Las conversaciones que circulan entre la dirigencia política bonaerense tienen el toque nacional que resulta pertinente realizar, pero sirve solo para adentrarse en el tema que realmente les obsesiona por estas horas a cada una de los colectivos políticos, que es la fórmula provincial y cómo se arma de allí para “abajo”, lista de legisladores y los territorios municipales.

No cabe dudas que en un contexto plagado de incertidumbre la primera gran incógnita es la decisión final que la actual primera mandataria, Cristina Fernández de Kirchner tendrá con respecto a su destino inmediato.

Luego aparece el interrogante de las internas abiertas simultáneas y obligatorias para los partidos políticos y para los ciudadanos. En rigor, todos dicen que se llevará a cabo, pero nadie termina de estar completamente seguro de que se realizará.

Por ello, en el universo oficialista no se termina de apagar la mecha de Sergio Massa, que como posible precandidato a gobernador del PJ, enfrentaría al actual mandatario, Daniel Scioli, que se muestra más que entusiasmado para ir por la reelección en su cargo. Serían los únicos que dirimirían este pleito en las internas abiertas, herramienta concebida para fortalecer la democracia y los partidos políticos. Aunque todas las alianza o partidos que quieran competir en octubre deberán cumplir con el piso del 1,5 % que fija la normativa.

El caso del colector oficialista Martín Sabbatella, no escapa a las generales de la ley, su partido Nuevo Encuentro o alianza que integra deberá participar de esa interna y obtener el 1,5 % de los votos, para luego adherir a las candidaturas del FpV/PJ en el orden nacional.

En el oficialismo se piensa que si se “engorda” la interna se saldrá fortalecido en relación a la cantidad de participantes que tendrá con respecto a otros partidos o alianzas, pero a la vez podría ser un bumerán para octubre, ya que los derrotados podrían direccionar votos para otras boletas, algo que los denominados “Barones” del conurbano entienden.

Por último, en este colectivo tienen registrado que las definiciones en las pasadas elecciones, las habían discutido Néstor Kirchner, en su calidad de jefe político nacional y Alberto Balestrini, como mandamás político bonaerense. Nadie pude imaginar hoy -aunque se presume- quienes serán los interlocutores finales en ese entramado delicado que se debe realizar entre el proyecto bonaerense y el nacional, de donde surjan las listas para la contienda electoral.

La posibilidad concreta de que la oposición realmente conforme un polo alternativo real a los 24 años ininterrumpidos de gestión peronista, en sus diferentes formatos, en la provincia de Buenos Aires, coloca bajo tensión ciertas prácticas elementales de los jefes territoriales e intendentes municipales de larga data en la oposición. El acuerdo subrepticio que oposición y oficialismo sella en ocasiones, muestras sus rasgos en diferencias apreciables entre lo local y lo provincial.

Pero a esta tensión se suma los detalles, que por el momento se desconocen. De las conversaciones entre la Unión Cívica Radical y Unión Celeste y Blanco; está claro que nadie está conteniendo hasta el momento a los socios originales de las alianzas en las que compitieron las pasadas elecciones, el Acuerdo Cívico y Social y Unión Pro, estos dos partidos políticos.

Francisco De Narváez primero cerró la fórmula provincial, habla de un “peronista del conurbano” para compartir el cartel y pretende imponer un nombre ligado a él en la fórmula nacional. Ricardo Alfonsín se niega terminante y definitivamente, mientras aclara que “no es una cuestión de tiempo”.

Están expectantes de estas conversaciones los muchachos y muchachas del GEN, la CC-ARI, el PS y los denominados Pro Peronismo que incluyen a los duhaldistas, felipistas y macristas bonaerenses que, fuera del armado Alfonsín- De Narváez, amagan con una tercera posición en la que también tallan Proyecto Sur y la rama política de la CTA.