El hombre es un ser consiente y libre que tiene derecho a realizarse como persona. Que además, por sus propias limitaciones, es como decía Aristóteles un animal cívico o político, y por ello necesita convivir con otras personas y con ellas participar de comunidades y sociedades, como las familias, las sociedades vecinales, educacionales, económicas, sindicales, ONGs y otras sociedades intermedias, que se encuentran contenidas en las sociedades políticas que llamamos naciones. Éstas a su vez, para organizarse necesitan de constituciones, reglas de comportamiento, y autoridades, que legislan, gobiernan, administran y juzgan; con la finalidad de alcanzar el bien común.

Los Estados, son aquella parte de las sociedades políticas especializada en la ley, que las gobiernan, las administran y que disponen y regulan los servicios públicos esenciales, todo lo cual contribuye, también, a alcanzar el bien común, que no es otra cosa que el buen vivir de las personas que en ellas participan.

La socialización de las personas hace necesario la existencia de la política, que no es otra cosa que la ciencia, el arte y la virtud de bien común, que abarca todo lo que tiene que ver con el gobierno del Estado, pero también la lucha por el poder. En lo político se dan necesariamente las relaciones: de mando y de obediencia, de lo privado y lo público y del amigo y el enemigo.

Los que gobiernan necesitan, para tener legitimidad, que sean elegidos por sus representados; que los mismos sean consultados respecto de las decisiones que se proponen tomar, y que sus normas y actos sea públicos.

Los poderes de los gobiernos en un Estado democrático deben ser limitados, desconcentrados, descentralizados, y que garantice los derechos humanos.

La política dirigida al bien común exige que los derechos de las personas sean garantizados por el Estado, y que las decisiones políticas que más atañen a cada persona en particular sean tomadas por las autoridades más cercanas a ellas, dejando las decisiones políticas más complejas y que abarcan a más personas, regiones, provincias o grupos sociales o étnicos, para ser gestionadas y decididas por las autoridades u órganos superiores. La cercanía, en el espacio y en el tiempo; de quien gobierna para resolver las necesidades del ciudadano es la mejor regla de eficacia que se puede emplear en la política y a ello responde al principio de subsidiariedad.

En el Estado Federal Argentino hay distintos niveles estatales, como el del gobierno federal, provincias y municipios, a los que se reconocen distintas atribuciones, y donde conviven diversas expresiones políticas, sociales, de la cultura, de las tradiciones, recuerdos históricos, símbolos y en algunos casos hasta etnias y lenguas o dialectos, que los caracterizan.

Ello se da hoy en un contexto de globalización que incluye la política, la economía, lo social, lo ambiental y lo cultural; y donde los procesos de integración y de delegación de facultades a órganos supranacionales son cada vez más frecuentes.

Como ciudadanos, llamados con frecuencia a sufragar, no está mal recordar lo que significa la política, ya que nuestro destino depende de nuestro voto y de nuestra acción solidaria.

Córdoba, agosto de 2011.

*Gentile es profesor de las Universidades Nacional y Católica de Córdoba y fue diputado de la Nación.