transformarse minuto a minuto. Facebook duplicó sus usuarios en 1 año y ya tiene 500 millones de personas registradas. Nadie puede predecir que viene después, ni que red se impondrá en qué país. La vida digital también debe tener en cuenta esta necesidad de adaptación permanente.

Por último, estar atento a todo requiere de un trabajo constante, arduo y sin fines de semana. La red no duerme nunca y si bien es imposible de controlarla en todos sus aspecto, utilizarla en beneficio propio es un arte que hay que dominar.
No nos olvidemos que estos sistemas no son nuestros, pueden cambiar de política en cualquier momento. Mantener un espacio web propio también es importante.

Claudio Regis produce desde 1996 el programa de TV “Dominio Digital” y asesora en redes sociales a diferentes personas públicas de la Argentina.