Sendas asonadas protagonizados por fuerzas de seguridad en Bolivia y Ecuador así como el reciente motín de la Prefectura en nuestro país – el mismo cuerpo paramilitar que ha sido vinculado a un caso de espionaje de dirigentes políticos y sociales – , guardan como analogía el pretexto plausible de reivindicaciones de carácter salarial y dan muestra del interés de los poderes facticos, envueltos en papel de prensa hegemónica, por mantener la tensión en forma constante con el propósito de corroer la autoridad presidencial.
Y también indican que más allá de una reivindicación sectorial y de la legitimidad de un reclamo salarial, se yergue, entre las penumbras, la puja por torcer el rumbo de la economía, en detrimento de los sectores sociales beneficiados con el modelo, que comenzó a configurarse entre el 2002 y el 2005.
A este contexto referencial, hay que añadirle la injerencia de Estados Unidos en la región, que se ha reconfigurado de una manera más sutil para evitar la presencia directa de la CIA, a través de fundaciones y organizaciones no gubernamentales, como la National Endowment for Democracy ( NED -Fundación para la Democracia), la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), y la Fundación para el Análisis Económico Social ( FAES ) , que dirige el ex presidente falangista español José María Aznar; las cuales participaron activamente en el fallido golpe de estado en Venezuela y en el derrocamiento del presidente hondureño Manuel Zelaya, y desarrollan trabajos de zapa con grupos indígenas, como en Bolivia, en busca de un líder indígena para confrontarlo contra el presidente Evo Morales.
Cuan oportunistas practicantes las burguesías consulares y las fundaciones imperiales así como las incubadoras mediáticas de climas destituyentes, como el que pergeñó, en Paraguay el Multimedios Grupo Zuccolillo, a través de su diario ABC Color, propiciando el golpe congresista que depuso al presidente Fernando Lugo, asechan a los gobiernos populares de la región, que no “alientan fantasmas del pasado”, como pregona nuestra prensa hegemónica – mientras se monta a cualquier protesta para magnificarla, cuando no la instiga para promover el descontento y el malestar social -, sino que están en la mira de poderes facticos, que añoran un pasado, en el que hegemonizaron las economías y definieron las políticas públicas a discreción.

Roberto Regalado y Carlos Ortiz son presidente y vicepresidente del Comité bonaerense del Partido Intransigente, respectivamente