Se realizará este domingo la última elección provincial previa a las generales de octubre. La cita es en Río Negro, la única provincia que el justicialismo no pudo gobernar desde 1983. Allí gobierna la UCR desde el retorno de la democracia, aunque esa administración es también afín al kirchnerismo, por lo que el duelo es similar al que se dio meses atrás en Tierra del Fuego, entre el FpV y una gobernadora aliada.

Pero a pesar de la transversalidad vigente en esa provincia, no es lo mismo. De ganar este domingo el peronista Carlos Soria, habrá vencido a la UCR, más allá de la tendencia que el partido centenario tenga en ese distrito, y allí irá a festejar el ministro del Interior, Florencio Randazzo. La UCR rionegrina definió su rumbo en una interna celebrada en marzo entre el vicegobernador actual, Bautista Mendioroz -afín a la conducción partidaria- y César Barbeito, el candidato del gobernador Miguel Saiz y a la postre el vencedor.

El radicalismo K le ganó a la UCR oficial, pero ello no implica que este domingo el Comité Nacional ansíe una derrota del candidato radical. Si bien no es probable que Ricardo Alfonsín viaje a festejar junto a Barbeito en caso de victoria, será muy doloroso para el partido centenario perder la última provincia que gobierna.

Tienen a Santiago del Estero también, es verdad, pero el radical Gerardo Zamora es allí tan cercano y afín al gobierno nacional que ya no lo cuentan como propio. A diferencia de los hiperkirchneristas legisladores santiagueños del Frente Cívico, los rionegrinos siguen reportando a la oposición.

Con un final abierto como se presenta este domingo, el presidente de la UCR, el senador Ernesto Sanz, reconoció en vísperas de esta elección el riesgo de perder Río Negro. Deseoso de ver la parte llena del vaso, aclaró que los radicales todavía serán el principal partido de oposición en el Senado y seguramente seguirán siéndolo en Diputados. “Y tenemos además 600 intendentes”, remarcó, para dar cuenta del módico aunque cada vez más menguado manejo territorial que aún retienen.

No es mucho, pero para el radicalismo tal vez pueda ser un comienzo para renacer de sus cenizas.